La culpa la tenemos las mujeres

[dropcap]L[/dropcap]levamos escuchando dos meses que se debía de haber prohibido la manifestación del 8M, Día de la Mujer Trabajadora, que mucha de la culpa de la infección que ha sufrido España es de esas marchas que se produjeron en nuestro país
¿Qué lleva implícito esa afirmación? ¿Qué quieren decir esas personas a quienes se les hincha el pecho afirmando esa hipótesis? La culpa es de las mujeres que salimos a contar que estábamos consiguiendo un mundo más igualitario. En el 8 de marzo se recuerda que 120 mujeres murieron de una brutal paliza al manifestarse porque querían tener el mismo sueldo que sus compañeros. Ocurrió en Nueva York en 1857.

Ni más ni menos. Eso es lo que se reivindica en las marchas del 8M, que seamos iguales, hombres y mujeres, si se ve algo más, no es real.

Por eso, resulta curiosa la inquina que se ha tomado con la manifestación del 8M, como si ese día, millones de personas en nuestro país no salieran a tomarse una caña a un bar, comer o cenar a un restaurante o compartir un rato con la familia. No, todo eso no influyó para nada sobre la infección del covid-19, solo la concentración de las mujeres.

Seguro que alguna persona se infectó en esas marchas, al igual que en las terrazas que, al menos en Salamanca, estaban abarrotadas el 13 de marzo por la noche, un día antes de que se decretara el estado de alarma.

¿Qué se busca con estigmatizar la fecha del 8M? No es baladí que se haga tanto hincapié y con tanta saña. Quizá sea porque decían que el siglo XXI va a ser el de las mujeres y haya personas –hombres y mujeres- que no quieran que se produzca este cambio y arremeten con fuerza para que no ocurra. No hay animal más peligroso que el que está a punto de morir.

No obstante, las mujeres ya estábamos ahí, por eso más de la mitad de los proyectos para investigar la pandemia de covid-19 del Consejo Superior de Investigaciones Científicas –CSIC- están liderados por mujeres científicas. Estos proyectos se centran en la búsqueda de vacunas, antivirales, la comprensión de la respuesta al virus o la inteligencia artificial.

Salvo excepciones –que las hay y con mucho poder de micrófono-, las mujeres han manejado muy bien la crisis sanitaria. En Castilla y León, debemos darle las gracias a Verónica Casado por su mesura a la hora de dirigir el estado de alarma sanitaria en nuestra comunidad.

Margarita Robles, ministra de Defensa, dio una lección de elegancia al asumir que todos los méritos eran de las personas que integraban los Cuerpos de Seguridad del Estado y los fallos, suyos. Eso a un hombre no se lo hemos oído decir, salvo en Portugal, que tanto el Gobierno como la oposición han dado una lección de saber estar y distinción.

Otros dos ejemplos de mujeres que han estado a la altura de su cargo y de compromiso con los ciudadanos a los que representan son Ángela Merkel en Alemania y Jacinta Ardem, en Nueva Zelanda.

¿Quién saca réditos a que de manera velada la responsabilidad de la pandemia caiga sobre los hombros de la marcha del Día de la Mujer Trabajadora? Si averiguamos quién se beneficia, sabremos el interés oculto que conlleva la machacona conjetura que como un mantra escuchamos desde hace más de dos meses.