[dropcap]P[/dropcap]arece ser que ya. Estamos a punto de recuperar la movilidad en todos los miembros del cuerpo. Por fin podremos mover los pies para desplazarnos sin limitación, también se abrirán las puertas para acceder a los interiores de los establecimientos que tanto hemos echado de menos los últimos 100 días. ¿Cómo lo planteas tú?
Hace varias semanas decía ni miedo ni carpe diem. Pienso exactamente igual. No tengas miedo pero mantente en el eje de la cordura. Recurre a la memoria para recordar lo vivido, llama a la imaginación para presentarte a tus futuros. Se aproxima el día 0. A la vuelta de la esquina espera el momento en el que serás examinado por tus propias palabras y pensamientos. Esos con los que has jugado mientras habitabas en la jaula de seguridad voluntaria o impuesta, escoge la que quieras.
Vivimos, generalizando mi opinión para mal, un momento histórico de presentismo que tiende a agarrarnos de la pechera, invitación a interrumpir esa necesaria conexión entre las citadas memoria e imaginación. Se me ocurre que somos nosotros mismos el necesario conector, nuestra conciencia, presencia y coherencia son las que sirviéndose de la primera consiguen que la segunda pueda ver, o ser, la luz. Que suceda. Aprender de lo vivido. Experiencia.
Dejo las cuestiones de reunión, seguridad e higiene para ti y los organismos competentes en la materia. No te hablo de la vida sino de cómo vivirla. De acuerdo al gran número de conversaciones de corte filosófico de andar por casa que he mantenido con un, también, gran número de personas distintas durante éste período de confinamiento, diría que existe un acuerdo general acerca de que hemos vivido una situación compleja y extrema. Límite en ciertos casos y situaciones concretas. Con variadas visiones y alternativas, parecemos entender que debemos replantear cuestiones cotidianas y extraordinarias, individuales y colectivas. Veremos si ese interruptor permitía el flujo de corriente entre el ayer y el mañana por no tener nada mejor que hacer o hemos dejado esa luz encendida para siempre. Mi egoísta ojalá.
A una semana de que puedas acercarte a metro y medio de cualquier desconocido escondiendo tu sonrisa tras la mascarilla, te recuerdo esa cíclica pregunta más importante de la historia que se desvanece en cuanto te despistas para bien o para mal. ¿Qué quieres? Una vez más, evita avanzar si solo aciertas a balbucear lo que no quieres. Añado un realmente.
Empieza por la imaginación. Ajusta su propuesta con tu memoria. De nuevo hoy, cuando quiera que te tropieces con estas letras, es el día más importante de tu vida. Estarás a la altura de tamaña importancia solo si tienes el interruptor en modo ON. Ignorar ese clic consciente propondrá a la casa que habitas, tu mundo, tu vida, una moderna instalación con sensores de movimiento con la lógica justificación de la eficiencia energética. Solo encenderá la bombilla que esté sobre tu cabeza siempre y cuando estés en movimiento. Ya sabes, la siguiente estancia no tendrá luz hasta que estés de lleno en ella. Por cierto, a veces ciega.
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