Una decena de ciudades y localidades de Castilla y Léon, entre ellas Salaamnca, Guijuelo y Cantalapiedra, ultiman diferentes proyectos para convertir sus depuradoras en centinelas que puedan suponer una alerta temprana de la presencia de la COVID-19 entre sus vecinos. Las empresas de abastecimiento se disponen a analizar las redes de aguas residuales en busca de restos biológicos humanos con material genético del coronavirus.
ICAL
Aqualia, en colaboración con el Centro HispanoLuso de Investigaciones Agrarias (CIALE) y el Centro de Investigación y Desarrollo Tecnológico del Agua (CIDTA), ha iniciado el estudio en la EDAR de Salamanca donde se están definiendo las mejores condiciones para la toma de muestras análisis, analizando puntos y horas de muestreo, conservación de muestras, calibración del método.
Además de la capital charra, por el momento se está trabajando para realizar estos estudios en las capitales de provincia y ciudades más grandes donde Aqualia gestiona el ciclo del agua como Burgos, Ávila, Medina del Campo (Valladolid), Aranda de Duero (Burgos), Ponferrada (León) o Guijuelo, además de Cantalapiedra (Salamanca), por el bajo nivel de contagios que ha sufrido.
El proyecto está diseñando las acciones más eficaces para la identificación y selección de la metodología adecuada para la detección del SARS-CoV-2 en aguas residuales como método de vigilancia epidemiológica ante el virus. Para ello, se realizarán test moleculares con conversión del material genético del virus para determinar su presencia en aguas residuales y EDAR y permitir la detección temprana del material genético procedente del virus. El objetivo también es poder trasladar esta técnica a otros municipios, así como proponer nuevas estrategias de actuación en redes de saneamiento y redes hospitalarias.
Fuentes de Aqualia también explicaron que los resultados susceptibles de obtenerse en este proyecto de investigación persiguen como objetivo realizar un estudio de detección de RNA del virus SARS-CoV-2 y su posterior análisis epidemiológico en aguas residuales. Es decir, demostrar la capacidad de las EDAR como instalaciones seguras y “centinelas” para el control de salud pública.
Al mismo tiempo, también se resalta que estudios recientes han demostrado que la presencia de restos de virus en las aguas residuales no es perjudicial para la salud ni para los trabajadores de las instalaciones de depuración. “Las EDAR son instalaciones seguras, ya que los tratamientos que reciben las aguas residuales permiten la eliminación de estos restos de virus, devolviéndose al cauce el agua limpia es decir, en óptimas condiciones”, resaltaron dichas fuentes.