[dropcap]E[/dropcap]l Pleno que aprobó la promoción de viviendas fue tenso. La oposición consideraba entonces que los entes públicos no debían dedicarse a la construcción de viviendas ya que para eso estaba el sector privado. Contrasta esta postura con la que mantuvieron cuando llegaron al Gobierno municipal en la Corporación presidida por Fernando Fernández de Trocóniz. Entonces apostaron por la construcción pública de viviendas con la creación del Patronato Municipal de la Vivienda. A pesar de las duras y broncas intervenciones, la oposición votó a favor y la moción salió adelante por unanimidad.
Para sanear el barrio de San Vicente lo primero que tuvimos que hacer fue un expediente de ruina de todas y cada una de las viviendas que estaban en el suelo y de los solares en los que se habían construido chabolas. Cada caso era un drama, en cada lugar había una familia a la que previamente teníamos que buscar un cobijo. Tuvimos algunos problemas serios, de gran repercusión mediática. Recuerdo el de una familia que se marchó debajo del Puente Romano, y el de otra que buscó refugio en la construcción antiaérea, entonces existente debajo del paso del puente de la RENFE en Comuneros. En una primera fase fueron declaradas ruinosas 23 viviendas en San Vicente, y con precisión artesana fueron derribándose otras tantas en la Vaguada, despejando el espacio que hoy contemplamos alrededor del Palacio de Congresos. El Ayuntamiento fue adquiriendo por compra los distintos solares que se le ofertaban para completar lo que hoy son viales y jardines.
Para comprobar la labor realizada en aquellos barrios, conocidos desde la Guerra de la Independencia como “Los Caídos”, es recomendable visionar con detenimiento la película de Basilio Martín Patino “Nueve cartas a Berta”. En ella salen los protagonistas paseando por la desolación de la Vaguada de la Palma y, después, darse un garbeo por el Palacio de Congresos y sus alrededores para comprobar la transformación.