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Opinión

El Repelente Niño Vicente

Algunas de las películas que "guionizó" Rafael Azcona (1926-2008).

 

[dropcap]H[/dropcap]ace poco, en una conversación escuché como, para referirse a una persona que había hecho algo desagradable, se decía de ella que era «el repelente niño Vicente«.

Ganas me dieron de intervenir para bajar un poco la tensión en aquella conversación, pero lo dejé para un mejor momento, que ha llegado ahora.

Mucha gente no ha oído esa expresión nunca. Algunos creen que se trata de un dicho muy antiguo, como si fuera un refrán. ¡Pues no! Os lo voy a explicar, con conocimiento de causa. ¡Y con una sorpresa que no esperáis!

Todos sabemos que España ha tenido un Siglo de Oro en la Literatura. Y también se habla de un Siglo de Plata, que algunos abarcan desde mediados del XIX hasta la Guerra Civil del 36. Yo opino que ha sido mucho más larga, que no acabó con la tan recordada contienda y que posteriormente se han dado múltiples ocasiones de lucir ese genio que nos caracteriza a los españoles.

Y parte de ese genio se materializa en el HUMOR. Igual que nuestro siglo de Oro produjo la Picaresca –¡pícaros los ha habido en todas las naciones, pero literatos como los nuestros, no!–, el de Plata también lo ha materializado; quizás de no tan gran renombre, pero ahí están nuestros escritores, muchos de ellos olvidados hoy.

Surgieron, como fruto de cada época, revistas en que los autores plasmaron su ingenio para alegrar con sus ocurrencias la vida de sus lectores. La más famosa, la que nadie olvida, la que puede que dé nombre a una época gloriosa del Humor, es LA CODORNIZ, la «revista más audaz para el lector más inteligente«, «revista de humor y optimismo«..

Sus grandes directores fueron Miguel Mihura y Álvaro de Laiglesia. Colaboraron en ella grandes escritores ya consagrados, como Wenceslao Fernández Flórez, Enrique Jardiel Poncela, Alfredo Marquerie…, y en ella crecieron y alcanzaron una enorme popularidad autores geniales como Antonio Mingote, Evaristo Acevedo, Chumy Chúmez, Gila, Toño, Edgar Neville, Herreros, Serafín, Coll, Goñi

Inolvidables fueron sus secciones, como la «Cárcel de Papel«, el «Retrato-chapuza«, el «Papelín General«, «Nada con Sifón«, «Donde no hay publicidad, resplandece la verdad» y tantas otras…

Y allí nacieron personajes que han pasado a la historia, como los de la «oficina siniestra«, la «Marquesa«, «Kalikrates» y el que da pie a esta mi ocurrencia de hoy.

El Repelente Niño Vicente es una creación de Rafael Azcona, allá por el año 1952. Se trata de la caricatura de un niño superinteligentísimo, que sabe de todo y lo explica con una enorme pedantería, haciéndose eso: repelente. Caló profundamente en el alma popular, siendo aplicado de inmediato como apelativo a todos los sabiendillos, pelmazos y cursis, tan abundantes en toda época y lugar.

Portada de la 1ª edición de «Vida del Repelente Niño Vicente» (1955), de Rafael Azcona.

Rafael Azcona, además de glorioso integrante de LA CODORNIZ, escribió novelas donde lució su ingenio y su ironía. Una de ellas, «El pisito«, fue llevada al cine en 1959, con guión suyo y dirección de Marco Ferreri. Supuso un gran éxito y su nacimiento como guionista cinematográfico, seguramente el mejor que hemos tenido. Son suyos los de obras tan famosas como «Plácido«, «El verdugo«, «Belle Epoque«, La Niña de tus ojos«, y muchas más de una lista interminable.

Antes, entre el público siempre se recordaban o seleccionaban las películas que queríamos ver por los actores o actrices que en ellas intervenían. Entre los directores sólo «sonaban» muy pocos, como Cecil B. DeMille, Vittorio de Sica, Visconti y algunos más. Con los años se ha pasado a considerar más intensamente la dirección. Pues bien, la firma de Rafael Azcona como guionista ha quedado como un sello de garantía de calidad.

————–

Y ahora os voy a contar algo que me ocurrió hace mucho tiempo.

En 1955 yo estudiaba el bachillerato en el instituto Cervantes, sito en la calle Fortuny, de Madrid. La Feria del Libro se celebraba por entonces en el Paseo de la Castellana, muy próximo al instituto, y como todos mis compañeros, a la salida de clase nos dábamos una vuelta por ella. Fue allí donde adquirí mi afición a los libros «Pulga«, que considero la mayor y mejor labor cultural de una editorial. Todos los chavales comprábamos o nos cambiábamos aquellos libritos.

Pues bien, una tarde estaba mirando lo expuesto en una caseta y el librero me dijo si quería hablar por la radio. Dije que bueno y quedamos para el día siguiente en el mismo sitio.

Y así me encontré con que allí estaba Rafael Azcona y que el papel que yo tenía que representar era el de su Repelente Niño Vicente, en la presentación del libro de su «Vida«, nada más y nada menos. Estuvimos charlando un rato mientras escribía a mano unas preguntas y sus correspondientes respuestas.

A la hora de leer aquello resultó que la letra era enrevesada y me costaba leerlo, así que la prueba salió mal y no se emitió. ¡Una pena, porque toda mi familia y los del instituto estaban pendientes de la radio!

El gran Rafael Azcona me regaló su libro, que me dedicó y que guardo como un tesoro. Durante varios días fui a aquella caseta y, dada mi pinta de «repelente», con aquellas gafas de vidrio tan grueso, hacia el papel sin tener que decir nada. Recuerdo que un día estaba allí otro gran escritor de La Codorniz y del Club de la Sonrisa, Evaristo Acevedo.

Esta es la sorpresa que os tenía reservada: ¡durante unos días yo fui el Repelente Niño Vicente!

2 comentarios en «El Repelente Niño Vicente»

  1. los que teniamos gafas teniamos muchas papeletas de que se nos considerase Repelente Niño Vicente….a mi tambien me pasaba a veces, a los otros compañeros de la clase siempre les venía bien tener a alguien con quien meterse…y si además era el empollón, todo cuadraba…
    pero no tengo tan especial recuerdo como Vd, D Emilio….con un libro firmado….me imagino la emocion
    que bonita historia…Gracias por agitar siempre nuestros recuerdos

    Responder
  2. Me ha encantado el artículo, nada repelente. Intento encontrar un ejemplar de La Codorniz en el que Acevedo condenaba a la carcel de papel a un «periodista» del diario Béjar en Madrid, pero hasta ahora sin éxito.

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