Opinión

Todo llega cuando tiene que llegar

Foto. Unsplash.

 

[dropcap]T[/dropcap]engo la suerte de vivir delante de un parque. Es más bien pequeño, no te imagines gran cosa, pero tiene los suficientes árboles como para darme la sensación de que no vivo rodeada de edificios y naves industriales. A mí me vale.

La verdad es que los primeros años no le hacía ni caso, apenas lo pisaba. Simplemente disfrutaba de no tener vecinos delante. Como mucho me fijaba en si los árboles ya habían perdido todas las hojas o en cómo éstas volvían a brotar.

Pero por circunstancias de la vida, empecé a frecuentarlo cada vez más a menudo. Estaba documentándome para escribir mi libro y dedicaba muchas horas al día a leer, así que decidí pasarlas en el parque. Era más ameno hacerlo rodeada de verde que encerrada en casa.

Al principio se me hacía un poco extraño leer allí porque no estaba acostumbrada, pero al fin y al cabo, estaba haciendo algo. La gente que va al parque normalmente hace algo: pasea al perro, juega con sus hijos, charla, se toma algo en el chiringuito o camina.

Hasta que un día escuché a Borja Vilaseca explicar un ejercicio que llamó mi atención: consistía en sentarse en un banco y pasar veinte minutos sin hacer absolutamente nada. Sin leer un libro, sin escuchar un podcast, sin mirar el móvil, sin conversar con nadie. Simplemente estar.

Como no me pareció tan complicado, decidí probar.

No te puedes imaginar lo ridícula que me sentí el primer día. ¡Me moría de la vergüenza! Miraba a mi alrededor por si alguien me observaba y pensaba algo raro de mí. Además, no sabía estar sin hacer nada. Me sentí estúpida estando allí sentada. Qué tontería, ¿verdad?

Me recordó a las primeras veces que hice otras actividades en solitario: salir a comer a un restaurante, mi primera sesión de cine o mi primer viaje sin compañía.

La primera vez que haces algo solo es extraño, te sientes observado y fuera de lugar. Luego te acostumbras, lo disfrutas y te preguntas cómo no lo has hecho antes.

La respuesta es muy sencilla: las cosas llegan cuando tienen que llegar. Ni antes ni después. Esta frase no encaja en todas las circunstancias, obviamente, pero es aplicable a multitud de situaciones en las que no entendemos por qué nosotros o los demás actuamos de una determinada manera.

No siempre estamos preparados para realizar cambios o tomar decisiones en nuestras vidas, aunque sepamos de sobras que nos beneficiarán.

A veces solo necesitamos tiempo o que algo despierte un “click” en nuestro interior y decidamos que es el momento de cambiar.

Y lo hagamos.

PD: Si estás pensando en hacer cambios en tu vida y no sabes cómo empezar, pásate por aquí, quizá pueda ayudarte.

PD2: Desde entonces sigo practicando mi ejercicio diario de Mindfulness al aire libre, me parece esencial estar en contacto con la naturaleza sin hacer nada, solo estando presente. Y si es posible, fuera de la ciudad. No hay nada como dejarse atrapar por el bosque o el sonido de las olas del mar, sentir su inmensidad y darnos cuenta de lo pequeños que somos.

PD3: Si un día paseas por un parque, fíjate en los que están sentados solos sin hacer nada. Habitualmente son personas mayores, esas que la sociedad deja tantas veces de lado y que en cambio saben más que tú y yo juntos. Deberíamos aprender más de sus buenas costumbres.

PD4: Te deseo unas felices vacaciones y un feliz verano. Que puede que ni hagas vacaciones o que cuando estés leyendo esto ni siquiera nos dejen salir de casa. Al paso que vamos, no me extrañaría. Pero sea como sea, intenta coger fuerzas y desconectar de tus problemas. Tu «yo» del próximo otoño-invierno te lo agradecerá.

 

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