[dropcap]L[/dropcap]leva más de cuatro décadas siendo una estrella, porque así son las mujeres que marcan una época y un tiempo. Ana –García- Obregón lo ha marcado. De hecho, cuando trabajaba para una agencia de prensa cuyo mercado eran las revistas del corazón, un compañero mío siempre decía: «¡Qué daño le ha hecho a las mujeres Ana Obregón!» Porque era imitada por miles y miles de españolas, pero solo en su aspecto más superficial, frívolo,…
Ahora, con el paso del tiempo, esa frase que escuché a finales de la década de los noventa y viendo cómo ha sido el devenir de su vida, se me antoja un tanto machista, porque si algo es en la vida Ana –García- Obregón es feminista, en el buen sentido de la palabra, una mujer que ha luchado por ser igual a los hombres y tener su sitio en la industria del espectáculo. Y lo consiguió a base de trabajo, tesón y ahínco.
La pena es que no supo ser un ejemplo para las generaciones que veníamos justo detrás de ella. Me explico. Ella hablaba idiomas, cuando muy pocas mujeres y hombres de su generación lo hacían, tiene 65 años, era licenciada en una carrera de ciencias, tampoco muy habitual, y quiso ser actriz y lo consiguió, ha participado en una treintena de películas, una veintena de series de televisión -en España, Italia o Estados Unidos- y ha presentado más de una decena de programas de televisión. En todos ellos, fue muy profesional, trabajadora y cumplidora. Qué pena que no haya sido un referente, porque cualidades para ello tiene.
Ahora, con la desgracia es cuando se le ha dado valor a esta infatigable mujer. Se ha portado como una señora, pero no es nuevo en ella. Rara vez ha perdido los papeles ante las cámaras, y ha tenido muchos motivos para hacerlo.
Hace poco, en el programa de Mediaset, Hormigas Blancas, le quisieron rendir un homenaje. Dedicaron muchísimos más minutos a su vida amorosa, que la tiene por supuesto, que a su faceta como actriz, presentadora o productora, porque hay que decir que ha arriesgado su dinero para llevar a cabo proyectos en los que solo creía ella.
Ana –García- Obregón dicen que hubo un momento que el personaje, La Obregón, se comió a la persona, pero yo creo que no, que Ana siempre supo que se apellidaba García. Tanto es así, que se lo inculcó a su hijo, Alex, un joven trabajador, educado, simpático, como ella, honesto hasta la extenuación, y Generoso, también como ella.
Si ahora volviera a tener frente a mí a mi compañero le diría que ojala hubiera más Anas Garcia Obregón entre nosotras, porque siempre ha sido muy valiente y esas personas son las que hacen que el mundo evolucione.