Seis jugadoras del equipo junior de Perfumerías Avenida han cumplido el sueño de poder entrenar junto a sus referentes en una cancha de baloncesto; sí, aunque sea en el mes de agosto, estival y vacacional por excelencia, en un momento tan raro y crítico como es el de la actual pandemia de la Covid-19.
Una vez más, el peso de la cantera en la pretemporada del primer equipo azulón es muy alto, ante las ausencias y llegadas escalonadas, y gracias a ellas se puede avanzar un trabajo que, de otra manera, sería imposible. El bagaje, para ellas, es una experiencia difícilmente olvidable y un aprendizaje que, bien aprovechado, las podrá llevar lejos en este deporte.
Inés Santibáñez, Esther Matarranz, Mabel Galiana, Inés Tomás, Núria Tugores y Paula Suárez (en estos días concentrada con la selección U17) son nombres que, hoy por hoy, quizás no suenen demasiado al gran público. Algunas de ellas, caso de Santibáñez y Paula, ya pudieron debutar el pasado año en LF Endesa.
Para otras, segunda experiencia de pretemporada con la primera plantilla y, en el caso de la balear Núria Tugores, debut absoluto con Perfumerías Avenida, «al principio cuesta, son profesionales y tú eres júnior. Vienes a intentar ayudar, pero son ellas las que en realidad te ayudan a ti», comenta una Nuria que reconoce que «tenía muchos nervios el primer día, aún los tengo cada vez que entro en este pabellón».
Para el resto de sus compañeras es otra experiencia más a la mochila, con más seguridad que hace un año, «menos nervios sí, pero sigue siendo una oportunidad de estar con las mejores jugadoras que hay y mejorar», comenta la charra Inés Santibáñez. Esas mejores sensaciones son compartidas, «al haber más confianza y no ser tan nuevo, creo que estamos más preparadas y todo mucho mejor», explica Inés Tomás. En ese sentido, Mabel argumenta que «tengo más confianza, desde luego. Al conocer a las profesionales no te da tanto respeto y nos ayudan muchísimo, la verdad», mientras que Esther comenta que «es diferente, pero sigue siendo igual de genial, aunque sabes a lo que vienes y lo valoro más».
Todas coinciden en la ayuda que supone para su adaptación la labor de las profesionales, «somos más como un equipo. Está claro que ellas son profesionales y nosotras las júniors, pero nos ayudan mucho», explica Tomás, «a mí, por ejemplo, el inglés no se me da muy bien y vienen a traducirme y echarme una mano», añade Mabel. «Nos ayudamos entre todas», explica Núria, «vivimos todas juntas y estamos 24 horas al día y estamos para echarnos una mano y las mayores no dejan de darnos indicaciones y es un apoyo muy grande». Y eso que, este año, está el hándicap añadido de tener cinco meses de parón, «se nota, la primera semana fue extraña», comenta Inés Santibáñez, «más a nivel de balón que físico, no sabía casi no botar», bromea Mabel, «necesitaba el balón, quería jugar», sentencia Esther.
«Silvia es la mejor que hay, su experiencia y además nos trata muy bien y nos ayuda mucho», apunta Santibáñez. Para otra base, Inés Tomás, el reflejo debe ser el de Maite Cazorla, «por cómo ve el juego, su forma de controlar y la intensidad a la que hace todo». Andrea es la preferida de Núria, «es un ejemplo para mí. Se lo toma todo muy en serio y trabaja muchísimo». Entre las pívots, elecciones de pívots, «todas, son todas impresionantes», reconoce Esther, aunque se queda con «Nina y Emese, tienen unos movimientos que me dejan asombrada aunque a Gajic lo que la he visto creo que va a ser la leche». Por último, Mabel se queda con Milic para copiar movimientos.
Agosto y en un pabellón, en mitad de una pandemia por el coronavirus; amor por un deporte, se llama.