Tenemos santas, catedráticas, artistas, socialité, empresaria, asesinas,… Salamanca tiene en su historia grandes nombres de mujer y La Crónica de Salamanca inicia una serie donde se recordará a estas mujeres que dejaron su impronta en la ciudad y fuera de ella.
[dropcap]A[/dropcap] consecuencia de las lluvias, en febrero de 1900 se produjo una crecida del Tormes que arrastró los árboles de la chopera de Soto Muñiz y se llenaron de barro algunas céntricas calles de la ciudad. Además, en esa fecha, el alcalde emitió un bando que prohibía en los carnavales hacer parodias que pudieran ofender a la religión y las buenas costumbres.
Así cuenta cómo estaba Salamanca en su libro La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX -1898-1923, Jesús Málaga. Esta misma Salamanca era la que conoció que el 15 de febrero Juliana Martín González, natural de Ciudad Rodrigo, era condenada a muerte por garrote vil por haber asesinado a Casiano Hernández, un anciano discapacitado, al que pretendía robarle. El suceso tuvo lugar en Arapiles.
Fue la última mujer en morir por garrote vil en Salamanca por haber cometido un delito penal. Durante la Guerra Civil y la postguerra también hubo ejecuciones de mujeres en Salamanca, pero su delito era de carácter político.
Jesús Málaga cuenta en su libro que muchos salmantinos estaban en contra de la pena de muerte. “Por este motivo, se produjo un intento de petición de indulto por parte del Ayuntamiento para la homicida de Arapiles. La instancia se dirigió a la reina con motivo de su onomástica. El 23 de septiembre El Adelanto pedía en un editorial que abría y cerraba con la palabra ¡Perdón! el indulto para Juliana Martín. Había informes del Consejo de Estado favorable a la conmutación de la pena de muerte basada en que la mujer esteba arrepentida”.
Además, la sociedad salmantina también se pronunció y envió cartas y peticiones de la conmutación de la pena de muerte por la de cárcel. A título personal lo pidieron el obispo, alcalde –Juan Manuel García-, diputados nacionales, rector –Mamés Esperabé-; e institucionalmente, los colegios de médicos, abogados, procuradores y los gremios de trabajadores.
Las últimas 24 horas de vida de Juliana
No fue suficiente y a las 14.00 horas de la tarde del 25 de octubre de 1900, Juliana Martín, pasó sus últimas horas con vida.
Juliana permaneció 18 horas en la capilla antes de ser conducida al patíbulo, colocado en uno de los patios de la cárcel. La ejecución fue presenciada por empleados del presidio personal de la Audiencia, médicos, comisión de vecinos y personas con permiso de la autoridad judicial. Cuando se consumó el acto, ondeó en la cárcel una bandera negra.
Al día siguiente, narra Jesús Málaga en su libro, que El Adelanto publicó un editorial titulado: ‘La ejecución de Juliana Martín’, donde criticaba la pena de muerte del día 25 de octubre. “Se describían los gritos de desesperación de la condenada al conocerse la noticia de la negación del indulto. En la capilla fue acompañada por miembros de la Hermandad de la Misericordia. Situaron la imagen de la Virgen junto a Juliana, en todo el tiempo de espera se oían las oraciones del padre Segura encomendando a Dios el alma de la mujer. Habían esperado a que terminaran las fiestas y ferias de Salamanca para proceder a la ejecución”.
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*** El garrote vil se instauró en España en 1820 y estuvo en vigor hasta 1974, con las últimas ejecuciones del dictador Franco. Los últimos españoles en morir por este método fueron el anarquista, Salvador Puig, y Heinz Ches –Georg Michael Weizel- asesinó a un guardia civil. Ambos fueron ejecutados en marzo de 1974.
La pena de muerte se abolió en España en 1978.
Bibliografía:
La vida cotidiana en la Salamanca del siglo XX (1898.1923)