[dropcap]P[/dropcap]racticar el dolce far niente, el gusto por no hacer, una ociosidad que resulta agradable es para disfrutar y vivir mejor. Esta semana mis palabras son para algo tan bonito y tan difícil para algunos: el parar. El saber disfrutar del no hacer. Y con esto yo personalmente tendría para hacer una trilogía de columnas en este periódico. Vamos a ver por qué el arte de no hacer y el yoga.
Y es que una de las cosas que se hacen en la práctica de yoga y meditación es parar. Este parar no significa que estemos tumbados durante la clase, tirados como en la playa. No. Este parar significa, que podemos pararnos sintiendo y moviendo el cuerpo, desbloqueándolo, nutriéndolo a través del movimiento consciente, a través de la respiración. Significa escuchar la danza que hoy llevas dentro. Escuchar todos los pensamientos que traemos a la esterilla y: parar. Es sinónimo este parar de hacer un paréntesis en tu día a día y así poder ir gestionando todo lo que acontezca en tu momento vital de ahora, del aquí.
Cuando vamos a toda caña por la vida, no nos va a ir bien. Cuando eres una persona muy activa, muy hacedora que digo yo en las clases, parar es una tarea compleja. Y en yoga aprendemos, como cuando aprendemos a montar en bici, pues en yoga una de las cosas que aprendemos es el no hacer. Por ese rato te desprendes de todo lo que traes (después lo recoges al ponerte las zapatillas al salir, y lo recoges ya de otra manera, con otro talante). En tu práctica estás a solas contigo y tu esterilla, con tu profe y tus compis, pero es un momento donde surge el autoestudio.
El arte de no hacer y disfrutar en italiano se dice muy bonito dolce far niente. No se trata de perder el tiempo, se trata de ganarlo sin hacer. La fórmula es disfrutar de la vida a través de pequeños placeres como es quitarte el calzado y subirte de viaje a tu esterilla. Despreocuparte durante ese espacio de tiempo de cualquier cita o trabajo pendiente. Escucharte una y otra vez en cada postura, en cada respiración en estado meditativo. Saborear que ahora, aquí, en este momento no-hay-nada-que-hacer.
Uno de esos momentos para mí en la práctica de yoga es la relajación final, en la postura de savasana que ya tuvo su columna dedicada aquí. Es un momento para vivirlo; no se cuenta, se experimenta. Es un momento donde contemplas el estado de “qué a gusto estoy”, y disfrutar de ese paisaje es otro nivel.Si te apetece desconectar de todo y tener una cita contigo, practica yoga. Y para muestra, aquí te entrego un savasana en el mar, para disfrutar en el salón de tu casa. Que tengas un buen día y cuides tu energía con algún ratito de no hacer.