[dropcap]S[/dropcap]i se dice de alguien que es un calavera, todos entendemos que se trata de un hombre disipado, un juerguista, un irresponsable, un mujeriego.
Pero, digo yo: ¿cuál es el femenino de esta palabra, referida a tales sujetos? ¿Existe?
Y una vez planteada la pregunta, dejemos a los calaveras y hablemos brevemente de las calaveras.
Seguro que lo primero que pensamos es en la negra bandera pirata. Otros, quizás, en la manoseada escena de «Hamlet» con su sempiterno «ser o no ser».
En su origen la bandera de la calavera no era atributo propio de los salteadores de los mares, que usaban cualquier enseña de engaño y únicamente la enarbolaban, no todos, en los momentos finales para pedir la rendición incondicional. Si no era aceptada izaban un paño rojo que indicaba que no habría cuartel. Pero la calavera no iba siempre acompañada por las tibias cruzadas. Podían ser espadas, pistolas u otros símbolos de violencia.
La bandera negra comenzó a ser empleada a finales del siglo XVII. Previamente los piratas y corsarios usaban las banderas propias, pero también fue izada una con la calavera durante la guerra de Sucesión Española, hacia 1700, y lo fue en un barco francés como homenaje a los caídos en batalla naval. Parece ser que aún se usa en la marina británica para indicar el fin de una guerra. Así ocurrió en la guerra de las Malvinas.
Siempre se ha asociado la calavera con la muerte. Salvo en una ocasión, creo. No sé si existirá aún, pero hubo una Orden de la Calavera, fundada en Alemania en el siglo XVIII para hombres y mujeres. Duró poco pero la viuda del fundador decidió iniciarla de nuevo, sólo para damas. Sus únicos requisitos eran que no podían participar en fiestas, ni adornarse con trajes suntuosos. Llevaban una calavera de oro en una gargantilla negra.
La calavera ha sido siempre un símbolo militar de tropas de élite sin miedo al combate. Fueron famosos los Húsares de la Muerte de Francia, Hungría y Rumanía y lo son los de Chile. Fue adoptado por las SS alemanas, como tantas cosas míticas germánicas. Sin ir más lejos la hoy prohibida cruz esvástica es un símbolo antiquísimo, casi prehistórico, que fue siempre usado como anagrama del amanecer.
Pero, volviendo a la calavera, también en España ha sido lucida por militares. En 1807, las mejores tropas hispanas fueron enviadas a Dinamarca, bajo el mando del marqués de La Romana, para ayudar a los franceses en su táctica de bloqueo a Inglaterra. Cuando estas tropas tuvieron noticias del 2 de Mayo y sus consecuencias, se levantaron contra sus hasta entonces aliados. Fueron rescatados por la flota inglesa, que pudo embarcar a unos 9.000 españoles. Otros 6.000 fueron reenganchados en el ejército francés, cumpliendo destinos en Francia, Italia y Rusia, terminando algunos en el ejército zarista.
Los que fueron devueltos a España por los ingleses formaron el Regimiento de la Muerte, con un uniforme muy peculiar, de tipo británico, y un chacó en el que lucía una gran calavera con dos tibias. El regimiento fue desbaratado en Cabezón y en Medina de Rioseco y sus supervivientes se integraron a otros o a las guerrillas…
Puede que este símbolo esté presente en otros uniformes militares e invito a quien corresponda a proseguir con el tema.
Pero no se nos debe olvidar decir que la calavera y las tibias son usadas para indicar peligro extremo en maquinarias y materiales eléctricos, venenos, obras en construcción…
Hubo un tiempo en España, con un barroco religioso predominante, en el que casi se puede decir que imperaba un culto a la muerte, con toda su parafernalia: cuadros oscuros, con esqueletos descarnados o putrefactos, representaciones de las penas infernales… En algunos eremitorios se usaban los techos craneales de los muertos, vaciados, como si fueran platos o vasos, pero esta macabra costumbre no fue privativa de una época concreta…
¿Cómo no reflejar esta obsesión por la muerte en una tierra tan mística como Galicia? Aparece su símbolo en los cruceiros «de la Deshonra», pero también en otros, como en el exterior de los camposantos, los «cruceiros de despedida». El tremendismo se manifiesta también en las placas de dinteles de portal de algunos cementerios, donde se recuerda a los vivos su destino perecedero en tenebrosas frases…
Las calaveras no podían faltar en las tumbas, tanto en las de sepulcro como en las de nicho. Y todavía más: en algunos lugares se exponen al público huesos y calaveras colocados en un nicho u hornacina.
Lo cual me recuerda que en La Alberca, preciosa población de la salmantina Sierra de Francia, en la parte de atrás de la iglesia hay un «Rincón de las Ánimas» con una calavera en una hornacina enrejada, donde comienza o acaba el recorrido cuestatorio con repique de campanilla de la moza de ánimas por las calles del pueblo.
O la acumulación de cráneos humanos en osarios de templos, como ocurre en la «Capilla de Ánimas» de la vallisoletana iglesia de Wamba.
O el tradicional culto a las ánimas durante la festividad de Todos los Santos, en México; en muchos pueblos se celebran mascaradas y comen confituras con formas de calaveras. En España eran tradicionales los sabrosos «huesos de santos».
Resultaría imperdonable no recordar la rana sobre la calavera de la fachada de la Universidad de Salamanca, obra maestra del plateresco, tan cargada de simbología renacentista.
No quiero terminar esta «ocurrencia» sin citar a la mariposa calavera o de la muerte, Acherontia atropos, una polilla esfíngida llamada así por el dibujo que presenta su tórax. Desde los tiempos más remotos ha sido siempre relacionada con hechos luctuosos en el hogar donde se presentan. Por supuesto, ha sido tema para la creación de numerosas leyendas y cuentos. ¿Queréis que invente uno?