Opinión

Aguas revueltas

[dropcap]L[/dropcap]eo algún articulista que menciona la posibilidad en la recámara de una «dictablanda» (parecida a la de Berenguer), como solución al momento actual, de crisis. Aunque no se aclara tampoco, en ese inciso, para qué problema (y problemas no faltan) sería solución esa dictablanda. Si sería solución a la pandemia en curso o a otra cosa distinta.

Planteemos algunas hipótesis.

Como solución epidemiológica a la pandemia, nos parece pura insensatez, salvo que los «rifles» disparen vacunas. Y como solución a un resultado en las urnas que no les gusta (a los que proponen la dictablanda), no es de recibo, al menos en un Estado de derecho y en este Occidente que nos ha tocado en suerte.

En una vía un poco más feroz, y concretamente en ese Twitter horripilante que se nutre de la histeria, abundan los llamamientos a la guerra civil y a dar un golpe de Estado cuanto antes (mejor antes de diciembre para ya comernos el turrón enfilados en un régimen fascista).

Otros, ya entrados en años, cuando no un poco chochos, animan a los jóvenes a que no sean flojos y aprendan a manejar los «rifles».

Felipe González -que no podía faltar- considera que todo lo que no sea monarquía corrupta es “republiqueta», y confiesa que él está muy a gusto con la Monarquía corrupta. Ya lo sabíamos.

¡Qué buen cortesano si hubiera buen rey!

Aunque algunos no necesitan un buen rey para ser cortesanos, a lo que parece.

En fin, que las aguas bajan revueltas y un poco turbias, y aunque uno intenta mantener el buen humor, imitando en esto a Voltaire (sobre todo ahora que necesitamos tener las defensas microbiológicas altas), se hace difícil.

Y digo yo:

¿No sería preferible en vez de hacer este llamamiento desbocado a las armas, intentar mejorar esta democracia que se nos cae a pedazos, y se ha demostrado corrupta hasta las trancas?

¿Realmente se necesita un baño de sangre para arreglar eso? ¿Y en plena pandemia? ¿Muertos sobre muertos, con el frío que hace en las trincheras y en las fosas comunes?

¿Que exagero el peligro y deformo el contexto?

Pues no sé, pero Twitter es un espejo (un poco deforme, eso sí) de la sociedad. Y ya saben: más vale prevenir que curar.

Decidir la edad de jubilación e igualar las pensiones de nuestros políticos y gobernantes a las de los ciudadanos de a pie. Y así. Acciones tan al alcance de nuestra mano, ayudarían a combatir la desmoralización y el pesimismo

En cualquier caso, más que mirar a nuestro pasado africanista, a dictaduras y dictablandas de las que tanto hemos abusado para perjuicio nuestro, creo que deberíamos mirar a nuestros vecinos más avanzados de Europa, y ver, por ejemplo con que soltura manejan los referéndum para decidir, como gente civilizada, aquellas cuestiones que consideran importantes. Verbigracia, decidir la forma de Estado: monarquía o República.

Decidir si se reduce el número de cargos políticos y sus privilegios. Ahí tenemos el ejemplo reciente de Italia.

Establecer mecanismos inmunitarios contra la corrupción y los corruptos, como por ejemplo, suprimir los aforamientos, las inviolabilidades, y las puertas giratorias.

Decidir la edad de jubilación e igualar las pensiones de nuestros políticos y gobernantes a las de los ciudadanos de a pie. Y así.

Acciones tan al alcance de nuestra mano, ayudarían a combatir la desmoralización y el pesimismo que nos inunda y nos lastra.

Tenemos un problema, y es que a aquellos a los que no les gusta la democracia, tampoco les gusta los referéndum. Por eso digo lo de intentar aprender de nuestro entorno y que nos contagien costumbres saludables.

No me imagino yo a esos países vecinos (al lado de casa, como quien dice) decidir esas cuestiones capitales con «rifles» y disparos cuando puede hacerse con urnas y votos.

Reformas constitucionales si, masacres no.

Además, que si preparamos otra guerra intestina, la cagamos.

La OTAN nos bombardea. Eso fijo.

Y luego está el hecho de que o se exagera mucho o se distorsiona la realidad. Eso no ayuda.

Por ejemplo, un extremismo reconocible por los más avezados, como es el neoliberalismo, hoy se asume por casi todos (vía publicidad bancaria) como el «centro moderado».

Y por contra, las políticas socialdemócratas que elevaron el prestigio y el nivel de vida en Europa, tipo Olof Palme (no confundir con Felipe González, pupilo de Thatcher), hoy se califican de “bolcheviques” y “comunistas”. Lo cual otorga a nuestro momento un aire rancio que nos recuerda a aquellos tiempos oscuros de la caza de brujas del senador McCarthy, golfo reconocido.

Deberíamos ser un poco más rigurosos a la hora de expresarnos, porque así como hemos podido comprobar en nuestras propias carnes los efectos extremos del neoliberalismo (desde su triunfo vivimos en perpetuo desastre), nadie podrá decir, sin faltar a la verdad, que existen soviets en Europa, y por ende tampoco en España.

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