El Consejo de Ministros del día 7 de octubre de 2005, bajo la presidencia del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, dio luz verde a la creación de la Unidad Militar de Emergencias con el objetivo de “mejorar la respuesta del Estado a las emergencias” a través de una unidad que “debía sumar capacidades, las propias y la del resto de Ejércitos, para actuar ante una catástrofe, calamidad o desastre, completando y colaborando dentro del marco de la Protección Civil, con el resto de entidades participantes en este tipo de situaciones”.
Miriam Badiola / ICAL.- Sin embargo, no sería hasta un año después, en 2006, cuando se estableciera su organización y despliegue inicial en sus bases, entre ellas la de Conde de Gazola, en Ferral de Bernesga (León), mientras que con seis años de vida, en el 2011, se aprobó el protocolo de intervención de la UME, al tiempo que se obtuvo la certificación, por los evaluadores de Naciones Unidas, del equipo de búsqueda y rescate urbano, lo que les capacitó para integrarse en la estructura del Grupo Internacional de Asesoramiento de Búsqueda y Rescate. Un par de años más tarde, en 2013, se produjo la centralización en el Regimiento de Apoyo a la Emergencia de todas las intervenciones en riesgos tecnológicos y de la contaminación medioambiental. Finalmente, hace tan solo cuatro años se creó la Escuela Militar de Emergencias.
Varios hitos a lo largo de su historia hasta llegar el próximo miércoles, 7 de octubre, a celebrar su quince aniversario, la niña bonita. Quince años en los que los propios integrantes de la UME aseguran haber aprendido “la importancia que tiene para las intervenciones la capacidad de integración en apoyo a los servicios de emergencias de las diferentes Comunidades Autónomas que trabajan sobre el terreno”, a los que se sumamos cuando desplegamos en una intervención.
Intervenciones
Quince años en los que la UME, compuesta actualmente por 3.300 militares, ha llevado a cabo un total de 530 intervenciones en riesgos naturales, es decir, inundaciones, nevadas e incendios forestales, de las cuales 223 corresponden al Quinto Batallón de Intervención en Emergencias, BIEM V, ubicado en la base de Conde de Gazola de Ferral de Bernesga (León). De estas 223, 198 fueron intervenciones de lucha contra incendios forestales, 15 en grandes nevadas, cinco en inundaciones y cinco en búsqueda y rescate.
A todas estas actuaciones se sumas las cerca de 1.500 intervenciones efectuadas durante la Operación Balmis en apoyo a centros sanitarios, residencias de mayores y otras infraestructuras criticas y edificios el estado durante el estado de alarma establecido para contener al COVID-19.
De todas las intervenciones, desde el BIEM V de León recuerdan con especial importancia la operación de lucha contra incendios forestales LCIF Noroeste 2017, que según explican requirió la participación de personal y medios de cuatro Batallones de Intervención de la UME que tuvieron desplegarse en un total en Orense, Lugo y Pontevedra y en el Principado de Asturias simultáneamente, lo que supuso “un hito en cuanto al Mando y Control ejercido por el Puesto de Mando del BIEM V, además de un esfuerzo logístico sin precedentes en el Batallón”.
Los militares del BIEM V también guardan en la memoria una intervención en una tormenta invernal en la montaña palentina y leonesa durante la primera semana de febrero de 2015 en apoyo a la población atrapada por la nieve caída o la intervención del Batallón en apoyo a las personas atrapadas en la A-6 durante la nevada ocurrida en el día de reyes del año 2018.
Finalmente, los miembros del batallón ubicado en la base Conde de Gazola nunca olvidarán el momento en el que a finales del mes de septiembre de 2015 el Batallón participó en apoyo al Cuerpo Nacional de Policía, en la búsqueda de la ciudadana norteamericana desaparecida cuando realizaba el Camino de Santiago a su paso por la localidad de Astorga (León), ni su participación en apoyo a los damnificados en el terremoto de Haití de 2010, donde personal del BIEM V realizó tareas de búsqueda y rescate, lo que “significó la primera participación del BIEM V en una intervención internacional”.
Conde de Gazola
La creación de la Unidad Militar de Emergencias supuso la creación de seis sedes para la misma, una de las cuales se estableció en la provincia de León, en concreto en la base ‘Conde de Gazola’ del Ferral del Bernesga, donde en mayo de 2006 llegaron los primeros efectivos y materiales, que entraron en funcionamiento en sus primeras intervenciones en 2007.
Compuesto por 476 militares, el Quinto Batallón de Intervención en Emergencias, BIEM V, cuenta en estos momentos con cuatro unidades tipo Compañía, tres de ellas de intervención, la 51 CIEN, la 52 CIEN y la 53 CING y una de apoyo, la CIA PLMSV. Además, su zona de responsabilidad se extiende en Galicia, Asturias y Cantabria, además de Castilla y León.
Este Batallón en concreto cuenta con las capacidades genéricas de Lucha Contra Incendios Forestales, Intervención en Inundaciones, Grandes Nevadas y otros fenómenos meteorológicos adversos, además de seísmos y deslizamientos de terreno. A estas capacidades se suman la búsqueda y rescate urbano, en lo que se incluye el equipo cinológico, protección de patrimonio histórico, reconocimiento aéreo y espeleosocorro.
Desde el BIEM V reconocen que “la UME es una unidad muy exigente”, por lo que se muestran conscientes de que “las actividades de instrucción y adiestramiento son muy importantes para afrontarlo”.
Así, para poder enfrentarse con “garantías y seguridad” a los riesgos de sus intervenciones, sus miembros se someten diariamente a un entrenamiento basado en la permanente formación y en un “escrupuloso cumplimiento de los protocolos marcados”. De igual manera, llevan a cabo una preparación física “constante, fortaleciendo al cuerpo y preparando la mente para que ayude a soportar largas jornadas de trabajo o inclemencias meteorológicas adversas”.
“El mayor despliegue”
Con la llegada del coronavirus a España, el día a día de la Unidad Militar de Emergencias cambió por completo, al tiempo que se incrementaron de manera notable sus intervenciones a través de la ‘Operación Balmis’, que supuso “el mayor despliegue militar en tiempos de paz en España”.
Así, en el caso concreto del BIEM V, desde el día 15 de marzo y durante más de dos meses, se desplegaron 150 militares diariamente, llegando en algunos momentos a duplicar esta cantidad, para “mantener el esfuerzo y completar los trabajos asignados en Cantabria, Castilla y León, Galicia y Asturias”.
Según recuerdan sus militares, durante los primeros días del estado de alarma llevaron a cabo “misiones de presencia, medidas para garantizar el cumplimiento del estado de alarma y reconocimiento de puntos críticos”. Al mismo tiempo, el Batallón desarrollaba protocolos de seguridad para estar preparados, en lo que “tomó especial relevancia” el personal del Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales del Regimiento de Apoyo e Intervención en Emergencias de la UME en la Base Aérea de Torrejón.
Lo más destacado para el BIEM V durante esta intervención a la que califican de “inédita” es “la operativa, porque significó un despliegue sin precedentes” y “el esfuerzo de mantener más de 80 días una media de 150 militares desplegados cumpliendo un total de casi 1.500 actuaciones, con más de 7.000 kilómetros recorridos”, algo que “solo pudo lograrse con el esfuerzo y tesón de los componentes del BIEM V que no dudaron en darlo todo por garantizar el cumplimiento de la misión”.
Sin embargo, siempre tendrán presenta la carga psicológica que todo ello suponía. “Nos enfrentábamos a un enemigo que estaba atacando de una manera muy agresiva a nuestros conciudadanos, vecinos, amigos o familiares y al completar las misiones no podíamos medir si le habíamos ganado la batalla diaria que manteníamos”, explican desde el BIEM V, al tiempo que aseguran que contaron con equipos de psicólogos que les acompañaban durante las intervenciones para ayudar a combatir esa sensación.
No obstante, su labor no concluyó una vez finalizado el estado de alarma, sino que el Ministerio de Defensa, dentro de la Operación Baluarte, asignó a la UME ser la unidad coordinadora de los apoyos de rastreadores militares.
El BIEM V se encargó de estas labores en las comunidades autónomas de su zona de responsabilidad y aportó las primeras unidades de rastreadores para que de forma escalonada fuesen incorporándose otras, dando lugar a la primera Unidad de Vigilancia epidemiológica (UVe) del BIEM V, al mando del capitán Bustos, que empezó a trabajar el 10 de septiembre en apoyo a Castilla y León desde la base militar en León. Posteriormente, el 12 de septiembre comenzó la vigilancia en apoyo a Cantabria, con otra Unidad, en esta ocasión al mando del capitán Albuerne, también desde la misma base.
“Los trabajos de rastreo consistían en actuar sobre casos, personas que habían sido positivos por COVID-19, que nos hacían llegar las Consejerías de Sanidad. Se contactaba con estas personas, se les informaba del asilamiento que debían guardar y les solicitábamos datos de sus contactos estrechos para continuar realizando el seguimiento”, recuerdan.
Finalmente, a finales del mes de septiembre se realizaron las trasferencias operativas de autoridad a las Unidades de Vigilancia epidemiológica del Ejército de Tierra, que han asumido las tareas de apoyo a las labores de rastreo a cada comunidad.
“Estamos orgullosos de haber podido cumplir la misión que nos fue asignada y que fue posible gracias al buen hacer del personal del área de telecomunicaciones e información que preparó un call center que nos permitió realizar más de 30 llamadas telefónicas simultáneas, al personal de sanidad que realizó trabajos de seguimiento epidemiológico y una intensa labor de formación a nuestros rastreadores, lo que les permitió completar los casos asignados con garantías, y a los rastreadores que simultanearon los cometidos de seguimiento con las intervenciones en las operaciones de LCIF en las que el BIEM tuvo que desplegar simultáneamente”, apuntan desde Ferral del Bernesga.
Agradecimiento
“Somos soldados, cumplimos con nuestro deber, contribuir a la seguridad y bienestar de nuestros ciudadanos. Pero no es una mera obligación forzosa. Nos mueve el honor, la vocación de servicio y hacemos de la misión algo propio cuyo cumplimiento nos enorgullece”, aseguran los componentes del BIEM V de la UME.
Sin embargo, aseguran con cariño haber sentido, durante las cerca de 2.000 intervenciones del Batallón a lo largo de estos 15 años, “el agradecimiento de las personas a las que de alguna manera hemos ayudado a mitigar su sufrimiento ante algún tipo de emergencia”. Por estas intervenciones, el Batallón cuenta con multitud de reconocimientos de municipios, pueblos y asociaciones, que ponen en valor la labor de la Unidad.
Unas muestras de reconocimiento que, según aseguran, “nos ayudan a seguir trabajando con renovada ilusión por el bien de los ciudadanos, cumpliendo con nuestro lema ‘Para Servir’”.