[dropcap]N[/dropcap]o pasa nada. Eso es lo que se deben decir a sí mismas millones de personas en el mundo cada día cuando deciden ignorar que estamos viviendo una pandemia que continúa en auge y sin control.
Siempre me ha fascinado el comportamiento colectivo y a menudo me pregunto por qué las personas actúan de la forma en que lo hacen.
Te pondré un ejemplo: la tolerancia social al consumo de alcohol.
Luego te explico por qué guarda cierta similitud con la situación actual.
Beber alcohol en nuestra sociedad no solo está permitido legalmente, sino que en muchos contextos se refuerza su consumo: ocio nocturno, cenas con amigos, celebraciones y un sinfín de situaciones varias en las que está presente.
Hasta puede que tu médico te haya recomendado beber una copita de vino tinto al día porque lleva resveratrol.
!Toma ya!
No sé tú, pero a mí mi médico me receta beber vino para tratar lo que sea y tengo claro que me cambio de médico. Ipso facto.
En fin, a lo que íbamos.
Cada día cientos de miles de personas en todo el mundo se ponen al volante después de haber consumido alcohol. Aunque sea una copa. Aunque sea un par de chupitos, da igual.
Y no se plantean especialmente que ese alcohol pueda afectar a su capacidad de conducción.
¿Por qué? Pues porque muy probablemente hasta ese momento no les haya sucedido nada grave en situaciones similares.
No ha habido consecuencias.
No pasa nada porque hasta ahora no ha pasado nada.
Solo cuando una de esas personas coge el coche y tiene un susto, un accidente, atropella a alguien y se lleva su vida por delante o lo deja gravemente herido, entonces ahí sí que aparece la conciencia. Porque hay consecuencias.
¡No tenía que haber cogido el coche…!
A buenas horas te entra el estado de conciencia.
Ya sabemos que conducir un vehículo entraña un riesgo aunque hayamos dormido ocho horas, respetemos el código de circulación y la carretera esté en buen estado.
Vivir siempre comporta un riesgo. Es así.
Pero hay que tener las neuronas muy fritas para no entender que el consumo de alcohol y la conducción son incompatibles.
Y lo mismo sucede con la Covid-19. Digamos que globalmente andamos un pelín justos de conciencia.
Es cierto que el riesgo 0 en esta situación es casi imposible. Hay que asumirlo.
¿Pero y lo evitable?
Después de ocho meses conviviendo con el virus de forma activa, no aprendemos. Y no hablo de la gestión de los políticos que deja tanto que desear.
Hablo de la responsabilidad individual hacia el bien colectivo.
Todos tenemos excusas para lo que nos interesa. Y como no pasa nada…
Hasta que pasa.
Bueno, pues ya tenemos aquí el otoño más calentito de las últimas décadas.
Y algunos aún creerán que no pasa nada.
Si deseas aumentar tu grado de conciencia, pásate por aquí, creo que te puede interesar.