El Ejército duplicará en el plazo de dos semanas el número de rastreadores de los contactos de los casos positivos por COVID-19 para pasar de los 240 actuales a los 480 en las ocho secciones de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica existentes en Castilla y León, lo que, según el delegado del Gobierno en la Comunidad, Javier Izquierdo, permitirá liberar, casi en su totalidad, a los profesionales de la Atención Primaria de Sacyl de esta labor.
Ical.- Durante su visita de este jueves a la sección de la Base Militar El Empecinado, ubicada en Santovenia del Pisuerga (Valladolid), Izquierdo no solo valoró el trabajo de las Fuerzas Armadas con militares que realizan las tareas de rastreo, gracias al convenio firmado entre el Ministerio de Defensa y la Junta de Castilla y León, sino que, sobre todo, subrayó la «tremenda importancia» que supondrá que la Atención Primaria empiece a recuperar su actividad ordinaria como es la detección y el tratamiento de las enfermedades de los pacientes.
En la actualidad, cada una de las ocho secciones de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica en Castilla y León cuenta con 30 rastreadores militares, que pasarán a ser 60 en el plazo entre una y dos semanas, según apuntó el delegado del Gobierno. Una coordinación que en el caso de la Comunidad corre a cargo del Cuartel General de la División San Marcial, situado en el acuartelamiento Diego Porcelos, en Burgos.
Desde el pasado 21 de septiembre, fecha en que se comenzaron a implantar, de manera progresiva, las secciones de Castilla y León han realizado unas 170.000 llamadas de rastreo, con algunos picos diarios que han alcanzado las 2.300 comunicaciones. «Es una tarea enorme que, además, se ha puesto en marcha en muy poco tiempo y pone de manifiesto la capacidad organizativa y de eficacia del conjunto de las Fuerzas Armadas para este tipo de acciones que son, claramente, de servicio público», significó el delegado del Gobierno.
La base El Empecinado de Valladolid acoge dos secciones, una de Farnesio y otras del Grupo de Caballería Villaviciosa, a las que se suman otras dos en León, una en Burgos y otra en Salamanca, además de las dos del Ejército del Aire, que están ubicadas en Madrid pero trabajan para Castilla y León. En este sentido, el jefe de Unidad de Vigilancia Epidemiológica del Ejército en Castilla y León, el Comandante Javier Aldea, apuntó que cada una de ellas tiene asignada un área de salud, en las que los jefes de sección tienen una relación directa con los gerentes de Sacyl y los servicios epidemiológicos de cada zona. Eso sí, al existir una coordinación entre todas las secciones, se apoyan y se mueven recursos en función de las necesidades de cada área de salud.
Aldea explicó, según recogió la Agencia Ical, que el número de secciones se mantendrán en ocho pero se doblará la capacidad de rastreo, al duplicar el personal de rastreadores, hasta 480, más el personal encargado de las tareas de apoyo y administración.
Programas de Sacyl
El comandante reconoció que la Misión Baluarte supone una satisfacción para las Fuerzas Armadas al permitir que los militares estén cerca del ciudadano y mostrar su compromiso con la sociedad. En base al protocolo suscrito entre el Ministerio y la Consejería de Sanidad, el Ejército recoge todos los días el listado de las personas que han resultado positivas en las pruebas PCR para que los militares se encarguen del rastreo para encontrar los contactos estrechos con los que ha estado el enfermo. «Tenemos autonomía completa y acceso a los programas informáticos de Sacyl, lo que ha permitido reducir entre diez y treinta horas el rastreo desde que se hace la toma de la muestra», precisó.
Aldea añadió que la labor que realiza el personal del Ejército -la mayor parte tiene alguna formación sanitaria, además de contar con facilidad de palabra y carácter afable- se centra en identificar los posibles contactos durante el periodo infeccioso pero también ofrecen unas directrices sobre el aislamiento e identificar posibles problemas a la hora de aplicar el confinamiento. «Siempre estamos interesados por el estado de salud del contagiado y sus contactos y su situación personal a la hora de cumplir el aislamiento», afirmó. Por último, los rastreadores militares informan de las consecuencias que acarrea el incumplimiento de la cuarentena.
Puso el ejemplo de que los 1.484 nuevos positivos comunicados ayer por la Consejería de Sanidad, el personal de las Fuerzas Armadas realiza el 92 por ciento de los rastreos, al estar excluidos los contagiados en las residencias de ancianos y entre el alumnado de los centros educativos.
El jefe de Unidad de Vigilancia Epidemiológica anunció que, en breve, se implementará en toda la Comunidad -al igual que ya se lleva a cabo en algunas áreas de salud- la citación de esos contactos para someterse a la prueba PCR en el centro de salud asignado. Preguntado por el balance de este mes y medio de trabajo, el Comandante Aldea reconoció que, con el paso de tiempo, se ha constatado un aumento del número de casos diarios, además de constatar que la edad media de los contagiados ha disminuido «drásticamente» y el aumento, de manera «significativa» de los enfermos asintomáticos.
Menos contactos
También destacó que el número de contactos se inició con una media de cuatro y ahora está en 1,7, que está relacionado con las medidas de confinamiento aprobadas por las autoridades sanitarias. Incluso en la segunda llamada telefónica que realizan a los contagiados, los rastreadores han comprobado que los contactos durante la cuarentena son cero o dos personas, como mucho, que suelen ser personas convivientes en el domicilio.
Acompañado del subdelegado del Gobierno en Valladolid, Izquierdo aprovechó la visita a la sección de los raestradores militares para recordar que el Ejecutivo central ha facilitado a las comunidades todos los recursos para luchar contra la crisis sanitaria del coronavirus, desde el inicio de la pandemia. En el marco de la Operación Balmis, durante la primera ola, citó los más de 8.000 efectivos del Ejército que realizaron controles de carreteras y patrullas por los municipios, con motivo del confinamiento domiciliario por el estado de alarma; los 300 miembros de la Unidad Militar de Emergencia que realizaron cerca de 2.000 desinfecciones en residencias de personas mayores y otras instalaciones, sin olvidar la formación que prestaron al personal de las residencias y profesionales de otras administraciones.