[dropcap]Q[/dropcap]ué difícil y qué extraño te va a parecer, que en pleno siglo veintiuno te comente cuestiones tan injustas que siguen sucediendo en nuestro entorno y se repiten y extienden a todas las sociedades y culturas.
Comparto contigo mi dolor y quiero que sepas que mi preocupación tiene nombre de mujer.
Cuando queremos dibujar a una mujer empleamos atributos muy bellos, la inteligencia, la sensibilidad, la capacidad de amar, su talante pacífico en la resolución de conflictos…el encuentro amoroso con la vida y por ende con los hombres y mujeres. Pero en los mismos trazos del dibujo irrumpe la sumisión, el miedo, la desesperación, la inseguridad, el horror, la culpa, el dolor…
La “vulnerabilidad por ser mujer,” “la superioridad del hombre sobre la mujer”, se instalan y atentan contra la inteligencia y el progreso de los pueblos que, en el mejor de los casos, basan sus sistemas de gobierno en la democracia, como forma de organizar la vida social desde la participación, la justicia, la libertad y la igualdad.
Pero un problema estructural atraviesa de forma transversal la convivencia, su nombre es violencia contra las mujeres por el hecho de serlo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que la violencia de género es un problema prioritario en salud pública, y requiere de intervenciones conjuntas desde todos los ámbitos educativos, sociales, sanitarios, económicos y culturales.
¿Cómo puede ser que sean ya 41 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas en lo que va de año y la cifra alarmante de 1074 víctimas desde que se empezaron a contabilizar en el 1 de enero el año 2003?
Qué está pasando, me pregunto tantas veces. ¿Qué estamos haciendo?
Y con asombro, evidencio el progreso imparable que se produce en las tecnologías de la información, en la robótica, en las ciencias médicas, en un largo etcétera, y el poco avance acontecido en las ciencias humanas para hacer frente a los aspectos y retos éticos, a la resolución de los conflictos, que aún siguen siendo mayoritariamente solventados a través de la violencia hacia las personas y los pueblos.
En el divorcio que produce este abismo, solo es posible encontrar la armonía y el equilibrio desde las políticas activas en la igualdad y la justicia social, desde la educación como elemento vertebrador del cambio y con el paso decidido en la conciencia ciudadana para crear una arquitectura de procesos inclusivos; todos y todas tenemos la responsabilidad de hacer avanzar las pueblos.
El Gobierno de España está comprometido con la erradicación de esta lacra social y la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres; SÚMATE Y AVANCEMOS.
El primer contacto del ser humano con el mundo es a través de una mujer.
Encarna Pérez Álvarez
Subdelegada del Gobierno de España en Salamanca