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¿Hacia dónde camina el cine?

Imagen de MichaelGaida en Pixabay

 

[dropcap]B[/dropcap]ienvenidos queridos lectores a este circo de luces y letras  que, con permiso y  ayuda de la Crónica de Salamanca, vengo a instalar bajo la carpa de Cinema Perpetua, una sección en la que intentaré dar cabida  a diferentes tipos de artículos acerca de esta maravillosa profesión del entretenimiento, pieza fundamental del arte moderno, con el objetivo de reivindicar su importancia cultural.

Por: Gonzalo Barrueco Otero

Como primer acercamiento he creído conveniente echar una mirada hacia el pasado, presente y futuro cercano. El cine, junto a la música, es el arte que mayor evolución ha tenido en la última década, todo ello fruto de la ayuda tecnológica que ha favorecido un potenciamiento de la industria y el desarrollo de producciones audiovisuales de todo tipo. Pero como el mismo cine, todo tiene luces y sombras.

2019 fue un año maravilloso para la industria. En España concretamente, muchas salas nuevas abrieron y el público creció notablemente, confirmando una tendencia al alza esperanzadora tras una década de lucha contra la piratería que se había conseguido contrarrestar con el surgimiento de las plataformas digitales.

2020 en cambio, por razones obvias, ha sido un año devastador para cualquier sector, y el cultural nunca suele salvarse. Sin embargo, las plataformas audiovisuales han experimentado un crecimiento exponencial en detrimento de las salas, lo cual, desde mi punto de vista, ha sido muy beneficioso para todas aquellas personas que se han podido refugiar en sus televisores en tiempos de confinamiento, para sobrellevar mejor sus días de aislamiento.  Al fin y al cabo el cine, como cualquier otro arte, es una botella de oxígeno en la cotidianidad de nuestras vidas. Pero lo peligroso sería pensar que una cosa es sustitutiva de la otra.

El futuro del cine (más cercano de lo que creemos) pasa por dos armas de doble filo. Una de ellas serían las propias plataformas o “streaming” y otro el famoso CGI o “imágenes generadas por ordenador”. Vaya por delante que ambas son, a mi parecer, herramientas muy útiles que ayudan enormemente al desarrollo y expansión de este arte y por ende de la industria. El problema se presenta cuando este valor de la industria se prioriza por encima del valor cultural y humano que siempre han estado detrás del cine.

La producción audiovisual se ha elevado gracias a estas plataformas y su labor en el terreno de la producción, abarcando distintos tipos de públicos cinematográficos. Netflix, Amazon Prime, HBO o Filmin son algunas de ellas, ésta última con una labor importantísima para el cine independiente. Como usuario de alguna de ellas, debo reconocer que en el fondo es realmente cómodo encender la tele y poder disfrutar de un sinfín de contenidos en alta calidad y que no seríamos capaces de visualizar al completo sin dedicar veinticuatro horas al día para ello, pero su poder se ha ido acrecentando y un momento temido ha llegado hace unas semanas cuando la productora Warner explicó que sus películas se estrenarían a la vez en streaming y en los cines en 2021.

Como en cualquier industria desgraciadamente, por encima del valor humano se sitúa el valor económico y, precisamente el año que viene, debería ser de máxima prioridad devolver la ilusión por volver a las salas de cine, no solo por su valor cultural y de relación social, sino también por la cantidad innumerable de personas que dependen de ello. Por otro lado, existe una infraestructura en las propias salas que hace de la experiencia cinematográfica algo totalmente diferente a verlo en casa, desde algo tan simple como el ambiente bañado por el olor a palomitas como algo más complejo como es la calidad del video y la calidad del sonido que nos ofrecen los cines.

No debemos olvidar que dentro de esa larga lista de personas que salen en los créditos de una película, existe (de manera minusvalorada generalmente) un equipo de sonido que se ha encargado de grabar, mezclar y acomodar este apartado de la pieza durante horas, semanas y meses (al igual que un equipo de fotografía e iluminación se ha encargado de la imagen) para llevarlo todo de la mejor manera posible a esas salas.

Ahí es donde entra también el peligro de la innovación como el CGI, el cual debe ser siempre una herramienta al servicio de mejorar la calidad de la pieza, pero nunca para suplir las labores artísticas de los trabajadores del cine. Últimamente muchas películas y series han recurrido a él y hemos visto sus posibilidades de rejuvenecimiento e incluso de resucitación.

La cuestión es que, en un futuro no muy lejano, llegará la posibilidad de que pueda incluso remplazar a los actores, y no sería tan descabellado pensarlo. Para una productora sería mucho más económico ya que la mayoría de su presupuesto suele ir destinado a sus salarios, y como siempre la eficiencia es el valor que prima.

Esto es también extrapolable al montaje y el resto de la posproducción, que en un futuro podría sustituir a ese equipo de fotografía e iluminación del que hablábamos antes, cuando un software lo suficientemente desarrollado pueda hacerlo, perdiendo por tanto el valor artístico que aporta el factor humano.

En conclusión, el futuro del cine, al igual que el del teatro o la música en directo, es incierto. Por una parte resulta esperanzador ver como se reinventa y se mantiene vivo año tras año con las innovaciones que llegan al sector, pero por otro lado puede ser  un futuro sombrío, por lo que  debemos apoyar más que nunca a las salas de proyección, protegiendo también de esta manera a todos los trabajadores que dependen de ello y a una experiencia que, sin desmerecer a la casera, es de otra calidad.

 

3 comentarios en «¿Hacia dónde camina el cine?»

  1. Malos tiempos para la cultura en general y para el séptimo arte en particular. Los amantes del cine debemos mostrar nuestro amor acudiendo a las salas de cine como antes de la pandemia. Parafraseando a Luis Eduardo Aute: Cine, cine, cine, más cine por favor, … Bienvenida la carpa que abre Gonzalo Barrueco en La Crónica de Salamanca.

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  2. Nada como ver una película en la antalla de un cine, incluidos los prolegómenos de ver a amigos antes de entrar o al salir de la sala. El cine es vida.

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