Primero se produjo un estallido de contagios tras las reuniones navideñas. Eso generó más ingresos hospitalarios y ahora llega lo que nadie quería que ocurriera, pero era de prever: más muertes. Solo en las últimas 24 horas han muerto ocho pacientes covid en el Hospital Clínico.
Es el peor día del año y no se notificaba una cifra tan elevada de muertes desde mediados de noviembre, en el pico de la segunda con 11 fallecimientos el 18 de noviembre, aunque entonces fue algo circunstancial y se produjo cuando ya empezaba a superarse la parte más dura de la segunda embestida de la pandemia.
Ahora llega cuando estamos en la meseta tras alcanzar el pico y con un nivel de contagios que muestran síntomas ya de contención pero que duplican a los de mediados de noviembre.
Según el patrón que sigue la infección y su propagación, las dos semanas que tenemos por delante pueden ser de gran mortandad.
El virus ya ha hecho su trabajo propagándose aprovechando las facilidades que le hemos dado esta Navidad. Ahora se ha extendido y con ello aumenta proporcionalmente el número de casos graves y entre ellos los muy graves con riesgo de muerte.
Los sanitarios ahora sacan adelante a muchos pacientes (28 en las últimas 24 horas recibieron el alta en el hospital), pero hay tanto ingresos (34 en la última jornada) que la presión asistencial tensa al sistema sanitario y hay más casos susceptibles de acabar en cuidados intensivos. Quedan 297 pacientes covid ingresados en planta (seis más que la víspera) y otros 38 en la UCI (dos menos). Pero han muerto ocho enfermos.
Todo esto ocurre cuando baja la incidencia acumulada (levemente), tanto en el conjunto de la provincia con en la ciudad del Tormes, aunque hace falta comprobar en los próximos días si es un aplanamiento de la curva o algo meramente puntual.
La velocidad de transmisión, por su parte, sigue descendiendo y ahora cada positivo infecta a 0,96 personas (hace dos semanas casi el doble).
1 comentario en «La tragedia crece en Salamanca»
Tanto empeño en festejar la Navidad, en engalanar las calles con luces, como si no estuviéramos en una situación absolutamente excepcional. En querer aparentar cierta normalidad. Como sociedad y como país hemos fracasado, rotundamente. Ahora lo suyo sería reconocerlo y enmendarla. Pero, de momento, nadie da muestras de arrepentimiento. Ni siquiera la clase política, que es la que tiene más posibilidades de hacerse oir y reconducir la situación.