[dropcap]V[/dropcap]ariantes, cepas, vacunas, soluciones,… durante la conversación con Raúl Rivas, catedrático del área de Microbiología de la Universidad de Salamanca se van aclarando duda sobre la Covid-19. Ese virus que, de momento, ha venido para quedarse y que ha puesto patas arriba al mundo entero. También le preguntamos por la Semana Santa…
Raúl. ¿Por qué están saliendo nuevas cepas de coronavirus?
Lo que ahora estamos encontrando son nuevas variantes o linajes del virus, no cepas. En el caso del coronavirus las variantes surgen por eventos relacionados con la mutación o con la recombinación genética. Una cepa es una variante que ha sufrido muchos cambios genéticos muy importantes que, por ejemplo, aportan características muy significativas en la virulencia o en la transmisión. De momento, no podemos hablar de cepas nuevas, pero sí de nuevas variantes, lo cual desde luego también supone un problema y una honda preocupación. De todas formas, la aparición de nuevas variantes es algo normal y que entra dentro de lo esperado.
¿Seguirán apareciendo?
Si no conseguimos eliminar al virus, seguirán apareciendo nuevas variantes en diferentes puntos del planeta.
¿Por qué?
Una nueva variante puede aparecer por mutaciones al azar que terminan predominando porque aportan al virus una determinada ventaja y pueden venir dadas por la presión selectiva a la que los virus son sometidos. Puede ser una presión ambiental o antrópica motivada por el ser humano. En este caso, la presión selectiva que utilizamos para arrinconar al virus como el uso de mascarilla, la distancia social o el empleo de vacunas, por ejemplo, son diferentes estrategias de defensa y ataque que comprometen la supervivencia del virus y el microorganismo necesita buscar una salida que le permita sobrevivir. Esa salida es por ejemplo mutar y volverse más transmisible o incluso poder saltar la barrera entre especies.
Un peligro real y posible es que dos variantes del virus se recombinen en una nueva cepa que sea más transmisible y que tenga capacidad para burlar las defensas del cuerpo.
¿Este virus es más listo que los demás?
No, es exactamente igual que los demás, se adapta al entorno cambiante para favorecer su supervivencia y ese proceso de adaptación conlleva que mute. Los virus mutan constantemente, por supuesto este coronavirus también. En realidad, una población de virus es lo que denominamos una “nube de mutantes” en la que los virus presentan pequeñas diferencias genéticas entre ellos. El problema es que este coronavirus es un virus nuevo para el cual no teníamos capacidad defensiva.
¿Muta para sobrevivir?
En realidad no. Los virus mutan porque cuando se replican, al copiar su código genético cometen errores en el copiado. La introducción de esos errores son las mutaciones. La mayoría de las mutaciones no producen ventajas ni desventajas, muchas pueden ser negativas para el virus y comprometer su supervivencia y algunas pueden resultar beneficiosas porque le confieren un atributo útil.
Los virus con genoma de ARN, como es el caso del virus de la gripe, poseen una alta tasa de mutación porque las enzimas que copian su genoma carecen de actividad correctora de errores en la copia, de modo que se van introduciendo al azar erratas en la secuencia de ARN.
¿Ocurre con otros virus?
Sí. Es por ello que el virus de la gripe muta tanto y tan rápido y que unido a otros fenómenos como la recombinación o la redistribución genética, hacen que cada año aparecen cepas nuevas. El coronavirus también es un virus con genoma de ARN, pero en este caso estos virus son un poco especiales porque poseen una enzima que sí es capaz de reparar algunos de los errores introducidos durante su replicación. Por esta razón, la frecuencia de mutación de los coronavirus es muy inferior al del virus de la gripe, lo cual es una buena noticia.
Aún así, la tasa de mutación del coronavirus es de dos mutaciones al mes, lo cual corrobora la situación de que es normal que desde que se descubrieron los primeros virus hasta ahora, hoy en día existan variantes que contengan un par de decenas de mutaciones respecto a las originales. Algunas de estas mutaciones han sido beneficiosas para algunas variantes y por eso han predominado. Es el caso de las famosas variantes británicas, sudafricanas o brasileñas.
Por curiosidad. ¿Cómo muta?
El ARN del virus está compuesto de cuatro nucleótidos diferentes que denominamos adenina (A), citosina (C), guanina (G) y uracilo (U). Los nucleótidos son las unidades básicas que constituyen los ácidos nucleicos, el ARN y el ADN, donde el uracilo (U) es sustituido por la timina (T). Es decir, los nucleótidos A, C, G y U son los ladrillos que permiten construir el ARN, que es el código genético del coronavirus que contiene toda la información necesaria para la actividad del virus, incluida la replicación. Estos nucleótidos pueden combinarse de tres en tres para formar aminoácidos y un conjunto de aminoácidos pueden crear una proteína. Las proteínas son biomoléculas que desempeñan diferentes funciones en los organismos. En el caso del coronavirus que causa la Covid-19, el genoma del SARS-CoV-2 codifica cuatro proteínas estructurales: la proteína S (spike protein), la proteína E (envelope), la proteína M (membrane) y la proteína N (nucleocapsid). La proteína S es la que permite la unión del coronavirus a las células humanas que va a infectar.
Ponnos un ejemplo…
El efecto que se produce es algo parecido a la pareja llave-cerradura, donde la llave sería la proteína S del coronavirus y la cerradura son las proteínas de la membrana de nuestras células. Cuanto mejor se adapte la llave a la cerradura mejor entrará el virus. Las mutaciones puntuales que se producen al copiar el código genético implican que algunos de los nucleótidos (A, C, G y U) cambien, donde había una A en la copia producida se coloca una C, por ejemplo. Estos cambios puntuales y al azar pueden provocar la modificación del triplete de nucleótidos que forman un aminoácido, lo que conlleva en ocasiones al cambio de un aminoácido por otro. Si varía uno de los aminoácidos que forman la proteína, la proteína final puede variar algo y ese cambio puede suponer una mejora, es como si el virus puliera un poco la llave para que se adaptara mejor a la cerradura y así pudiera abrir la puerta con más facilidad. Si el cambio supone una ventaja para el virus, lo normal es que esa variante comience a predominar.
¿Son más peligrosas las nuevas variantes –Sudáfrica, Brasil, Inglaterra- que la primera que llegó de China o la italiana?
Son distintas y a la vez inquietantes, seguramente más peligrosas. La denominada variante inglesa se llama así porque se detectó por primera vez en el Reino Unido en septiembre de 2020, pero pudo haber surgido independientemente en otros puntos del planeta. Lo mismo pasa con las otras dos variantes. La variante sudafricana, se denomina así porque se detectó por primera vez en Sudáfrica en octubre del 2020. La denominada variante brasileña, es nombrada así porque fue detectada a principios del 2021 en Japón en cuatro viajeros procedentes de Brasil. Estas variantes poseen, entre otras, algunas mutaciones que han triunfado.
¿Por ejemplo?
Las tres variantes poseen la mutación N501Y, llamada coloquialmente Nelly, que las hace más transmisibles. Además, las variantes sudafricana y brasileña poseen la mutación E484K, llamada coloquialmente Erik, que puede hacer que el virus evada mejor la respuesta inmunitaria del organismo o que las vacunas pierdan parcialmente su efectividad. Hay que mencionar que las mutaciones que presentan estas variantes pueden aparecer de manera independiente en cualquier lugar del planeta, es decir no se han expandido a partir de un evento inicial único. Es lo que se denomina un fenómeno de evolución convergente. La mutación al azar aporta una ventaja al virus y se queda. Es decir, estos tipos de mutaciones, y otras, va a seguir apareciendo en diferentes países y continentes.
¿Serán efectivas las vacunas con estas variantes?
Todavía es pronto para saber cómo estas variantes podrían influir en la efectividad de las vacunas, pero si en el futuro hubiera que reformular las vacunas para que volvieran a ser totalmente eficaces frente a las nuevas variantes que han surgido o frente a las que puedan surgir, técnicamente se podría conseguir sin excesiva complicación. El mayor problema surgiría a la hora de volver a producir y distribuir los millones de dosis necesarias. Esperemos que en este tiempo hayamos aprendido la lección.
¿Veremos cada cierto tiempo cepas nuevas?
Sin duda, por las características del coronavirus, hasta que el virus no desaparezca seguirán apareciendo nuevas variantes y con el tiempo es posible que nuevas cepas. En realidad, la detección de nuevas variantes depende mucho de la capacidad de secuenciación que tengan los diferentes organismos y países. De hecho, recientemente ya se han descrito en los Estados Unidos de América y en Europa nuevas variantes que deben ser vigiladas. Cuantos más genomas sean secuenciados, mayor probabilidad habrá de localizar nuevas variantes y de poner las medidas necesarias para evitar que se expandan.
¿Cada vez son más agresivas?
No tiene porque, aunque es una probabilidad que no podemos desdeñar y que puede aparecer en cualquier momento. De todas formas, la agresividad natural del virus ya es suficientemente contundente y preocupante, con tasas de mortalidad y morbilidad muy apreciables. Desde un punto de vista biológico, al virus le interesa reproducirse o evadir el sistema inmune para no desaparecer y para ello cuantos más individuos infecte mejor, por lo que es lógico que puedan surgir variantes que se transmitan con más facilidad o que sean más complicadas de eliminar. Estas situaciones suponen un problema gravísimo sin necesidad de que aumente la agresividad. Aunque se mantenga el porcentaje de mortalidad, cuanto mayor sea el número de infectados mayor será el número de muertes o de personas afectadas que desarrollen algún tipo de patología crónica grave.
¿Las vacunas o la inmunidad, por haber pasado el virus, lo debilitará?
Las vacunas y la inmunidad adquirida nos aportan defensas y herramientas para combatir al virus y evitar que provoque daños severos en el organismo, algunos de los cuales pueden conducir a la muerte, pero directamente no debilitan al virus. Sin embargo, el virus para poder replicarse necesita células, es decir individuos a los que infectar, y si el virus no puede transmitirse con facilidad porque la población está inmunizada, utilizando las vacunas, por ejemplo, terminará por desaparecer. No obstante, es posible que el virus pueda adaptarse a otro hospedador desde el cual pueda volver a saltar con facilidad de nuevo hacia nosotros. En ese caso, es probable que las campañas de vacunación tendrían que ser periódicas.
¿Aprenderemos a vivir con la Covid-19 como lo hemos hecho con la gripe?
No lo sabemos. Es una probabilidad que puede llegar a convertirse en realidad y que el virus se quede con nosotros una larguísima temporada. Las predicciones no son halagüeñas, pero todavía es pronto para afirmarlo. Confiemos en que el desarrollo y la aplicación de vacunas eficaces y de potenciales nuevos antivirales específicos permitan combatir al virus y derrotarlo. Para ello es necesario que la sociedad en su conjunto juegue esta partida como un equipo sin fisuras.
Como experto. ¿Qué hacemos en Semana Santa?
Mantener la precaución, ser responsables y no bajar la guardia. Evitar los eventos sociales multitudinarios, procurar evitar los desplazamientos si no son absolutamente necesarios. Usar mascarilla y mantener la distancia social, etc. etc. En definitiva, seguir luchando con el coronavirus con todas las acciones que sabemos que funcionan y evitar poner en riesgo a nuestro entorno y a nosotros mismos.
¿La movilidad podría hacer que saltara una cepa nueva? ¿o no tiene nada que ver?
La movilidad puede facilitar la transmisión del virus a áreas extensas en poco tiempo, provocando un aumento en el número de infectados y cuanto mayor sea el número de infectados y más virus estén en circulación, mayor será la probabilidad de que surjan nuevas variantes.