Su acreditada incontinencia verbal, unida a la irrefrenable atracción que siente hacia cámaras y micrófonos, han vuelto a situar en el candelabro al presidente del Tribunal Superior de Justicia, José Luis Concepción, quien de un tiempo a esta parte se ha desprendido de cualquier complejo y hace gala sin cortarse un pelo de su pensamiento ultramontano.
“Conchito”, como se le conoce cariñosamente en los ámbitos judiciales, la ha liado de nuevo al negar el derecho democrático de poder formar parte del Gobierno de la Nación a una formación, el Partido Comunista de España, cuyos dirigentes y militantes pagaron un alto precio durante el franquismo y la transición -hace nada se ha cumplido el 44 aniversario de la matanza de Atocha- `en aras a enterrar la dictadura y sustituirla por un régimen de derechos y libertades.
“Yo creo que la democracia de un país se pone en solfa desde que el Partido Comunista, al que pertenece este señor, forma parte del Gobierno”, afirmaba hace unos días Concepción preguntado sobre las controvertidas manifestaciones de Pablo Iglesias sobre la “plenitud” de la actual democracia española. Aparte de que Iglesias no milita en el Partido Comunista, sino en Podemos, que es otra formación igualmente legal, resulta inaudito que un magistrado que preside un Alto Tribunal exprese públicamente un pensamiento predemocrático con el que, paradójicamente, otorga la razón al vicepresidente segundo del Gobierno.
Con Concepción vuelve a llover sobre mojado, o por decirlo en términos jurídicos, pesa el agravante de la reincidencia. El pasado año, el presidente del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Carlos Lesmes, tuvo que reprenderle públicamente por unas declaraciones en las que cuestionó el primer estado de alarma decretado por el gobierno Sánchez, sobre el que afirmó que se utilizaba para “fines distintos” a los de combatir la pandemia, concretamente para suspender “libertades fundamentales” de forma no suficientemente justificada.
El rapapolvo de Lesmes, puramente declarativo, no obró efecto alguno, al punto de que Concepción se jactó en una entrevista posterior de haber recibido “muchísimos más aplausos que críticas” por aquel cuestionamiento del estado de alarma. En esa misma entrevista, concedida a “El Mundo de Castilla y León”, el presidente del TSJ ya mostraba su fijación por Pablo Iglesias: «Fíjese que las dos instituciones que más se están atacando por determinados sectores son la Monarquía y el Poder Judicial. Quizás son las dos instituciones que signifiquen un dique de contención para las aspiraciones de todos aquellos que pretenden romper el Estado”, afirmaba Concepción en inequívoca alusión a Podemos. “Es lógico que quienes van a sufrir los rigores de la ley, de la Justicia, traten de desprestigiarla por todos los medios a su alcance”, añadía, presumiendo que Iglesias iba a acabar imputado en alguna de las investigaciones judiciales relacionadas con él o su partido.
El malestar en el seno del CGPJ por esta nueva salida de pata de banco del presidente del TSJ es patente y pudiera dar lugar a algo más que un mero rapapolvo por parte del órgano de gobierno de la Judicatura. Veremos.