[dropcap]A[/dropcap]ntes de tomar decisiones realmente importantes, suele haber un período más o menos prolongado de incomodidad / malestar / reflexión / llámalo X.
Si por ejemplo te planteas dejar a tu pareja, puedes pasar meses meditándolo. O años.
Si quieres cambiar de trabajo, más de lo mismo.
Si deseas dejarlo todo y mudarte al campo, ídem.
Habitualmente no se toman decisiones que impactan en tu vida de un día para otro.
Hacerlo no sería una opción demasiado inteligente, al menos en la mayoría de los casos.
En general, las personas tomamos decisiones básicamente por dos motivos: por amor (me mudo a otro continente porque he conocido el amor de mi vida / vuelvo a mi país para cuidar de mis padres / quiero tener un hijo) o por miedo / malestar (no soporto a mi jefe / vivir en este país es un infierno / si sigo con esta obesidad mórbida, lo voy a pasar realmente mal).
De acuerdo, estoy simplificando mucho, pero el amor y el malestar recogen la mayoría de motivos por los que tomamos decisiones importantes.
Y especialmente el malestar es un motor de cambio brutal.
La incomodidad no lo es, puedes acostumbrarte a ella, pero el malestar es oro.
Te pongo un ejemplo: si un ruido por la noche te provoca una cierta incomodidad, lo soportarás. Quizá tendrás que tomarte tres tilas, ponerte tapones o comprarte unos auriculares planos para dormir.
Pero si el ruido aumenta de decibelios, se vuelve realmente insoportable y no te permite descansar, lo aguantarás unos días, unas semanas o incluso unos meses, pero llegará un momento en que no puedas más y tendrás que hacer algo.
Y tú me dirás:A los ruidos la gente se acostumbra, no es un buen ejemplo.
Vale, es solo un ejemplo, pero hay ruidos a los que te puedes acostumbrar (el tren, las campanas de la iglesia…) y otros que resultan mucho más difícil de ignorar.
Cuéntaselo a los que viven cerca de una zona de fiesta (pre pandemia, las de toda la vida) que tienen que aguantar los gritos de la gente, o a los que escuchan día tras día un bebé que llora toda la noche. Tú diles que se acostumbren, a ver qué te contestan.
Si el malestar es muy elevado, te resultará mucho más fácil tomar una decisión.
Por lo que en este caso estaría bastante de acuerdo con la mítica frase de Mariano Rajoy «Cuanto peor, mejor».
Cuanto peor lo pases, más fácil será que reacciones antes y tomes una decisión.
El hartazgo nos lleva a tomar decisiones y buscar nuevos horizontes, especialmente cuando tu integridad física se ve amenazada, o en casos menos graves, tu calidad de vida está disminuyendo.
Tomar una decisión no tiene por qué ser la solución inmediata.
A veces es bastante más complicado.
Pero ya es una decisión, ya mueves ficha, y ese movimiento puede ponerte en el camino de la solución.
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