[dropcap]D[/dropcap]e vestidos de ceremonia a ponerse a coser mascarillas. La diseñadora Fely Campo recorre lo que ha sido este año, con sus momentos duros y buenos, como cuando un empresario salmantino donó cubre colchones o telas los de Decoración De Cabo y los profesionales de Fely Campo y Fashion hicieron batas y gorros para residencias y hospitales de Salamanca. También como señoras se pasaron 12 horas diarias cosiendo mascarillas. “Hicimos miles. Esos primeros meses hubo mucho movimiento”.
De ésta salimos juntos o no salimos.
Sí, lo tengo muy claro. Va a haber una parte muy importante que sí se unirá, pero otra pasa de todo. Se cree inmune. Hemos recuperado la familia, un poco de tiempo, la casa,… En la moda va a haber unos cambios brutales. Ese consumo loco, sin ideas. La sociedad tiene que cambiar, porque no íbamos a ningún sitio.
Una parte muy importante de tu sector eran los eventos.
Te diría que hasta marzo de 2020 era 100%.
Estarías trabajando con novias, madrinas,…
Sí y con tiendas que nos hacían peticiones constantes hasta el 12 de marzo. Un año que empezábamos increíblemente bien.
Sabías como empezabas…
Pero, no es cuestión de empezar bien. (Risas) Si hubiera apostado por la ceremonia, habría tenido que cerrar hasta el año que viene, porque somos mucho y no había ni un vestido.
¿Intuiste que iba para largo?
Sí, desde el primer día. Cerré la tienda un día antes de que nos fuéramos a casa. En una semana supimos que ese año en mi negocio, no habría nada. Nunca tuve la sensación de que iba a ser para 15 días. Una vez que nos mandaron a casa, nada pasa tan rápido. Tomar esa medida de un confinamiento, significa meses.
¿Reinventarse o morir?
Sí. Comencé a trazar mi plan.
¿Qué fue?
Al principio, con una cooperativa de Tamames, comenzamos a coser mascarillas para residencias, hospital,… con tejidos que teníamos por aquí. Mientras hacía esto, proyectaba cómo íbamos a sobrevivir. En el primer momento, te dicen que en dos meses no pagas Seguridad Social, pero tienes que afrontar los gastos de instalaciones, mil cosas y el después. ¿Qué iba a pasar?
¿Qué pasó?
De los vestidos de fiesta y de novias a las mascarillas. Busqué la mascarilla homologada por el Gobierno y me puse con ello para lograr la certificación. Pedí ayuda a las instituciones, llamé al Ayuntamiento y les dije: Si vais a comprar mascarillas en China, compradlas aquí. No quería ganar dinero, pero sí conservar los puestos de trabajo y las cooperativas con las que trabajo. Me dieron las mascarillas y las hicimos con mucho diseño. Tenemos como setenta modelos distintos. Muchas empresas de Salamanca me apoyaron. Estoy muy agradecida. Hemos sobrevivido solo de hacer mascarillas.
Has sido profeta en tu tierra…
Sí. De verdad. Muy agradecida porque las empresas y la gente de la calle hayan apostado por nosotros. Así, hemos pagando las nóminas, los impuestos,… y todo se queda aquí. Hago un llamamiento a que volvamos a conocer al vecino, porque la única forma de salir en ciudades pequeñas, como es Salamanca, es consumiendo nuestro propio producto y apoyándonos entre nosotros. No podemos vivir de esa forma tan independiente. Me gustaría que hubiera comunidad otra vez. Aquí lo tenemos todo, si te vas a Madrid, nos quedamos sin nada.
Salamanca convertida en un parque de atracciones para que vengan los turistas a ver los monumentos…
Pero ahora no hay turistas. ¿Qué hacemos? Nos morimos de hambre. Hay que consumir en nuestros bares, ir a la peluquería, comprar en nuestras tiendas,… al final repercute en todos nosotros.
¿Vamos a sacar algo positivo?
Sí, mucho. Mi madre siempre me decía que de las situaciones más terribles de la vida, puedes sacar algo positivo.
Cuéntanos…
He vuelto al Prêt-à-porter, hemos sacado una línea nueva Out’N About. Hemos puesto en marcha una tienda online. Esto está para quedarse.
¿Te lo habías planteado antes?
Sí, pero no tenía tiempo. El trabajo diario era mucho y lo íbamos dejando. Ahora, hemos tenido tiempo. Para mí volver al Prêt-à-porter es lo máximo, porque era lo que más me gustaba. Hemos encontrado álbumes de hace 20 años. Me encanta, estoy muy entusiasmada, a pesar de los problemas económicos.
Te suena el teléfono y es Pedro Sánchez que te pide consejo para invertir/gastar los 77.000 millones de euros que llegan España de los Fondo Europeos para la Recuperación Económica. ¿Qué le dirías?
Que lo destinara a la empresa, al tejido empresarial y autónomo, porque es riqueza para el país. Habría menos paro, los ciudadanos más contentos.
¿En qué tipo de empresas?
Viables. En empresas que tenían una facturación media, buena, que funcionaban bien antes de la pandemia. No con créditos que tengamos que devolver, con ayudas directas, que confíen en nosotros. Sí en 2019 facturábamos eso, cuanto esto pase, volveremos a tenerla y no vamos a despedir a nadie. También en los autónomos que iban bien. El problema que viene, que lo sabrán, es que como no alarguen los ERTEs, cuando lleguen los trabajadores a las empresas, se van a convertir en EREs masivos.
¿Tienes miedo de que se desperdicien esos fondos?
Un poco, porque a veces se ha dado dinero a cosas inútiles, que no tenían recorrido.
¿Por ejemplo?
Hay edificios enormes para temas empresariales que están cerrados y no se sabe para qué se construyeron. Soy partidaria de dar trabajo, no subvenciones. No se puede vivir de las subvenciones, ni acostumbrar a las personas a una ayuda de 400€ por aquí y a mi pareja, 500€ ¿Para qué van a trabajar? Hay que buscar un plan y quién recibe estas ayudas, realice algún tipo de trabajo social. Por ejemplo, que acompañen a las personas mayores, que ahora hay muchas, a salir de casa. Sería una forma de integrarse en el trabajo poco a poco, de dignificar esas ayudas.
¿De esta crisis el que sale lo hace más fortalecido y el que no, se hunde?
Pienso que sí. Los que hemos aguantado hasta aquí, a poco que salgamos, volveremos al mercado. Otras empresas ya se han quedado por el camino y es una pena.