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«En Salamanca hemos tenido más llamadas de personas con miedo al futuro»

Moncho Campos, coordinador de formación en el Teléfono de la Esperanza en Salamanca
Moncho Campos, coordinador de formación del Teléfono de la Esperanza. (2)
Moncho Campos, coordinador de formación del Teléfono de la Esperanza.

 

[dropcap]A[/dropcap]provechamos que el Teléfono de la Esperanza cumple medio siglo para echar un rato con Moncho Campos, coordinador de formación en el Teléfono de la Esperanza, además de hablar de cómo han cambiado las llamadas durante este año de pandemia, insiste durante la charla en que la sociedad está muy incomunicada a pesar de los medios tecnológico, hemos querido preguntarle qué le diría a Pedro Sánchez si llamara pidiendo consejo para invertir 77.000 millones de euros de los Fondos Europeos para la Recuperación. 

Moncho Campos comienza la conversación hablando de que hay veces que sólo con contar un problema, se va. «La función del Teléfono de la Esperanza es permitir que hablen, se desahogue, que vaya diciendo lo que quiera,… y luego orientar, sin aconsejar«, explica Moncho Campos, coordinador del Teléfono de la Esperanza de Salmanca.

Moncho, ¿cómo se orienta sin aconsejar?
Diciendo por ejemplo: ‘Ha pensado usted en la posibilidad…’ ‘No cree usted que a lo mejor haciendo esto…’Nunca le decimos tienes que hacer esto. Además, las personas saben muy bien lo que tienen que hacer, lo que pasa es que no se deciden.

¿Nos puedes contar alguna llamada en este sentido?
Sí, una que recibí cuando hacía noches. Estuve 15 años en el turno de noche. Me llamó una señora y me pregunta que para qué estamos ahí. Le respondo que para escuchar. Me dice: ‘¡Ah, sí!, pues me va a escuchar’ (Risas) Y comienza a hablar y hablar. Lo único que le dije fue: ‘Ah, sí, sí, bien’. Cuando terminó de hablar me dijo: ‘Usted es muy listo, ¡si por algo están ahí! No sabe usted los consejos que me ha dado. ¡Cómo me ha calado! Voy a hacer todo lo que usted me ha dicho y voy a decirles a mis amigas, que les llamen. Muchas gracias’.

(Risas)

No le había dicho nada, pero ella misma al hablar fue encontrando soluciones. Por aquí va un poco nuestra tarea.

Moncho Campos, coordinador de formación del Teléfono de la Esperanza. (2)
Moncho Campos, coordinador de formación del Teléfono de la Esperanza.

¿La pandemia ha hecho que haya más llamadas?
Sí. Hemos subido un 60% con respecto al año pasado, 2.420 llamadas en Salamanca.

¿Han sido distintas a otros años?
Sí, ha habido un matiz de la pandemia. Antes eran más de tipo psicológico, de que se encuentran mal, desajustes amoroso, falta de comunicación, tristeza, depresión,… todas eran como más íntimas, más personales. En cambio, las de la pandemia ha sido más sociales, de problemas económicos, de no encontrar un sentido para su trabajo,... más hacia afuera. Las personas no son tontas, saben donde llaman y para qué llaman. Aquí no hay recursos económicos, ni alimenticios,…

¿Crees que es por estar en casa o por estar solos?
Por las dos razones. La soledad es la primera causa para que las personas nos llaman, aunque vivan en familia y les vaya bien, se sienten vacíos. Las personas necesitan comunicar cosas que normalmente no se dicen a los círculos cercanos. Nosotros tenemos la ventaja de que el Teléfono de la Esperanza es anónimo y gratuito.

¿Y la segunda causa?
La económica, el miedo al futuro. Esta crisis sanitaria trae consigo problemas económicos, familiares, de empleo,… Todo esto ha influido mucho en la situación mental, por lo que hemos tenido más llamadas de personas con depresión, más paranóicos, con ansiedades, angustias, miedo al futuro,… Sobre todo fue durante los primeros meses de la pandemia, ahora ha bajado un poco.

¿Qué perfil llama?
De todo tipo. En Salamanca muchos universitarios que no ven sentido a su vida futura, que están muy aislados, que no tienen amistades, que no encuentran sentido a lo que están haciendo,… No obstante, lo que más llaman son mujeres entre 50 y 70 años con todo tipo de problemas. También personas de la tercera edad. Hay una señora que nos llama muchas noches y nos dice: ‘¿Oigan, están usted ahí?’ Sí, aquí seguimos. ‘Pues ya me puedo acostar tranquila. Muchas gracias’.

Quizá solo sea para que una persona le de las buenas noches.
(Moncho asiente)

Debe de ser muy duro que nadie te de las buenas noches una y otra noche…
Influye. Hay personas que nos llaman porque no han hablado con nadie en todo el día, porque no tienen vecinos, familiares y no han salido a la calle. Necesitan oír una voz humana.

¿Qué les decís?
Hablamos de cómo ha ido su día y se sosiegan. Nos dan las gracias.

Por curiosidad, cuando ayudáis a personas, no solo dándoles las buenas noches, si no con asuntos más delicados, como pueden ser que quieren quitarse la vida, ¿recibís esa llamada de agradecimiento por haberles ayudado?
(Se lo piensa) El 90% no. En los casos graves, en los que hemos estado 45 minutos, no podemos estar más porque la persona se repite y el voluntario no tiene capacidad de seguir atendiendo, donde hay pensamientos negativos, maltratos, intentos de suicidio,… no suelen llamar para dar las gracias. Algún caso en el que hemos intervenido durante varias llamadas, donde ha habido un seguimiento por parte de los psicólogos, pues sí, suelen dar las gracias.

Moncho, ¿Cómo lo afrontáis?
A nivel de escucha, los voluntarios tenemos técnicas para distanciarnos. De hecho, cada año cuatro o cinco voluntarios se marchan, porque es muy duro. En el momento que estás escuchando, lo vives intensamente, si has conseguido ayudar, te queda esa sensación de haber hecho bien, de que has ayudado,… Otras veces, son situaciones difíciles, pero con esas técnicas de distanciamiento, no te llevas el caso a tu casa. La vida es de la persona que llama y nosotros no podemos ser responsables. Intentamos lo que podemos, no sabemos si hemos ayudado, pero el turno se acaba y nos voy a casa.

Además no siempre se pueden solucionar todo…
No. Una vez que nosotros los escuchamos, les ofrecemos información sobre asociaciones que pueden echarles una mano. Por ejemplo, nos llama una personas con problemas de drogas les informamos de que en Salamanca hay tres centros que pueden ayudarles -Proyecto Hombre, Cáritas y Cruz Roja-. Lo mismo si llama una mujer maltratada, la escuchamos y después le facilitamos, si quiere, el contacto con una asociación. Derivamos. Nosotros es la acción de choque, el relajarlos,… Aquí llaman llorando y no pueden hablar.

Cuando llaman, es porque reclaman ayuda, además marcan un número…
Exacto. Tenemos bastantes llamadas que nos dicen: ‘Tengo pensamientos suicidas’. Pero, si los tienen y llaman es que lo están pasando mal y piden ayuda.

¿Hay horas más ‘solicitadas’?
Sí y también fechas. Navidades, Semana Santa, sábados, domingos… Normalmente, por las mañanas, hasta las 11.00 horas; por las tardes de 17.00 a 19.00 horas. Pero, las más numerosas son por la noche, hay momentos que es una tras otra y a veces las llamadas son muy duras.

Moncho Campos, con tres voluntarios del Teléfono de la Esperanza.
Moncho Campos, con tres voluntarios del Teléfono de la Esperanza.

¿Cuántos personas voluntarias hay en Salamanca?
Hemos hecho una fotografía donde había cuatro voluntarios, pero es una imagen ‘tramposa’.

¿A qué te refieres?
A que hay más mujeres voluntarias que hombres. En Salamanca, hay siete hombre y más de 30 mujeres.

¿La voz de una mujer siempre es más demanda?
Por supuesto. Hay personas que cuelgan si el que contesta es un hombre. Quieren mujeres.

¿También tenéis llamadas de groseros?
Sí, llaman e inventan tonterías.

¿Las hay de habituales?
También. Hay personas que llaman una docena de veces por noche.

¿Sí?
Por ejemplo: llaman y le contestamos desde Salamanca, cuelgan, vuelven a marcar y le salta el Teléfono de la Esperanza de Valencia,… y así todas las noches. Tenemos un caso muy especial, lo conocemos porque de cada llamada tenemos que hacer una ficha, es anónima para estadística. A esta persona la llamamos ‘el hombre del pene grande’.

¿¡De verdad!? (Risas)
Tiene un problema, porque según él su miembro es muy grande y cuando va con las mujeres, éstas se asustan. Todo se lo inventa. Llama y si es un hombre, cuelga. Si es una mujer, empieza a hablar y hablar.

¿Qué le dicen las voluntarias?
Le suelen decir: ‘Le hemos dicho que este teléfono no está para esto’. ¡Llama 17 ó 20 veces al día!

No hace otra cosa que presumir. Quizá así surgió el meme del ‘negro del whatsapp’.

(Risas)

Moncho Campos, coordinador de formación del Teléfono de la Esperanza.
Moncho Campos, coordinador de formación del Teléfono de la Esperanza.

¿Quién puede ser voluntario?
Cualquier persona. No necesita estudios, ni vehículo,… Tiene que tener una buena voluntad de escuchar y ayudar. Además de hacer varios cursos, uno es de convivencia, de conocimiento de uno mismo. No podemos ayudar a otra persona, si no nos conocemos a nosotros mismos. Este curso se completa con diez sesiones de trabajo. El segundo es sobre comunicación interpersonal y sus técnicas, con otras diez sesiones. El tercero es sobre la filosofía del Teléfono y las técnicas. Tenemos un periodo de co-escucha. La preparación suele durar unos 18 meses. Somos la única ONG que tiene un premio internacional de formación de voluntariado. Este año no podemos hacerlos por la pandemia.

Cuando terminan la formación…
Se les da un aplauso y le decimos lo que va a cobrar (Risas) El voluntario elige el horario de la semana que quiere y puede. Ahora, hay algunos que lo hacen desde su casa, pero cuando no había pandemia, todos venían aquí. Esperemos que todo vuelva a la normalidad.

Moncho. ¿De ésta salimos juntos o no salimos?
Sí. Creo que tenemos que salir juntos. Es algo que lo tenemos muy interiorizado en el Teléfono, nos llaman personas solitarias, aisladas,… y descubren el hecho de la fraternidad, de la solidaridad y que no están solos. Y sí, o salimos junto o nos va a costar mucho salir de ésta.

Te suena el teléfono y al otro lado está Pedro Sánchez. Te pide que lo aconsejes cómo invertir de la mejor manera posible los 77.000 millones de euros de los Fondos Europeos para la Recuperación. ¿Qué le dirías?
Le diría: ‘Querido Pedro, como buen socialista tienes que ser solidario con los más necesitados. Sé que tenéis que ayudar a las grandes empresas, a mucho empresariado que te va a pedir dinero, que lo necesitan, porque todos dependemos unos de otros. Pero le diría: Pedro, no te olvides de los autónomos, de los que no han tenido ayudas, de los más pobres,… Reparte un tanto por ciento bastante grande de esos millones entre los más débiles de la sociedad, sobre todo por ser consecuente con el socialismo.

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