Hablar con la perspectiva que da el tiempo es uno de los mayores tesoros que puede ofrecer la vida para poder analizar los errores y aciertos de algo.
Y mucho más si se trata de una pandemia como la de la Covid-19, que nos pilló a todos con el pie cambiado, y se está empeñando en cambiarnos la vida para siempre; porque, tengan clara una cosa, después de todo esto, ninguno volverá a ser igual que antes.
Uno de los testimonios más humanos y realistas viene de la mano de Miguel Ángel Delgado, médico de Urgencias del hospital de Salamanca, quien analiza desde la tranquilidad todo lo que ha vivido, lo que ha sentido y lo que le puede quedar por padecer… pueden aplicarlo a todos los sanitarios, a muchos de nosotros, vosotros y ellos.
Ha pasado más de un año desde que empezó esta pesadilla; ¿cómo ha cambiado su vida profesional?
Profesionalmente, la verdad es que no sé muy bien qué decir, son muchas cosas… hemos aprendido a hacer una medicina distinta y a resistir de una manera diferente, a tener más cerca el sufrimiento de los pacientes y familiares que hemos visto.
Estamos pasando por un periodo en el que parece que no existe otra patología porque todos los que llegaban eran covid; mucha gente se quedaba en casa por miedo y ha sido un error. Nos cambió todo y tuvimos que adaptarnos a una nueva patología y enfermedad que aún no sabíamos que iba a ser… como tampoco lo que nos iba a pasar a los pacientes y a nosotros.
En un principio, la gente llegaba en una situación muy mala y con la infección de covid muy avanzada; incluso algunos morían nada más llegar al hospital y hubo un momento en el que pensamos que esto iba a terminar con nosotros. Pero una vez que pasaron los primeros días y vimos que no dejaba de llegar gente, sabíamos que teníamos que hacer las cosas bien y seguir luchando hasta el final.
Además, todos estábamos muy dolidos porque la información que se daba no era la real; hace un año comentaba que por qué no se informaba de la enfermedad en realidad y cómo debíamos ir poco a poco recuperando la vida social; creo que se desaprovechó una gran oportunidad entonces para poder decir a la gente lo que había que hacer. Nos dolió mucho que hubiese desinformación.
Como ha dicho antes, ‘desapareció’ el resto de las enfermedades…
Nos adaptamos a otra cosa distinta; nos preguntábamos dónde estaban los cólicos renales, los ictus, los infartos porque seguían existiendo. Claro, luego un alto porcentaje de personas moría por otras causas que no eran covid al lado de personas infectadas. Fíjate hasta dónde llegó el extremo que una persona firmó el alta voluntaria con un infarto y se marchó a su casa por no estar en el hospital…
Hemos hablado de lo profesional; pero, ¿cómo afectó a está afectando a su vida personal?
Está claro que, en este apartado, a cada sanitario le ha afectado de una manera diferente; está claro que ha sido muy duro, pero cada uno tiene su forma de ser, su capacidad de adaptación… eso sí, no podemos negar que ha sido un sufrimiento porque muchos lo pasaron mal y algunos no se han recuperado aún.
Nuestra vida se convirtió en ir a trabajar, ir a casa a dormir y a comer un poco y volver al Hospital; todos los días eran iguales y encima, el momento que estabas en la calle, no había nadie. Era muy duro ver y asimilar todo y vivíamos como podíamos.
Pero, por otro lado, los sanitarios dimos las gracias por poder estar en un lugar en el que podíamos ayudar a la gente, sabíamos que éramos útiles a la sociedad y eso nos llenaba de fuerzas para seguir.
¿Se ha contagiado en algún momento durante la pandemia?
Pues he tenido la suerte de no haberme contagiado y no haber llevado el virus a casa; muchas veces, hay más peligro fuera que en el hospital. Todo esto demuestra que si sigues las normas y tienes precaución puedes no contagiarte. Si hay tantas infecciones fuera del hospital, es porque no hace bien las cosas. Es verdad que hemos tenido algún caso de gente que no sabe dónde se ha infectado, la mala suerte también existe.
Después de haber visto tantas cosas durante todos estos meses… ¿se inmuniza uno al dolor?
No, el sufrimiento forma parte de la vida, igual que el dolor y la muerte. Siempre se lo digo a los pacientes, la salud es un bien pasajero y no sabemos disfrutar de los buenos momentos que tenemos. No nos podemos acostumbrar al dolor, ya no solo del covid o de la pandemia, me refiere a la enfermedad en general.
Llevo casi 30 años trabajando en urgencias, es mucho tiempo, y todavía me toca llorar algunas veces; aunque muy poca gente se lo imagine, duele el sufrimiento de los demás y en ocasiones sales de la guardia hecho polvo, no solo por el trabajo y sí por darme cuenta de que esto es una procesión del dolor, cada camilla es un paso del dolor… después de Navidad ha sido todo muy triste porque teníamos familias enteras que se infectaban e ingresaban o alguien que venía de enterrar a su mujer o marido, o ancianos que venían los dos muy malitos después de dejar a su hijo de 50 años muerto en casa… cosas como éstas no se olvidan y es bueno que no se olvide. Aprendemos muchas cosas de nuestros pacientes.
Ha pasado mucho tiempo ya, pero ¿recuerda cómo empezó todo?
Todos sospechábamos que el virus estaba aquí mucho antes de dar la voz de alarma; en febrero ya veíamos pacientes con infecciones que nos extrañaban y chocaban con lo que estábamos acostumbrados; estaba entre nosotros. Vimos pacientes a finales de enero con una neumonía bilateral que, revisando todo, eran las neumonías de la Covid-19.
Tenemos claro que hemos convivido con esto muchas semanas antes del 14 de marzo… ya me gustaría saber por qué no se actuó antes. Pero también digo que gestionar una pandemia que afecta a todo el mundo no es nada sencillo y ahora no es cuestión de meter el dedo en el ojo. No se hizo bien, pero si hasta la OMS, imagina… Todos tenemos una parte de culpa porque pensábamos que en el siglo XXI esto no iba con nosotros y ahora ha venido un virus para que bajemos de la cumbre y seamos humildes.
¿Hacemos caso o nos cuidamos lo suficiente?
Mira, el virus lleva su ciclo y nosotros no somos más que el vehículo, el lugar donde vive, su almacén y su laboratorio; es un okupa y cuantos más seres humanos ocupe, más cepas nos sacará. Más vale que nos cuidemos; esto terminará cuando llegue el acuerdo de amistad entre el virus y nosotros y eso solo pasa por la inmunidad natural o con la vacunación. Tenemos que dar las gracias porque en menos de un año hemos tenido varias vacunas.
Lo más importante es que la gente sea consciente de que el protagonista de nuestra salud somos nosotros mismo; el sistema sanitario puede ayudarnos, pero no enfermar nosotros y hacer enfermar al resto, es cosa nuestra.
En la peor época de la pandemia, ¿cuánta gente llegaba a pasar por urgencias?
(Suspira) Es algo que ahora no puedo decir porque no me sé los datos de memoria, pero muchos… al principio y durante los primeros días, comentábamos los compañeros que no podíamos continuar así, porque se nos caía la gente mientras esperaban en los pasillos y aún no estaba el circuito Covid. Luego es cierto que enseguida el Hospital se organizó muy bien y me acuerdo de que ni nos conocíamos cuando nos cruzábamos por los pasillos porque íbamos ‘disfrazados’; aquellos era un circuito de fantasmas, pero nos ayudó mucho y fue clave para controlar la pandemia.
Recuerdo también que en la planta de cirugía había 30-40 camas que estaban llenas de pacientes covid antes de poder ser ingresados en planta y hubo que hacer uso también de Los Montalvos. Esa primera ola fue durísima, más que la de después de Navidad; ahora estamos ya con la cuarta y esperemos que no sea tan agresiva.
Notamos que hay más casos y seguro que los ingresos van aumentando con el paso de los días y las semanas, como ya ocurrió antes.
De todo lo vivido, ¿qué es lo que se le ha quedado grabado en la mente?
Bueno, aquí cada uno podrá decir una cosa, hay tantas historias vividas y que contar… pero yo tengo un recuerdo de una paciente que venía hecha polvo la pobre; tendría entre 60-70 años y llamó al teléfono de Sacyl explicando lo que le sucedía, se le aconsejó aguantase en casa si estaba bien. Vivía con su marido y les dijeron que se aislasen el uno del otro; entonces, una mañana cuando se levantó, se encontró a su marido muerto en la cama y ella se tuvo que ir al hospital porque no aguantaba más. No se me ha olvidado su cara aún.
Otro ejemplo fue el de dos abuelitos de 80 años a los que contagió su hijo; me contaron que ellos se fue a dormir la siesta y ellos al ver que no se levantaba fueron a ver qué pasaba y también se lo encontraron sin vida… y hay más casos así. Una persona joven, sin patologías y sana también puede tener muchos problemas. La carga viral y la respuesta de cada sistema inmune es diferente y por eso creo que es mejor no enfrentarse a este virus, porque de amigo no tiene nada. Nos hace polvo la vida…
Los sanitarios dicen que para los familiares y los enfermos lo más duro ha sido dejar a un infectado en urgencias sin saber si se volverán a ver…
Ha sido más duro que eso porque la mayoría de los pacientes está solo y no tiene ningún tipo de contacto con su familia; la única vía de contacto es vía telefónica con la enfermera o el médico en cuestión haciendo de enlace entre ellos.
Los sanitarios lo hemos hecho lo mejor que hemos podido, porque con tanta afluencia de contagiados era muy difícil compaginar la atención a los enfermos con el hecho de tener que informar a unos familiares nerviosos por no saber nada del paciente ingresado. También he de decir que nunca he visto enfermos con más paciencia que ahora, con gran resistencia al dolor y al sufrimiento. Veíamos el miedo en la cara, algo que nunca habíamos visto hasta ahora; poco a poco nos hemos tenido que acostumbrar a esto.
Al margen de la Covid-19, que ya es mucho, hay otra pandemia… ¿no?
Sí, está claro; el síndrome de fatiga crónica o el agotamiento social son dos factores muy importantes. Muchos consultan sobre estos hechos sin haber estado contagiados o tras haber pasado la enfermedad, así como la descompensación de sus otras patologías. La fatiga crónica es algo que ocurre, pero no solo en pacientes con covid permanente o prolongado. El otro día vino una paciente que pasó el covid y no termina de recuperarse y me dijo: “Tengo ganas de asesinar a alguien”, y es la primera vez que me pasa algo así. Le dolía la cabeza, estaba hecha polvo, se agotaba, se le dormían las manos… es muy significativo cómo están los pacientes y su agotamiento. Otro ejemplo fue el de un paciente de 50 años, que sin ser enfermo de Covid-19, un industrial, refería llevaba tiempo mal y le dolían las piernas, la cabeza, los brazos…
Este cansancio, ¿hasta cuándo vamos a tener que soportarlo?
No soy adivino ni quiero serlo, pero creo que hasta dentro de un año no podremos bajar la guardia. Creo que hasta el próximo verano nos debemos mantener alerta y saber convivir con el virus, aunque esto produzca aún más agotamiento. Hay gente que se muere por patologías que no son Covid, gente que no puede trabajar, que no tiene para comer…
Debemos ser muy cautos, pero es necesario llegar a un acuerdo con el virus, siendo nosotros los protagonistas para hacer las cosas bien.
Han pasado ya olas y llega una cuarta… ¿hemos aprendido algo?
Creo, espero y deseo que sea menos agresiva y menor que la de después de Navidad. Hemos visto, por ejemplo, que la gripe ha desaparecido; era muy frecuente que en enero y febrero se llenase el hospital con este tipo de casos con muchas muertes también. Notamos que cada dos o tres años hay una epidemia de la gripe más agresiva y este año, la gripe se llama Covid y ha llenado las UCIs.
Creo sinceramente que, si de esto no aprendemos, habremos dejado escapar una gran oportunidad para ser mejores seres humanos y sociedad.
1 comentario en ««Llevo casi 30 años trabajando en Urgencias y todavía me toca llorar algunas veces»»
Como se atreven a hablar de listas de espera. Me han tenido un año tomando antibióticos para comprobar no se qué en mi cuerpo, en Julio me tenían que haber citado, tengo además las prescripciones de análisis y ecografías, y esta son las fechas en que no se nada y supongo que un año de antibióticos no habrá sido lo mejor para mi organismo, cada día me encuentro peor y me tengo que aguantar, que sanidad pública es esta?