Opinión

La cuarta edad

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Mayores para vacunarse en el Multiusos. (Foto: Almudena Iglesias Martín) ARCHIVO.

[dropcap]C[/dropcap]elebramos el aniversario de la segunda República, que fue un intento de progreso frustrado por una conspiración reaccionaria que empezó a gestarse el mismo 14 de abril. Y lo celebramos -algunos- al calor de un manifiesto por el «sueño eficaz de la República”, manifiesto que suscribo de cabo a rabo y que se hace público a la sombra de las maniobras del ministro Escrivá, cuyo objetivo es adaptarnos -carne póstuma- a la nueva economía. Que como saben es la economía de la posmodernidad, en la que se ingresa, sí o sí, vivo o muerto.

Dado que lo de Pedro Sánchez, Nadia Calviño, y el ministro Escrivá, huele a nueva estafa e incumplimiento de contrato electoral (da igual que nos refiramos a reforma laboral, fortalecimiento de los servicios públicos, o pensiones) ¿Ha llegado ya el momento de que Unidas Podemos se plante y no colabore más en esa involución?

A los dueños y amos de todo esto, parientes -aunque sea ideológicos- de aquellos otros reaccionarios de antaño, les da igual que nos incorporemos vivos o muertos a su futuro distópico, como les da igual que en este triste periodo de pandemia el motor económico del «libre mercado» exija su tributo diario de muertos por COVID para que al ídolo no se le oxiden las bielas ni le aniden las dudas.

Todo el contexto nos indica que nos han vendido de nuevo la moto, y que lo que se compra a ciegas como posmodernidad y gran avance en la Historia es en realidad el «gran retroceso» de la misma, que nos devuelve por la vía rápida y expeditiva a aquel tiempo de ídolos falsos y sacrificios humanos, maquillado no con purpurina de becerro de oro, sino envuelto el regalo en tecnocracia, cleptocracia e inteligencia artificial, que han de sustituir en breve no solo a la soberanía democrática, sino a la misma inteligencia humana, la cual, atrofiada por falta de uso, quedará (ya digo) en carne póstuma de la cuarta edad a la que se explotará hasta el mismo final de sus días.

Y es que el ministro Escrivá, coherente con el PSOE de las últimas décadas, tan forofo a machamartillo del catecismo de Reagan y Thatcher, está dando a luz una nueva edad de nuestra biografía biológica y laboral, la cuarta, más flexible que la tercera que conocíamos hasta ahora, y que impele y ordena a los ancianos que se reinventen y mueran con las botas puestas en el tajo, demostrando que -aunque con artrosis y cardiopatías varias- son flexibles, y si tienen la suerte de que el coronavirus les respete y no se los lleve antes por delante.

Un futuro en el que los ancianos que merecen descansar, estorban y consumen, y si no se les abandona a la intemperie para que entreguen su último aliento

Como ven, un futuro de amanece que no es poco, de Londres con Faulkner, todo en el mismo pueblo, y en el que los ancianos que merecen descansar, estorban al parecer y consumen (realmente muy poco comparado con lo que roban otros), y si no se les abandona a la intemperie para que entreguen su último aliento, como en «La balada de Narayama», que sería demasiado cruento pero más rápido, se les abandona achacosos en el tajo con el mismo fin.

Lo cual nos demuestra que los autores del libro mencionado más arriba, «El gran retroceso», junto a muchos otros sabios y teóricos de inspiración humanista que desde hace tiempo nos advierten de esta deriva (la posmodernidad como movimiento reaccionario), estaban bastante acertados en sus predicciones y diagnósticos.

De este abandono, desprecio y maltrato de los ancianos que cada vez más caracteriza a nuestra sociedad avanzada y ultrainteligente, hemos tenido una prueba reciente con lo ocurrido en las residencias de ancianos a raíz de la pandemia.

Esta contingencia vírica puso al desnudo no solo la situación real en muchas de esas instituciones, sino la actitud de indiferencia y ceguera voluntaria de las Instancias oficiales, que dejan hacer («laissez faire») por exigencias del guion, es decir, por exigencias del lucro y la patronal.

Y luego está «Nomadland», la película de ahora mismo, coetánea de la debacle.

Ambigua, siniestra y luminosa al mismo tiempo. Sobre ancianos y gente mayor a la intemperie. Entre el desastre asumido, el estupor, y la rebeldía última e íntima como flor poética en el lodazal.

Caben interpretaciones.

Posdata: Manifiesto por un nuevo republicanismo. El sueño eficaz de la República.

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