Teresa Juanes Toranzo, jugadora y entrenadora del equipo femenino de voleibol de la Universidad de Salamanca analiza cómo se ha enfrentado a una temporada llena de dificultades marcada por la Covid 19.
“A veces es difícil encontrar el punto intermedio entre ser amigas de las jugadoras y buscar la exigencia”, confiesa en una entrevista en la que señala que cada año es un reto nuevo, por lo que hay que tener capacidad para reinventarse.
Texto: María Sánchez Condado
¿Cómo ha sido esta temporada?
La temporada ha sido difícil. Comenzamos a entrenar más tarde y no pudimos hacer la pretemporada. En otros equipos, la mayoría de las jugadoras es de donde entrena y se puede reunir desde agosto para entrenar; nosotras, al ser un equipo universitario, empezamos a mediados de septiembre.
Ahora mismo, somos trece jugadoras en el equipo. En la temporada de fichaje pude conseguir a tres jugadoras más, aunque a lo largo de la temporada hemos estado diez. Dos de las jugadoras tuvieron problemas no deportivos, por lo que tuvimos que ir a varios partidos prácticamente sin cambios. Recuerdo uno, en Ourense, donde solo fuimos seis jugadoras, cuando lo normal es que jueguen siete; fuimos sin líbero y sin colocadora, pero fue uno de los partidos donde mejor nos lo pasamos.
¿Cómo empezó todo?
Empezamos fatal la temporada, porque al principio de la liga no entrenamos, no hacemos pretemporada y los primeros partidos nos cuestan muchísimo. Terminamos bien el año natural, que es cuando empezamos a coger ritmo, pero con el parón de Navidad fuimos otra vez un poco hacia abajo. Desde que hicimos el último entrenamiento en diciembre hasta que volvimos a entrenar en enero pasó mas de un mes. Además, nos vimos con la dificultad de no poder entrenar después de Navidad, ya que la universidad hizo test masivos de Covid a la comunidad universitaria en el pabellón en el que entrenamos, por lo que no lo teníamos a nuestra disposición.
Perdimos también algunos partidos contra rivales directos, pero cuando volvimos a tener un ritmo normal de entrenamiento, conseguimos puntuar bastante bien, especialmente en los seis últimos partidos.
La liga acabó el primer fin de semana de Semana Santa. Este último partido lo jugamos en Valladolid. Es muy duro ver como siempre nos quedábamos a puntos de ganar sets, y a sets de ganar puntos. Eso sí, estoy más que orgullosa de como ha acabado el equipo, que al final, es lo importante. Finalmente, hemos quedado séptimas de diez equipos.
¿Qué dificultades habéis tenido para entrenar debido a la Covid-19?
En los primeros entrenamientos, la universidad no permitía entrenar más de cinco personas, por lo que tuve que hacer captación. Las horas que tenía de entrenamiento las dividía en ciclos de cuarenta y cinco minutos para poder entrenarlas a todas. Fue una locura.
Además, al principio estábamos un poco reticentes a la hora de empezar; de hecho, las universidades de León y Burgos se echaron para atrás. La liga seguía incluso cuando parecía que era una locura, pero decidimos seguir adelante, ya que contábamos con el apoyo de la universidad. Esa pequeña normalidad que hemos tenido este año nos ha dado la vida, por lo menos a mí. Ha sido difícil, pero peor hubiera sido encarar este año sin entrenar y sin jugar.
Aparte de esas medidas, desinfectamos los balones antes y después de entrenar, entrenamos con mascarillas, aunque al principio la universidad no nos lo puso obligatorio, decimos hacerlo así. Pero no jugábamos con mascarilla, los rivales tampoco lo hacían y, al fin y al cabo, pasábamos mucho tiempo juntas, en las comidas, en los viajes… A raíz de la subida de casos en navidad, la universidad ya puso la mascarilla obligatoria.
¿Cómo empezaste en el voleibol? ¿Cómo llegaste a ser entrenadora?
Entré en el equipo cuando estudiaba bachillerato; era la pequeña y en ese momento se notaba mucho la diferencia de edad con las universitarias. Unirme a este equipo es de lo mejor que he hecho en mi vida. Sigo vinculada porque somos como una familia, y el principal motivo para continuar cada año es que estoy muy cómoda.
Poco a poco se fueron yendo las veteranas y el último entrenador también tuvo que irse por motivos personales. Al final, era o coger yo el equipo o no poder asegurar la continuidad de éste.
Mi primera temporada como entrenadora fue en la 2016-2017. A veces es difícil encontrar el punto intermedio entre ser amigas de las jugadoras y buscar la exigencia. Mi principal objetivo es crear una piña y que todas puedan disfrutar del voleibol.
¿Cuál crees que será el futuro del equipo?
Antes sí sabíamos que había un grupo fijo de Salamanca que siempre iba a estar, pero llegó un punto en el que se acaban los ciclos, porque varias jugadoras acaban la carrera y se tenían que marchar. Ya no es solo es que acaben la carrera, muchas chicas hacen el Erasmus, y ya es otro año que no puedes contar con ellas.
Soy la primera que nunca sé si voy a estar aquí el año que viene. Ahora mismo, todas las jugadoras que hay en el equipo son de fuera. El año pasado tuvimos la mala suerte de que fue un pequeño cambio de ciclo, ya que algunas jugadoras se tuvieron que marchar. No me esperaba que fuera a tener tantos problemas de cara al año que viene. Normalmente, cuando hay un año complicado, vienen dos o tres más rodados pero el próximo año se espera difícil.
En este equipo no tenemos entrenamientos para formación, necesitamos un nivel directo para jugar en primera división. Yo también juego e intento corregir pequeñas cosas al equipo, pero no puedo estar enseñando desde cero. Intentamos hacer jornadas de captación, pero como te comentaba, necesitamos un nivel mínimo, porque al final, en dos años no te da tiempo a formar una jugadora para jugar en primera división.
¿Qué tipo de ayudas o apoyo recibís por parte de la universidad?
La universidad nos proporciona las instalaciones, y nunca me ha presionado para conseguir ciertos resultados, todo lo contrario, la gente del servicio de deportes, en los quince años que llevo en el equipo, siempre ha sido muy cercana y nos ha estado apoyando.
Estamos en una época mala para el deporte, sobre todo para el universitario. Pero desde la universidad se apoya mucho el deporte, tanto anímicamente, como económicamente.
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