[dropcap]L[/dropcap]legaron las elecciones del 82 y el triunfo socialista. Fue nombrado director provincial del MOPU mi amigo Enrique Clemente y fue con él con el que tratamos todos los asuntos pendientes del anterior Gobierno de España. En julio de 1983 se incluyó en la Operación Piloto la Ronda entre Puentes, y el Ayuntamiento se comprometió a que una vez urbanizada pasaría a depender de la Corporación, evitándose así el Ministerio el mantenimiento de una vía urbana.
Con Enrique se iniciaron las conversaciones para realizar la Ronda Exterior, comenzaron las expropiaciones para poner a disposición del ministerio los terrenos, y se aprobó el trazado con un recorrido aproximado de diez kilómetros.
La Ronda entre Puentes se construyó conforme a los criterios urbanísticos del Plan Especial de la Zona Antigua. Se rechazaron las ideas de los técnicos del MOPU, que intentaban repetir los dos carriles por sentido de los otros dos tramos de la carretera de Circunvalación ya terminados. Esta ronda admitió arboleda, zonas ajardinadas y solamente dos carriles, uno por cada sentido. Se solucionaron las intersecciones de la Avenida de los Reyes de España para dar paso a la calle San Pablo y a la Gran Vía, y la del puente de Sánchez Fabrés, cuya rotonda posibilitó el acceso a la Vaguada de la Palma.
La Ronda entre Puentes entraba por proximidad dentro de los proyectos de urbanización de la Vaguada de la Palma y el ajardinamiento de la margen izquierda del Tormes, proyectos ya encargados cuando comenzaron las obras del MOPU. Se quería, como así ha sido, convertir esta vía al tráfico lento. Las obras salieron a contratación en junio de 1986 y se adjudicaron en julio. Para ejecutar la obra, que terminó en mayo de 1986, se cerró la Ronda entre Puentes al tráfico rodado. Se aprovechó la apertura de zanjas para introducir una gran tubería para el trasvase de agua a la margen izquierda y para ello se metió otra tubería a través del Puente Romano.
Clemente también aceleró la tramitación de la urbanización de la carretera de Valladolid, entre el Quinto Pino y la Plaza del Ejército. El proyecto fue redactado por el Ayuntamiento y salió a licitación por 250 millones de pesetas. Este tramo de la carretera de Valladolid tenía su complejidad, gran parte del mismo transcurría por zona urbana y había que eliminar un paso a nivel. La obra se llevó de calle, y nunca mejor dicho, los adoquines de Torres Villarroel que empezaban a dar problemas. Los adoquines aportan calidad a las urbanizaciones, pero envejecen mal y son muy ruidosos.
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