[dropcap]T[/dropcap]eatro, festivales, pandemia, aplausos cerrados, público enmascarado y fondos europeos para la recuperación se mezclan en la conversación con Jaime Santos y Ana Luz de Andrés, o lo que es lo mismo, los componentes de La Chana Teatro. Toda esta charla amenizada con los ‘aplausos’ de la hojas de un chopo cercano.
Aseguran que están bien, pero echan de menos tocar, aunque tampoco «es una catástrofe». Viven en la calle Federico García Lorca y es pregunta obligada conocer si han interpretado algo del autor granadino. «No, porque nosotros no partimos de autores teatrales en nuestros montajes».
Se alza el telón y qué es lo que hemos visto este año…
¿Socialmente?
Teatralmente
Hemos visto muchas cosas. No hemos parado. En la pandemia le dimos una vuelta muy grande a Blancanieves, que se iba a estrenar en marzo, pero como vino el confinamiento, lo cambiamos. Lo estrenamos y nos lo premiaron en Ciudad Rodrigo –La Feria de Teatro de Castilla y León-. El montaje que hicimos le pusimos lámparas, buscando la luz, hablando místicamente.
¿Hay luz al final del camino?
Al margen del clásico cliché de que el teatro siempre está en crisis. En la mayor parte de los casos, las personas que nos dedicamos a esto, estamos bien y vivimos bien. Nos ha afectado un poco, hemos perdido un 20 o un 30%, pero en general, en el ámbito que nosotros nos movemos, no hemos visto ninguna desgracia de tener que cerrar. Ha habido ayudas, sobre todo locales. Las compañías profesionales seguimos ahí. No ha llegado a ser una catástrofe total. Otra cosa son los técnicos, que han sufrido muchísimo.
Habéis aprovechado para formaros, prepararos o reformular montajes…
Ana Luz de Andrés: A nosotros nos valió para estar muy concentrados en el montaje.
Jaime Santos: Lo de formarse es a diario. Nosotros siempre estamos en un montaje. Acaba Blancanieves e inmediatamente ha surgido un encargo sobre la Revolución Comunera, que era un tema que desconocía y me sonaba hasta feo, pero empecé a leer y me atrajo mucho. Decidí que lo iba a montar junto con la Vuelta al Mundo de Magallanes, porque eran dos eventos que se juntaban en el tiempo desde la visión de una Churra y una Merina, la Merina era el oro de España hace 500 años.Este montaje es una excusa para hablar de la situación económica y social de aquella época.
La formación e información es constante,viene con los montajes y también en qué lío te vas a meter, porque nosotros hacemos teatro de objetos. En cada montaje, los cacharros son unos y es otro campo semántico, otro mundo y otra manera de abordarlo. Siempre es como un aprendizaje.
¿Cómo se ve el público en tiempos de pandemia?
Jaime Santos. La situación es enmascarada. Es actuar en ‘cementerios’ con un aplauso final cerrado. Ha sido muy difícil y feo. Ver el público sentado como maniquíes, a las órdenes del protocolo, que para nosotros, en una actividad creativa, donde las órdenes siempre son un poco cortantes. No ha sido bonito, no ha sido el gozar,… lo intentas todo, pero cuando el desánimo es general, también te afecta.
Ana Luz de Andrés. Las primeras actuaciones fueron muy raras y extrañas para el público y para nosotros.
Jaime Santos. Luego te acostumbras a un público silencioso y enmascarado. El teatro se va nutriendo de todo. En la parte social, se ha perdido mucho, porque había festivales, reuniones, actos en los que te juntas con muchas personas y muy diversas y eso se ha perdido, te queda el teléfono,… a veces.
¿Creéis que se recuperara o lo que se ha perdido, ya no se recuperará?
No creo en las conspiraciones de que quieran cambiar el mundo de esa manera. Los poderes económicos van por donde van y buscan lo que buscan. No me interesa, porque no puedo hacer absolutamente nada. ¿Qué cambie esto? Va a costar llegar a lo de antes. Es distinto. Espero que vuelva todo, pero ha sido largo y doloroso. Los cambios siempre son difíciles. Solo pienso en el día a día, ya no pienso en el futuro. Esto es como el estado de alarma, que lo iban cambiando cada quince días. Hasta el 2022 no vamos a salir y todo el mundo está igual, aislado sin querer y desacostumbrado a salir. Nos va a costar.
¿Qué nos perdemos sin las actuaciones en directo?
Jaime Santos. Perdemos la posibilidad de emocionarnos cuando ves algo bueno. Es una ceremonia que siempre es interesante. Hay veces que echo de menos ir a misa de una para relacionarme. (Risas) Ahora si no estás en una asociación o congragación es dificultoso pensar en ir a Salamanca. Es una orfandad.
Ana Luz de Andrés. El código no es el mismo en una pantalla que en un teatro. No hay la misma respuesta. Es diferente totalmente.
Si tuvierais que elegir una obra de teatro para describir la situación que vivimos. ¿Cuál sería?
Esperando a Godot, de Samuel Beckett. El esperar algo que no existe. Me veo más de vagabundo.
Trama, nudo, desenlace… ¿En qué parte de la función estamos en la actualidad?
La trama no se acaba hasta el final (Risas) A veces sabes el desenlace, pero no sabes el nudo. O sabes la introducción, pero no el desenlace.
¿Hay buenos y malos en esta ‘obra’?
Más que bueno y malos hay gilipollas. (Risas)
Esos los había antes…
(Risas)
Volviendo al montaje de los Comuneros. ¿Hubo buenos y malos?
Nosotros siempre tratamos todo desde el absurdo, por eso lo de Churras y Merinas. En esto de los Comuneros siempre hubo dos versiones.
¿Cuáles?
El que fue la primera Revolución moderna o una revuelta reaccionaria a la recuperación de los derechos feudales por parte de los señores.
¿Vosotros qué creéis?
Es la primera Revolución.
¿Por qué todo lo relacionado con los Comuneros se ha ‘vendido’ tan mal?
¡Por qué no conocemos lo nuestro! Sabes lo de los Comuneros, lo de Villalar y la canción del Mester. Pero, cuando empiezas a indagar en lo interesante que era esa España, que luego sería un imperio y que todo partía de Castilla, pero nada se quedaba en Castilla. En el montaje, tenemos un vasco defendiendo la unidad de España.
Vascos y catalanes han hecho mucho por España…
Sí. Además sería el primer sentimiento de nacionalismo español. Todo lo que es la industria de la lana, su mercado, la conquista del mundo, la gran gesta de la vuelta al mundo. Es un momento brutal. Es donde empieza la Edad Moderna, más que con la conquista de América y esta Revolución Comunera se quedó escondida.
Parecía que el 23 de abril celebrábamos una derrota.
Siempre hemos creído eso. Hay mucho más. Tenemos que incluir en ese momento histórico la Escuela de Salamanca. Se habló por primera vez de una monarquía parlamentaria. Impensable que a un Rey le afectara las órdenes de su pueblo o el Derecho de Gentes.
La llegada de Carlos I de España que viene de Alemania con 17 años y es recibido fatal por nobles que creen que se van a quedar sin privilegios, porque coloca a todos sus regentes llegados de Flandes; que arrasan para que el joven fuera emperador; que hay que untar a todos los demás reyes. Aquí espolian todo lo de la lana.
En ese momento, Segovia era la ciudad más industrial de España y tiene un problema, porque no había lana, toda se vende al exterior. No se favorece nada la industria. Segovia tenía un proletariado importante y empieza a ser pujante. Con los Reyes Católicos las ciudades se habían convertido en algo importante, con una estructura social estratificada, de manera que se llega a formar asambleas. De repente, pensar que un rey, que su poder viene de Dios, lo que se plantea en la Escuela de Salamanca es súper moderno, el que un rey tenga que rendir cuentas a los ciudadanos. Eso no había ocurrido en ninguna parte de Europa. Eso es la Escuela de Salamanca. Fue el preámbulo de la Revolución Francesa y de todas las revoluciones modernas.
Así se entende porque Segovia fue la última provincia en sumarse a la Comunidad de Castilla y León…
Segovia venía de antaño. En el siglo XIII ya regentaban sus territorios de pastos. Desde el siglo XIII venía con una política y una entidad diferente.
Sin salir de Segovia, pero en el siglo XXI y con 35 años desde su constitución, el Festival Internacional de Títeres de Segovia va a sufrir un varapalo.
Si. Titirimundi es tan especial, como Segovia. He estado en muchos festivales en el mundo y creo que éste es el mejor en Títites y en teatro de objetos. Todos los titiriteros estamos locos por ir ahí. La ciudad se vuelca, es una fiesta y el que no lo conoce, no tiene ni idea que parece es el caso.
Este festival está patrocinado por la Junta, el Ayuntamiento y el Ministerio de Cultura, pero los patrocinadores fuertes son la Junta y el Ayuntamiento. Normalmente, la Junta daba 100.000€, pero este año lo ha sacado a subvención libre, por la Ley de la Transparencia, y no había convenido. De 100.000€ ha pasado a 14.700. A mí me parece un agravio contra todo, contra la ciudad de Segovia, la profesión, los hosteleros, que es el evento que más genera en el año,… No lo entiendo. No sé si tratan de hacer otro festival o aquello que no dominan, no les gusta. Me parece un escándalo mayúsculo, porque es el mejor festival de Castilla y León en todas las artes.
Aquí se ha tratado de hacer el Fàcyl con cheques, pero no ha funcionado nunca, porque nadie sabía que era eso.
Ahora, la Junta de Castilla y León va a sacar un festival de Literatura que creo que le van a dar 327.000€, así de primeras, y a un festival de 35 años lo dejan con 14.700€. Son cosas que no entiendo.
Volvamos al teatro…
Esto también es teatro. (Risas)
Habéis tenido ayudas.
No. Nosotros hemos tenido bolos. La Junta sacó unas ayudas de 500 a 2.000 €, pero no nos presentamos.
Os suena el teléfono y al otro lado está Pedro Sánchez que os pregunta en qué gastaríais los 77.000M€ de los Fondos Europeos para la Recuperación. ¿Qué le diríais?
(Silencio)
Ana Luz de Andrés. En investigación.
Jaime Santos. Primero en todo lo público, que alguien se vuelva a plantear las políticas culturales, que desde Felipe González no se ha hecho nada en este sentido. Todo se ha mantenido igual, como si esto no hubiera evolucionado. No vade programaciones, sino de cómo gestionarlo todo. Las políticas culturales son políticas educativas a la vez.
Ana Luz de Andrés. Si educas desde abajo, no se van. Invertir desde infantil.
Jaime Santos. Invertir en talento político, en cuento al orden de la polis, el bien de todos, porque repercutiría en todos.
¿La vida es puro teatro que cantaba la Lupe?
(Risas) Hay veces que conviene tomárselo así.