A eso de las 22.00 horas los cielos de la ciudad, si hay nubes, se vuelven rojizos, un espectáculo que contrasta con la piedra dorada de Villamayor.
Solo hay que mirar al cielo y sorprenderte en cada bocacalle para ver el espectáculo natural.
Hay que estar atento, porque solo dura unos minutos.
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