La plaza Barcelona

JESÚS MÁLAGA: ‘Desde el balcón de la Plaza Mayor’ (Memorias de un alcalde)
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La plaza de Barcelona, en el barrio de Garrido, antes del cambio de 2021.

[dropcap]L[/dropcap]a Plaza Barcelona fue diseñada por el famoso arquitecto salmantino Antonio Fernández Alba, que realizó un proyecto en el que se hacía referencia a la ciudad condal y, más específicamente, a la Gran Vía-Diagonal. Los bancos recuerdan a los diseñados por Gaudí. Junto al paseo de los Madroños, que en la inauguración estaba todavía sin urbanizar, se construyó un pórtico corrido y abovedado recubierto de un panel metálico. Se emplearon 47 millones de pesetas para esta hermosa plaza que antes de su construcción era una escombrera. En ella hay un espacio para niños, otro para jóvenes y un tercero para personas mayores. Toda la plaza recuerda el urbanismo de Cerdá.

La obra tuvo su calvario. Una línea de alta tensión y los problemas para eliminarla demoró la construcción. Pero el 24 de febrero de 1985 estaba en perfecto estado de revista. La plaza enlaza con el barrio Garrido y el paseo de la Estación a través de la Avenida de los Cedros. Al quedar toda ella peatonal, para reconducir el tráfico se habilitó la Avenida de los Cipreses. En su diseño intervinieron los vecinos que rechazaron algunos proyectos previos.

Para inaugurarla invitamos a Pasqual Maragall, alcalde de Barcelona. Era un día grande para el barrio más poblado de Salamanca y para toda la ciudad, se inauguraba un gran espacio para la convivencia ciudadana. Preparamos una gran fiesta para aquel domingo. Colaboraron NAVEGA, AGASUR, la Asociación de Padres del colegio Filiberto Villalobos, grupos folklóricos de los barrios del Oeste, Chamberí y Puente Ladrillo, el grupo de teatro “La Comparsa de Picasso”, las majorettes de San José, Raíces Charras y la Banda Municipal, toda Salamanca. Hubo suelta de palomas y de globos de múltiples colores. Pero lo más importante fue la presencia de miles de salmantinos, especialmente vecinos del barrio Garrido.

Pasqual Maragall estaba encantado con el recibimiento. Le habíamos enseñado la ciudad y la gestión municipal y se mostraba sorprendido con los logros conseguidos en tan poco tiempo, muy en consonancia con la gestión de otros muchos ayuntamientos que estrenaban democracia en España.

Pasqual Maragall pidió subir a uno de los pisos altos de la plaza para contemplar mejor la estructura de la misma. Después, desde una tarima, se dirigió a los salmantinos. Maragall comenzó su discurso con una frase que se hizo famosa:

¡Queridos ciudadanos de Málaga!

Una carcajada resonó en el auditorio al que siguió un sonoro y prolongado aplauso. Mi apellido se había cruzado en su mente y le había jugado una mala pasada. Siguió su discurso hablando de un proyecto común para los pueblos y ciudades de España. En su discurso expresó su grata sorpresa por la política educativa y cultural del Ayuntamiento de Salamanca.

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