No vivimos una época normal, ni mucho menos. Desde hace más de un año y medio, la pandemia de la Covid-19 nos ha arrebatado gran parte de nuestra vida y costumbres.
Hábitos de consumo, de ocio, de diversión, de trabajo… incluso uno de los sectores que más peso tiene en España, se ha venido abajo entre aperturas y cierres. Se trata, como no, de la hostelería, cuyas idas y venidas han frenado el consumo de muchos productos.
Dos de las ‘estrellas’ son los lechazos y las partes nobles del vacuno (lomos y solomillos), que repercuten tanto en el ganadero como en el comprador, que a su vez debe dar salida a cada una de las partes del animal para consumo humano.
¿Se venden más lechazos, lomos y solomillos desde que abrió la hostería en Salamanca? ¿De qué manera ha influido en el consumo en los hogares? Cuatro voces autorizadas del sector hablan sobre los efectos de la hostelería en el consumo de estos productos. ¿Se nota la apertura de la hostelería en el consumo de lechazos y partes nobles del vacuno?
Antonio González, comprador de ovino
“Se nota, sí; hemos tenido una temporada desde que abrió la hostelería en la que se notó el aumento y ahora más porque hay escasez de lechazos. Si hubiese más, las cosas no irían igual que ahora. Lo que es el verano en sí no se ha notado mucho, pero este mes de agosto sí que tirará un poco más y pueden subir los precios. Las restricciones se notan, claro».
En cuanto al consumo de los ciudadanos en los hogares, “en España casi no existe, se venden pocos lechazos porque en los hogares apenas tienen salida”.
Ángel Pedro C. Navarro, ganadero de ovino
«La apertura de la hostelería ha animado el mercado, especialmente del lechazo, hay más demanda. Y a esto hay que unirle que existen pocas existencias al igual que ocurre con los corderos. De hecho, ninguna lonja en España ha bajado los precios«.
En cuanto a las restricciones por la pandemia, “una vez que el sector empezó a repuntar no se han notado mucho las restricciones y los precios han ido hacia arriba. Este año en agosto se ve va a vender muy bien”.
Fernando Vicente, ganadero de vacuno
“Hay más demanda de ganado, pero creo que mucho no nos afecta porque la gente también consume en casa. Lo que sí hemos notado en el campo es que los ganaderos hacen los animales más pequeños, con menos kilos; los adelantamos uno o dos meses. Antes se sacaban los añojos con 550 kilos y ahora se hace con 520 kilos, más o menos”.
Sobre la hostelería, indicó que, aunque esté abierta, «tampoco está al 100%; es verdad que hay más demanda de carne y el mercado está mucho mejor. Se tiene que notar porque hay poco ganado en los cebaderos para vender, pero el funcionamiento de la hostelería no lo puedo valorar. Todo influye para que se vendan más los animales”.
Chema López Turrión, comprador de vacuno de carne
“Con la apertura de la hostelería, se nota que se venden un poco mejor los lomos y el solomillo, que son las piezas nobles que van para la hostelería. Ha repuntado en precios y se vende más, pero ahora en verano no se venden los delanteros y nos toca darlos casi sin precio. Todo lo que subimos a los lomos se lo bajamos a los otros”:
Pero, sin querer, “es verdad que la hostelería tira y en el mes de agosto siempre hay un repunte por el mayor consumo en los pueblos. Cada vez que ha abierto la hostelería se nota bastante, mientras que el consumo de las familias sigue siendo el mismo. Encima, hay pocos animales por el precio del pienso”.