Cuatro jóvenes, tres chicos y una chica, de Alba de Tormes murieron el 21 de julio de 2019 en un trágico accidente de tráfico ocurrido en la carretera que une el pueblo de Santa Inés con Alba de Tormes, a su paso por el término de Galisancho.
Regresaban a casa cerca de las siete de la mañana tras pasar la noche en las fiestas de Santa Inés pero, en una curva, el coche conducido por Alejandro J.L. se salió por la derecha, regresó a la calzada tras volcar y se salió por la izquierda arrastrándose por el asfalto hasta colisionar contra un árbol antes de caer en un prado en sentido contrario a la dirección en la que circulaba.
Cuatro de los seis ocupantes murieron (uno de ellos en el hospital) y el conductor y el copiloto resultaron heridos de gravedad, pero sobrevivieron. Eran los que iban en la parte trasera, donde impactó el coche contra el árbol, que fue lo que los mató.
El taxista que venía tras ellos tras coger a otros usuarios en Santa Inés para llevarlos a Alba presagió lo que iba a ocurrir. Así lo manifestó este lunes en el inicio del juicio contra el conductor, Alejandro J.L., para el que el fiscal pide 8 años por cuatro delitos de homicidio por imprudencia, además de imputarle los delitos de conducción temeraria bajo los efectos del alcohol y las drogas y de lesiones ocasionadas al copiloto.
Alejandro se limitó a negar la evidencia durante su declaración, y dijo que solo había bebido una litrona durante las siete horas que estuvo en Santa Inés, cuando las pruebas de alcoholemia revelaron que triplicaba la tasa permitida, y que había consumido cocaína y anfetaminas.
Con esa actitud su defensa se reduce a buscar un resquicio para tratar de anular las pruebas, las mediciones realizadas en el hospital.
Declaró que no se acuerda de nada desde que se subió en el coche en Santa Inés, y lo que dice recordar se contradice con el resultado de los test de sangre de alcohol y drogas que le practicaron en el hospital.
El taxista que salió detrás de él desde Santa Inés relató cómo fue el accidente, porque lo presenció y se detuvo para auxiliar a las víctimas y avisar al 112.
«Iba muy despacio y cuando quise adelantarlo giró a la izquierda para taparme. Me quedé detrás y enseguida aceleró. En 300 metros me sacó 100, y yo iba a 80 o 90 por hora», detalló.
Por el coche ya sabía quién lo conducía, por lo que llegó a comentar a los pasajeros que llevaba: «Mira ese chico. Se la va a pegar,…», y se cumplió su premonición.
Lo demás ya se sabe. Alejandro reconoció este lunes que es «brusco» conduciendo y que cuatro meses antes de este accidente tuvo que hacer un curso de concienciación vial «donde aprendí que hay que tener cuidado cuando se conduce», dijo ante el tribunal.
El copiloto y hasta ese día amigo suyo y superviviente del accidente, dijo en el juicio que Alejandro estaba esa noche «nervioso y alterado» como otras veces en las que había consumido drogas en una noche de fiesta, y que en el momento de salirse de la calzada esa trágica noche estaba manipulando el radiocasette, lo cual sumado al exceso de velocidad al picarse con el taxista y a lo que se había metido esa noche acabó desencadenó una catástrofe.
El guardia civil que realizó el atestado explicó en la sala de vistas que los ocupantes del asiento de atrás no habrían corrido mejor suerte aunque fueran tres en lugar de cuatro, porque el golpe mortal fue contra el árbol y el impacto se localizó justo en esa zona del coche.
Precisamente la defensa trata de buscar un resquicio en la labor de este agente para intentar anular las pruebas de sangre de alcohol y drogas, por no llevar el nombre, fecha y firma del conductor y por considerar que no se respetó la cadena de custodia de las muestras, amén de sembrar dudas sobre su legalidad.
El guardia civil dijo que ese día no había tenido ningún otro accidente y que él era el instructor del atestado, por lo que atestigua que esas pruebas eran de Alejandro y del accidente de Galisancho.
Sobre la custodia de las pruebas, dijo que se siguió el protocolo de identificación de los tubos y su conservación, y para despejar dudas sobre su legalidad señaló que las supuestamente dudosas se las encargó el juez por teléfono y las hizo el hospital aplicando el protocolo establecido en estos casos.