[dropcap]A[/dropcap]hora que se habla tanto de descentralización administrativa. Salamanca vivió hace 148 años, un 22 de julio de 1873, una situación de descentralización cuando se proclamó Cantón. Es decir, a partir de ese instante disfrutaría de independencia político-administrativa respecto al poder central. Pero esto no significó que fuese independiente. En realidad, reconocerían la autoridad de las Cortes de Madrid.
Lo curioso fue la manera de declararse cantón. Lo hicieron por voluntad propia, saltándose todos los mecanismos legales. Pero a diferencia de cómo muchas veces se ha vendido, la capital charra no fue independiente.
Contexto histórico
El Cantón Salmantino fue proclamado el 22 de julio de 1873. Pero antes de entrar en el desarrollo de los acontecimientos, es necesario entender qué le precede a este momento histórico de Salamanca.
Estamos en el siglo XIX, una época de cambio. El Antiguo Régimen, sistema político basado en el poder absoluto del rey, se tambalea. El liberalismo lucha por acabar con los privilegios de los monarcas y buscan un reparto de poder más justo (a la manera que cada liberal de su época entendía, no cómo lo imaginamos en el año 2021).
Antes de la proclamación del cantón sucedieron multitud de acontecimientos que influyeron en él. La Guerra de Independencia (1808-1813), la llegada al trono de Fernando VII que acaba con las aspiraciones de los liberales (1814-1833) y por último el reinado de la Isabel II (1833-1868). Durante el reinado de Isabel, concretamente a partir de la constitución de 1845, los liberales moderados son los que más influencia tienen en el gobierno del país.
Estos ‘moderados’ querían cambios en el sistema, pero no demasiado drásticos, defendían una monarquía con poderes limitados. Por ello aparecen otros partidos liberales que apuestan por acabar definitivamente con la monarquía y quitarles todos sus privilegios. Entre ellos están los republicanos, que a su vez se dividen entre federales (quieren una España descentralizada) y unitarios (apuestan por una España sin descentralizar).
Había más ramificaciones del republicanismo, pero nos quedaremos con esos dos, pues los federales son los protagonistas de esta historia, es decir, son los que proclaman Salamanca como cantón.
En 1868 es destronada Isabel II. Se inicia un nuevo periodo político en España constituido en una Monarquía Parlamentaria, y es proclamado como rey Amadeo de Saboya. El escaso apoyo que recibió durante su gobierno y la inestabilidad política, le llevan a abdicar en 1873.
Tras la abdicación se proclama la República Federal, pero no la sancionan, dato importante. A partir de este momento, teóricamente el país debía funcionar de la siguiente manera: la nación española estaría constituida por diecisiete estados, cada una con independencia económica, política y administrativa. Podrían tener hasta sus propias constituciones.
El problema viene cuando esa teoría no se convierte en práctica. Los republicanos federales, partidarios de este sistema y repartidos por todo el país, se empiezan a impacientar de sus compañeros que toman las decisiones en las cortes de Madrid. La realidad federal no llega y muchos republicanos comienzan a actuar por iniciativa propia. Es aquí cuando se proclaman multitud de cantones por todo el país, incluido el de Salamanca.
Salamanca en 1873
La capital charra tenía entonces 17.000 habitantes. Era una ciudad provinciana, un pueblo grande con una actividad comercial y artesano-industrial muy limitada. Era muy dependiente del entorno rural.
Quienes más destacaban en su sociedad eran altos funcionarios y grandes propietarios de tierras. Más a la sombra había otros sectores: una muy pequeña burguesía de comercio, artesanado, escasa industria y profesionales liberales.
La universidad, tan próspera hoy, sufría una decadencia desde principios de siglo, pero seguía contando con cierto peso en la ciudad.
La vida política en Salamanca en estos momentos está muy polarizada. Se produce un binomio reacción-revolución, es decir, entre republicanos y carlistas. El enfrentamiento no pasa de lo verbal, pues en otras partes del país llega a la violencia.
En cuanto al poder político, este seguía en manos de los beneficiados durante el reinado de Isabel II. Esta será una de las razones que llevará a los republicanos federales a actuar. Aprovecharán su poder durante la Primera República para cambiar el poder de manos, es decir, a las suyas.
Los acontecimientos
A las cuatro de la mañana del 22 de julio de 1873, toques de corneta suenan en las calles de Salamanca. Los vecinos despiertan con la noticia de que la ciudad se ha proclamado cantón federal. Queda al cargo de la ciudad la Junta provisional de Gobierno del Cantón. El proceso ha sido dirigido por los republicanos salmantinos.
Los grupos de voluntarios se dividen en secciones y se despliegan por los puntos estratégicos de la ciudad. Los ciento setenta efectivos de la Guardia Civil no puede hacer nada por frenar el cantón y son obligados a abandonar la ciudad en dirección a Zamora.
Milicianos y voluntarios inician la construcción de zanjas y barricadas con el fin de dificultar el acceso de las tropas del gobierno central. En las primeras horas de la proclamación, muchas familias acomodadas huyen de la ciudad por temor a represalias.
Las horas pasan y no llegan noticias de que tropas enemigas al cantón hayan sido enviadas. El primer día de independencia concluye sin altercado alguno. La vida continuará durante varias jornadas sin incidentes, la ciudad se mantiene en calma. Las tiendas abren como de costumbre y los colegios imparten clases.
El día 24 cambia la situación. Llegan las primeras noticias de que los guardias civiles que fueron expulsados han sido reforzados por carabineros y se dirigen a Salamanca. Además, otras informaciones apuntan que se les han sumado cinco mil hombres procedentes de Valladolid totalmente armados y con artillería.
Las malas noticias provocan la dimisión del alcalde y es sustituido por Francisco de la Riva, quien anunciará a los ciudadanos que se mantendrá el orden y la integridad de la población. Además, ordena el inicio de prácticas militares de las fuerzas voluntarias.
Los hospitales se preparan para atender a los posibles heridos si se diese una confrontación armada. Se instalan dos hospitales de sangre para la ocasión: uno en el Corrillo y otro en el Colegio Viejo. El día 24 y el 25 la ciudad espera angustiada la llegada de las tropas.
El día 26 entra en Salamanca el gobernador de Ávila con el fin de convencer a los miembros de la Junta de Gobierno del Cantón. La reunión no acaba con el levantamiento y las tropas del gobierno central llegan a la ciudad, se aproximan y ocupan las tierras cercanas a la muralla.
Los días pasan y la situación no se resuelve, pero en Salamanca, la Junta de Gobierno ve cómo sus posibilidades disminuyen hasta convertirse en casi nulas. El resto de cantones que se habían proclamado por todo el territorio nacional se han ido disolviendo una por una. Es entonces cuando envían a Madrid una comisión para negociar. Estaría formada por miembros de la Diputación, pues era una autoridad anterior a la formación del Cantón (a diferencia del nuevo Ayuntamiento), y por tanto, con mayor legitimidad para poner condiciones.
El 3 de agosto se resuelve la problemática. Las negociaciones llegan a buen puerto y la Junta se disuelve. Llega a Salamanca un nuevo gobernador el 6 de agosto que se encarga de la situación. Además, el Ayuntamiento devuelve a las arcas del estado 13.000 pesetas por los gastos en las barricadas.
Proclamación del Cantón
Los republicanos federales proclamaron el cantón salmantino por varias razones:
Primera. La razón fundamental: se había proclamado la república pero no se había llevado a cabo. En Salamanca, como en otras partes de España, estaban decepcionados con los representantes federales en Madrid. Ante la lentitud de los federales en las Cortes, decidieron iniciar el proceso de republicanización ellos mismos.
¿Y en qué consistía la republicanización? En proclamar su independencia político-administrativa respecto al Estado. Pero en el caso de Salamanca, aceptaban la autoridad del gobierno central. Pretendían acelerar las leyes que republicanizarían el país.
Segunda. Remodelación del poder. Quieren sustituir los cargos administrativos locales que no estén ocupados por republicanos; los consideran enemigos. Aunque los republicanos controlan el gobierno central, a nivel local los principales poderes de la época Isabelina se mantienen.
Tercera. La burguesía de agitación. Todos los cambios en la España del XIX se produjeron a través de la actuación, se crea así una tradición llamada “catarsis revolucionaria”. Esta actuación, liderada por la burguesía, consistía en intervenir cuando se consideraba que la única forma de conseguir un cambio real era interfiriendo en el poder por la fuerza. Este comportamiento político lo repitió la burguesía al proclamar el cantón en Salamanca.
El partido republicano federal
La ideología del partido:
Primero. Su principal idea era el advenimiento de la República. Tras la instauración de esta, todos los problemas se solucionarían. La realidad con la que se encontraron fue diferente, y los baches que atravesaba el país persistieron. Los republicanos transmitieron más preocupaciones que soluciones.
Segundo. La organización federal del Estado. La unidad más básica era la soberanía del individuo y sería defendida por el municipio. Consideraban el municipio como la base de las libertades populares y la esencia de las instituciones republicanas. El municipio debía gozar de autonomía, pues, según ellos, cuando las libertades municipales son atacadas, las naciones entran en épocas de tiranía y pobreza.
Sobre la autonomía municipal iría la provincial. La provincia resolvería las disputas entre municipios y defendería las libertades de estos. El poder central no podría actuar aquí. La provincia tendría las competencias económicas que hasta el momento pertenecían al Estado. De esta manera, la provincia podría desarrollarse bajo sus intereses y no se verían sobrecargados por los impuestos exigidos por el Estado.
Esta independencia político-administrativa que disfrutaría la provincia, es lo que los republicanos llamarían “integridad cantonal” a la hora de proclamar los cantones. Por contraparte, el poder central solo ocuparía funciones correctoras y representativas sobre las provincias.
Tercero. Dejaban de lado los problemas económicos, religiosos y sociales. La preocupación por la organización del Estado era superlativa a las demás.
Cuarto. Es un movimiento más que un partido, busca partidarios en todos los sectores sociales, es interclasista. Intenta atraer a todos los que se oponen a la “monarquía corrupta”. El partido nunca tomará posturas concretas en muchos aspectos, lo que llevará al descontento de muchos de sus seguidores, que a su vez, difieren de opinión entre ellos en temas clave.
Quinto. El republicanismo salmantino se caracterizaba por una falta de radicalismo. Pretendían una armonía entre los diferentes grupos sociales. Defienden el orden y el rechazo a la violencia como medio para conseguir sus fines, a diferencia de lo que sucedía en otras partes del país.
El fin
Este fenómeno histórico desarrollado en Salamanca fue moderado y pacífico. Los responsables republicanos evitaron generar alarma en la ciudad desde el primer momento y abogaron por la instalación del orden; muchos miembros del partido no estaban de acuerdo con el levantamiento, aunque sí con sus fines.
Además, no buscaron la independencia, sino que el gobierno les cediese su libertad político-administrativa a la que creían que ellos tenían derecho. Desde el inicio proclamaron la subordinación al Estado central y la colaboración con esta.
Los preparativos bélicos, como la instalación de barricadas y zanjas, fue más una consecuencia de la tradición revolucionaria que una intención por luchar. La realidad era que nadie quería un enfrentamiento armado.
El Cantón salmantino, pese a proclamarse con las condiciones geográficas en contra, duró mucho más que otros cantones que gozaban de una geografía favorable para defender su territorio. Salamanca no era un lugar común donde instaurar un cantón.
No se conoce si los responsables de instigar el levantamiento fueron juzgados o no. Puede que el carácter apacible y ordenado del cantón, sumado a una rendición en la que no hizo falta intervención militar, ayudasen a la hora de tomar represalias por parte del gobierno.
Bibliografía
-
- Blog Salamanca paso a paso
- El Cantón salmantino, de Leopoldo Santiago Díez Cano
Un agradecimiento especial a Santiago Díez Cano por su colaboración y ayuda prestada.