Alemania está atravesando una situación complicada por culpa de la pandemia. Con una incidencia de 213,7 contagios por 100.000 habitantes, ha alcanzado el nivel más alto desde que comenzó la pandemia. A este difícil escenario se le añaden los problemas de la campaña de vacunación.
En la última semana, las cifras sanitarias se han duplicado. El número de muertos ha alcanzado los 169, mientras que los contagios también han doblado el número. Según los datos publicados por el Instituto Robert Koch (RKI), en las últimas 24 horas se han registrado 21.932 contagios, lo que significa un aumento de más del doble que el martes anterior. La presión hospitalaria en el país también ha sufrido un elevado aumento.
Frente a estos preocupantes datos, se encuentran los de la vacunación. Un 67,1% ha recibido la pauta completa y un 69,7% al menos la primera dosis. Unos porcentajes bastante inferiores en comparación con otros lugares que atraviesan una mejor situación. Países como España, que cuenta con cerca del 80% de la población con la pauta completa.
En este contexto, son numerosas las voces que apuestan por tomar medidas para paliar la situación. Especialmente para aumentar la presión sobre quienes se niegan a vacunarse. Una encuesta de la revista ‘Der Spiegel’ ha mostrado que un 42% de los alemanes consideran insuficientes las actuales medidas para hacer frente a la pandemia, mientras un 27% las considera exageradas y un 31% las ve adecuadas.
Los partidos que están negociando la formación del nuevo gobierno en el país (el Partido Socialdemócrata, Los Verdes y el Partido Liberal) han elaborado un proyecto de ley. En él, entre otras medidas, se establece el regreso de los test gratuitos. Esta gratuidad se eliminó con el fin de impulsar la vacunación, pero esta sigue estancada.