Hay gente en el mundo que nace para crear y facilitar la vida de los demás. Un ejemplo es Roberto Gómez, inventor de profesión, que transforma sus ideas de lo más variopintas en artilugios que pueden revolucionar el sector de la hostelería.
Roberto Gómez empezó siendo arquitecto en el año 2000 y trabajó en «en el mundo de la construcción». Pero la crisis del 2008 le obligó a «reinventarse», igual que muchos de sus compañeros de profesión. En aquel momento decidió «crear una empresa enfocada al diseño», pues sus conocimientos como arquitecto «me lo permitían».
Su empresa, Lavonvilla Diseño Creativo SLU, abrió en Villamayor en 2012. Su modelo de negocio pretendía ser diferentes a las de su sector, pues Roberto Gómez explica que: «Quería hacer una revisión de la utilidad de los objetos cotidianos, especialmente centrado en la hostelería». Además, su empresa ofrece «exclusividad» a los productos de aquellos inventores que decidan contratar sus servicios.
Su método de trabajo se basa en el uso del programa informático para arquitectos denominado AutoCAD. «Cuando tienes una idea para un invento, lo plasmas aquí y es cuando te das cuenta de si es viable la invención, si necesitas evolucionar el proyecto o si debes desechar la idea», explica Roberto Gómez.
Este inventor no construye «con sus propias manos», pues la fabricación se desarrolla «en China». Roberto Gómez menciona que el proceso de creación de su producto tiene varios pasos, como «contactar con intermediarios que traigan el stock hasta España y buscar a los fabricantes adecuados que cumplan los requisitos técnicos para mi producto».
La empresa de Roberto Gómez también ofrece la posibilidad a cualquier persona que haya tenido una idea original para ponerla en práctica. «Me encargo del diseño del producto, el desarrollo, aconsejar en la patente, y poner a la disposición del cliente un fabricante y distribuidores. Lo único que no hacemos es el aspecto de la comercialización», explica Roberto Gómez.
En la página web de la empresa de Roberto Gómez, se pueden adquirir dos de sus inventos. El primero, el Calzavasos. Pretende sustituir los tradicionales posavasos por una idea más evolucionada. El recipiente que contiene el líquido queda «calzado» al invento de Roberto Gómez y se desplaza con él.
Las ventajas del Calzavasos son variadas. Los vasos «no quedan pegados» a la mesa a consecuencia de la humedad, pues el calzador «absorbe la condensación»; tiene su propia luz que ilumina la bebida y sirve de tarjeta publicitaria, pues se puede escribir en la superficie del artilugio. «Es un objeto pensado para que el cliente se lo lleve», señala Roberto Gómez.
Su segundo invento recibe el nombre de Expodególeo. Es un artículo cuya utilidad es «la exposición» y «degustación de un aceite». Roberto Gómez asegura que los fabricantes de aceite «cuidan mucho el diseño de sus botellas», por lo que este invento «les interesa mucho».
El Expodególeo tiene dos modos. Modo exposición, donde la botella de aceite se introduce en el invento y destaca sobre los aceites de alrededor. Y el más interesante, el modo degustación: El artículo se tumba y la base se convierte en un recipiente para verter el aceite, el cual se moja con el pan anclado entre las costillas del Expodególeo.
Además, en la base aparece el nombre de la marca del aceite. «El cliente que consuma aceite en un restaurante, sabrá la marca que degusta y comprará la misma botella para usarlo en casa», confiesa Roberto Gómez.
Algunas empresas se han interesado por las fantásticas invenciones de Roberto Gómez: «No han comprado la patente, pero sí la licencia de propiedad industrial». Traducido al lenguaje común, la otra empresa «fabrica y vende mi producto» pero todos los costes quedan «a su cuenta». ¿Qué gana Roberto Gómez? La empresa que adquirió la licencia debe «pagarme un porcentaje de sus ventas».
En la empresa de Roberto Gómez también trabaja su pareja, Silvia García: «Mi función es animarle todos los días». Pero pese a su humildad, también tiene funciones importantes, como controlar «las redes sociales», la «distribución de cara al público» de los productos y «buscar distribuidores».
Roberto Gómez no tiene pensado poner límite a sus ideas: «Seguiré creando, ahora mismo tengo unos veinte en mente, pero no puedo hablar sobre ellos».