Muchas personas tienen el mal hábito de respirar por la boca, en vez de hacerlo por la nariz. Esta práctica puede suponer una serie de perjuicios para la salud, especialmente a largo plazo.
La respiración bucal es un hábito que comienza normalmente en edades tempranas. Esta puede ser nocturna, al hablar o mixta, cuando se respira tanto por la boca como por la nariz. Según el Colegio Profesional de Higienistas Dentales de Madrid, la respiración bucal puede suponer consecuencias como las siguientes:
- Alergias e infecciones respiratorias, debido a que el aire no pasa por ningún filtro para limpiarse, calentarse y humedecerse, como ocurre en la respiración nasal.
- El cerebro no consigue suficiente oxígeno. Esto puede suponer problemas de concentración, falta de atención, falta de coordinación o dolores musculares, entre otros.
- Pueden producirse apneas del sueño. Además, estas personas pueden ser roncadoras.
- Problemas en la columna, como la escoliosis. Esto se debe a que la respiración bucal hace que se adopten malas posturas.
- La salud bucal también puede verse afectada. La falta de saliva hace que estas personas sean más propensas a tener caries y problemas de encías.
Este tipo de respiración también puede afectar durante el desarrollo de los niños. Puesto que sin respiración nasal no se estimulará que los huesos crezcan correctamente, lo que puede suponer un maxilar superior poco desarrollado, así como paladares ojivales.
También puede conllevar problemas de deglución, así como dificultades de cierre labial. Esto último trae consigo más inconvenientes, como boca seca, labios agrietados, mal aliento o falta de saliva, entre otros.