[dropcap]L[/dropcap]a semana pasada te prometía que me guardaba una última cosa para terminar el año. Ya sabes, momentos de balance. Ponte con el tuyo si lo consideras, el mío es que ha sido una vuelta al sol con un poco de todo, con quejas que llevadas al concurso de “A ver quién tiene más” no me permitiría pasar de las rondas preliminares.
Más que evaluaciones, reflexiones, me generan el erótico placer de imaginarte con ellas, dejando que te acaricien, jugueteando a solas en un rato de íntima tranquilidad. También la satisfacción de compartir contigo un momento, aunque el ahora en el que estoy ante el teclado sea un tiempo y lugar distinto al ahora en el que tú te tropiezas con ellas, siendo un alguien de muy pocos. Gracias por estar ahí, valiente, gracias porque te guste pensar.
No sé si estás al tanto de que hemos enviado un aparatito bautizado como James Webb al espacio. Nos ha costado una pasta, es verdad, unos diez mil millones de dólares. Buscamos encontrar las primeras luces. No nos parece suficiente con medir la tensión que generará Mercurio en Piscis la segunda quincena de febrero, no. Queremos ver el pasado.
¿Se puede? La explicación fácil es que cuando miras al sol estás viendo el sol de hace 8 minutos. Con Alfa Centauri, la primera estrella fuera de nuestro sistema, sucede lo mismo pero la demora asciende a los 4 años.
Es fascinante, como todo lo complejo. Hasta aquí el telescopio. Creo que es más que suficiente como bastón para mi propósito, esa última reflexión antes de cruzar la puerta de enero, ahí va, ¿cuánto tardamos, sin equipos de medición especiales, en ver las luces desde que éstas se encienden?
Tengo una de esas quejas propias que te anunciaba en el primer párrafo como respuesta. Por lo general, demasiado. De hecho, en ocasiones ni siquiera somos conscientes de una vecina incandescencia. No observamos al sol, sino lo que éste ilumina. No miramos la bombilla, sino que evitamos interponernos en su camino para encontrar las traviesas llaves. ¿Qué luces ni qué luces? ¿Qué futuro ni qué pasado?
Hemos vuelto a tener más tiempo del deseado un año más. Parece ser que anhelamos tener menos. Qué desatino. No es tiempo de más. Nunca ninguna cosa recibe tiempo de más. El debate es lo cualitativo, no lo cuantitativo. Es el durante. Como siempre fue y será.
10.000 millones de dólares en tecnología del futuro para ver luces del pasado. Para descubrir el origen, para vaticinar el final. Para entender lo que sucede entre una cosa y la otra. Para comprender el presente. Suerte que a ti y a mí no nos hace falta tal cantidad de dinero. Suerte que tú y yo el único verbo con el que en realidad podemos manejarnos es el presente continuo. Suerte con él.
Que conjugues bien los 525.600 minutos que comenzarás tras la uva 12. Mirándote en el pasado, imaginándote en el futuro y con los pies en el único lugar en el que puedes estar, el presente.