El consejero de Sanidad de la Junta de Castilla y León, Alejandro Vázquez, situó este jueves la recuperación de una situación “próxima a la normalidad o a la llamada nueva normalidad” dentro de un plazo de “entre seis y ocho semanas”, siempre y cuando “todo se comporte sin nueva sorpresa”.
Ical.- Y es que, tal y como informó Vázquez, tanto los datos epidemiológicos como asistenciales en la Comunidad “empiezan a mostrar una tendencia positiva” que indica que Castilla y León ha “alcanzado el pico de la sexta ola en los últimos días de la semana pasada y los primeros días de esta”.
Se trata así de un “escenario esperanzador”, según Vázquez, que se sustenta sobre datos como la disminución por tercer día consecutivo del número reproductivo básico por debajo de uno, la reducción del crecimiento de la positividad del 44 por ciento de la pasada semana al 36,7 por ciento de esta, o el descenso de la incidencia acumulada tanto a 14 como a 7 días, bajando esta ya de los 2.000 casos, lo que invita a pensar que se debe a “una tregua que da la infección”.
No obstante, desde la Junta se interpreta que este progresivo descenso de la positividad, que en cualquier caso será “más lento que el ascenso exponencial de la incidencia” por la aparición de la variante ómicron desde el puente del mes de diciembre, se debe a “un descenso en el nivel de contagio del virus” y no a la decisión de no contabilizar test de antígenos, ya que se tomó en la reunión del Consejo Interterritorial de Salud del 30 de diciembre y, desde entonces, “ha habido dos semanas con un crecimiento sostenido de datos con este nuevo sistema de contabilización”.
Reconoció, en cualquier caso, Vázquez que contabilizar el número real de personas contagiadas en Castilla y León “y en todas las comunidades” ha sido “difícil” porque la capacidad diagnóstica del sistema “se ha visto superada” y aunque ha sido capaz de hacer “un número mayor de pruebas con elementos externos, es posible que haya casos que se han escapado” al control de la administración.
Tendencia “positiva”
También se refirió Vázquez, durante la rueda de prensa posterior al Consejo de Gobierno, a la “tendencia positiva” de los datos en materia asistencial referente a la sexta ola del COVID, si bien recordó que esa tendencia de recuperación de la situación de normalidad en los hospitales será “mucho más lenta” que en relación a la epidemiológica.
Actualmente, Castilla y León cuenta con 112 pacientes COVID en UCI, uno menos que ayer y tres menos que hace una semana, que representa una ocupación del 33,8 por ciento sobre las camas estructurales y un 28,9 por ciento sobre las extendidas. Mientras, en planta, existen 822 pacientes con COVID, 31 menos que ayer, que suponen una ocupación del 13,8 por ciento en el Conjunto de la Comunidad.
La estancia media en planta se está situando en ocho días, con una edad media de 80 años, en el caso de los pacientes vacunados frente al COVID, y de 68 en relación a los no vacunados, con enfermedades concomitantes como la hipertensión en el 48 por ciento de los pacientes, la diabetes en el 21 por ciento de los mismos, la obesidad (10 por ciento) o el asma (7 por ciento), entre otras.
Mientras, en UCI la estancia media es de 25 días, con una edad media de los pacientes de 63,5 años dentro de un rango que va desde los 26 hasta los 85 años. En este caso, las enfermedades concomitantes varían con respecto a planta, desde el 47 por ciento de pacientes que ocupan UCI y que además del COVID tiene hipertensión, a la obesidad del 23 por ciento o la diabetes, presente en el 20 por ciento de los pacientes. Además, del total de ingresados en UCI por COVID, el 42 por ciento son no vacunados.
Fallecidos no vacunados
Por último, y en relación a los fallecimientos, Alejandro Vázquez situó en 118 el número de óbitos acaecidos en la Comunidad pro el COVID en la última semana, 21 de ellos en las últimas 24 horas. La edad media de pacientes fallecidos en planta es de 83 años mientras en UCI se reduce a los 63,5 años, pero en todo caso, el 50 por ciento de los decesos de pacientes en UCI son no vacunados.
Una mortalidad elevada cuya explicación el consejero situó en que los pacientes mayores “tienen enfermedades concomitantes de cierta importancia”, entre las que situó la diabetes o la hipertensión, principalmente. “Pensamos que el COVID produce una infección a estas personas que, a pesar de las tres vacunas, provoca una descompensación de las otras enfermedades crónicas en personas mayores y ancianos frágiles que suele conducir al fallecimiento”, concluyó.