La práctica de relaciones sexuales se relaciona generalmente con una serie de beneficios para las personas, tanto físicos como psicológicos. No obstante, puede suponer una de las causas de muerte por fallo cardíaco. Sin embargo, esto suele producirse casi exclusivamente entre los sujetos de avanzada edad.
Un estudio publicado en la revista alemana ‘Herz’ ha cifrado este tipo de fallecimientos en un 0,6%. Además de suponer una cifra muy pequeña, estas muertes están relacionadas con condiciones de salud previas, como el consumo de algunas drogas o medicamentos. Según se indica, el riesgo va aumentando a medida que avanza la edad. En este sentido, es más común en hombres con 59 años de media, produciéndose por un infarto de miocardio.
Otro estudio, publicado en el ‘Journal of American College of Cardiology’, ha analizado las muertes repentinas por ataques cardíacos. El número de casos analizados asciende hasta los 6.847, producidos entre 1994 y 2020. De esta investigación se desprende que la media de edad en este tipo de decesos está descendiendo. Los resultados arrojan una cifra del 0,2% de fallecimientos durante o después de una relación sexual. Sin embargo, la media de edad en que produjeron se sitúa en los 38 años. Además, el 35% de ese 0,2% fueron mujeres.
Este último estudio también determinó un cambio. La mayoría de estas muertes, un 53%, no fueron consecuencia de infartos de corazón, como venía siendo habitual. En cambio, los fallecimientos tenían como causa una arritmia, comúnmente llamada síndrome de muerte súbita por arritmia cardíaca (SADS). La segunda causa de las muertes fue la disección aórtica (una rotura de la pared de la arteria aorta) que supone un 12% del total. El resto de los decesos se produjeron por anomalías de salud estructurales, como miocardiopatías.
No obstante, el riesgo de muerte durante la práctica sexual o después de ella es muy bajo. “Este nuevo estudio sugiere que la muerte cardíaca en personas menores de 50 años se debe principalmente al síndrome de muerte súbita arrítmica o a las cardiomiopatías”, explica David C Gaze, especialista en bioquímica de la Universidad de Westminster. “Los adultos jóvenes diagnosticados de estas enfermedades deben consultar con el cardiólogo sobre el riesgo existente y relacionado con su actividad sexual”, apunta.