Opinión

Idiosincrasia de nuestro teatro

Casado, Ayuso y Almeida, en diciembre. (Ical)

[dropcap]E[/dropcap]n cualquier democracia homologable, Ayuso no habría tardado ni dos minutos en hacer el petate y marcharse, quizás para promocionar de nuevo el perro de Aguirre, la expresidenta castiza de la troupe corrupta, la hada madrina de todos los pufos habidos y por haber, que ahora incluso interviene y se permite dar consejos. Este es nuestro nivel.

Y es que al fin y al cabo, todo es teatro y propaganda, vender un producto, sea un perro presidencial o una propuesta política.

Veamos: entre Casado y Ayuso las diferencias ideológicas o políticas son inexistentes. Ambos son yupies que intentan camelar al ciudadano pagano y venderle su mercancía averiada.

Guiados por sus técnicas de marketing ultra agresivo ambos han copiado el populismo de Trump y el extremismo xenófobo de VOX, más que nada porque les cuadra pero sobre todo por una necesidad escénica, que en otro momento y en otro escenario habría sido distinta. Por tanto su diferencia no es esencial ni ideológica, sino de habilidad en la farsa.

El objetivo no es mejorar la vida de la gente, sino vender un producto, y hoy lo que vende es la violencia sin complejos de Trump y el extremismo de Vox.

Uno y otra, Casado y Ayuso, persiguen (o perseguían) alcanzar el poder para ponerlo al servicio de los que realmente mueven los hilos y manejan el dinero. Que son los mismos que les financian y dictan órdenes.

Sin embargo quien parece que se ha lucrado con un contrato (o varios) de la Comunidad de Madrid ha sido un hermano de Ayuso, no de Casado. Sorprende por tanto, o llama la atención, que en el PP a quien han señalado la puerta de salida es a Casado, no a Ayuso. ¿Por qué?

Mal actor de esa farsa, por un momento de verdadera pasión humana le llueven los tomates.

Tampoco hay que perder de vista el comentario de Aznar sobre esta guerra intestina del PP, en cuanto que ilumina (como el fogonazo de un explosivo) el fondo de la cuestión.

Dijo Aznar estos días de atrás, así como de pasada, que la guerra en el PP es más peligrosa que la de Ucrania (y lo decía antes de la invasión en curso) porque en el PP hay «armamento nuclear».

Se sobreentiende que lo que quiso decir es que dentro del PP hay conocimiento de corrupción suficiente como para garantizar la aniquilación mutua y total. Tal sería la dimensión y magnitud de su corrupción. Más o menos paralela y del mismo calibre que la precariedad de nuestros servicios públicos.

Así las cosas, los intérpretes de nuestra vida política, acostumbrados a las bambalinas de nuestro teatro, ven todo esto «normal» y hasta lógico. Nada desentona en lo que es nuestra costumbre y rutina. También ellos piden la cabeza de Casado.

Y normal es en cierta forma, pero solo entre nosotros. En países un poco más serios y exigentes no entenderían nada.

Claro que esto comparado con lo de Ucrania…

Pero ojo, que el populismo nacionalista muchas veces empieza así: capitalismo de amiguetes y patrioterismo exaltado.

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