Las ganas de pasarlo bien tras dos años de pandemia y el escaso o nulo celo para vigilar el cumplimiento de las escasas restricciones que permanecen en vigor (seguimos en pandemia), ha dejado imágenes del carnaval de Ciudad Rodrigo poco edificantes.
La única limitación que queda para el uso de las mascarillas es que hay que ponérsela cuando en una aglomeración no se pueda mantener la distancia de seguridad. Pero la realidad es que eran minoría quienes la llevaban.
Algo que se ha producido en el carnaval del toro de Miróbriga, porque lo genera la dinámica del evento y nadie lo censuró, y donde, además, en algunos espacios el público estaba estático y permanecía así durante mucho tiempo, como en los encierros y en la plaza de toros. Sin olvidar los locales particulares y establecimientos hosteleros.
En fin, que los asistentes al carnaval, autóctonos y de otras procedencias, le hayan hecho un recorte al virus y este evento no se convierta, como ya lo hizo en 2020, en un foco de propagación.
Fotos: Jota e Ical/Vicente