[dropcap]H[/dropcap]oy quiero hablarte de lo que sucede cuando la ansiedad invade tu vida y se expande hasta los últimos rincones de tu ser, igual que hacen esas plantas trepadoras que se extienden por cada centímetro de pared que encuentran.
Amas la vida.
A los tuyos.
Amas todo lo bueno que hay en ella.
Hay momentos en los que aprecias profundamente cada uno de los aspectos positivos que hay en tu día a día.
Sin embargo, a veces dentro de ti explota todo y don diablo (también conocido como maldita ansiedad), lo arruina todo.
La ansiedad es capaz de llevarse por delante un día especial, un fin de semana de ensueño o una semana productiva.
Tiene el poder de convertir tus vivencias en tu peor pesadilla.
Y tiene tantas formas como colores el Pantone: a unos nos matan las fobias, a otros las obsesiones, y a los de más allá el miedo constante a lo que pueda pasar.
Da igual el tipo de ansiedad que tengas. Si la sientes, muy probablemente estés hasta el gorro de ella.
Es agotadora.
A veces toma tanto protagonismo que parece que nunca más vas a poder librarte de ella.
Y la vida se convierte en una partida que perdemos movimiento a movimiento.
Pero eso no tiene por qué ser así.
Y no me refiero a que te digas frases del tipo:
‘Si tú quieres, puedes’
‘Deja de darle vueltas a todo y sonríe’
‘Si te esfuerzas conseguirás todo lo que te propongas’
Esas frases cuando estamos mal aún nos hunden más en la miseria. Te sientes como un auténtico tonto del bote que no es capaz de tirar hacia delante cuando los demás sí lo hacen.
Spoiler: los demás tampoco es que resuelvan tan bien sus problemas, lo que pasa es que cuando estamos mal solemos compararnos más con los demás y pensamos que lo hacemos peor.
Entiendo que esas frases motivacionales no están creadas con la intención de hacerte sentir fatal, claro, pero muchas veces consiguen ese efecto, especialmente cuando estás pasándolo mal.
A lo que me refiero es que hay soluciones serias para resolver la ansiedad. Contrastadas. Con evidencia científica. Que funcionan. ¿A todo el mundo? No, claro que no.
Cada uno necesita su traje a medida y lo que te sirve a ti para sentirte mejor a mí no me sirve, o al revés.
Así que sí, la ansiedad tiene tratamiento. De hecho, más de uno. Es cuestión de encontrar el que más se ajuste a tus necesidades y aplicarlo.
Y en caso de que vuelva a tu vida (cosa que pasa muy a menudo, tampoco te quiero engañar), dispongas de más estrategias que ahora para hacerle frente y reducirla a su máxima expresión.
Al fin y al cabo eso es lo que hacen las personas más fuertes emocionalmente.
No es que ellas no experimenten ansiedad, al contrario, muchas la han vivido hasta la saciedad. Simplemente han aprendido a hacerla más pequeñita, más manejable, de un tamaño con el que la persona pueda sentirse cómoda y gestionarla de una manera adecuada.
Si te resuena este tema, este mes tengo una propuesta para ti que te puede interesar, y mucho.
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