Un gran campo de juego y cinco edificios, tres escuelas y dos casas para los maestros, ese era el complejo educativo que presentaba Tenebrón a finales de los años 70. Había niños y había maestros que vivían en el propio pueblo, tan importante que el cura, el secretario, el médico y el maestro convivieran con sus vecinos para la vida social de cualquier municipio.
Más de medio siglo después, los niños han desaparecido de Tenebron y los edificios donde antes aprendían a leer, escribir y por dónde pasaba el Duero, se han convertido en centros sociales, tanatorio y almacén.
Una, de las tres escuelas, aloja el bar del pueblo. Los escolares de ayer que hoy tienen más de cuarenta les cuentan a sus hijos dónde se sentaban en las clases, mientras toman un café, una caña o un chupito en el mismo lugar donde antes se examinaron de historia de España.
Otro de los edificios, el denominado escuela de los medianos, ahora es el almacén/comedor del bar. El tercero, la escuela de párvulos, se ha convertido, gracias al empeño y tesón del cura, don Isidoro -González, con el apoyo del Ayuntamiento Tenebrón, en un centro social, un museo etnológico, un lugar de encuentro, un ropero y un sitio donde sentirse bien.
Las paredes recuerdan aún que fue un lugar donde los escolares de Tenebrón aprendieron a leer y escribir, porque quedan restos, cual pinturas rupestres, de los dibujos que pintó doña Pepita Flores. Quizá la mejor maestra de párvulos que pudieron tener unos niños y niñas que estrenaban la Democracia.
El cura, que también lo es de Diosleguarde y Guadapero, quiere que este lugar que han reconvertido en Tenebrón, sea más que un ropero, que también, porque cuentan con muchas prendas. «Invitamos a todas las personas que lo deseen a que vengan a ver lo que tenemos y a que se lleven ropa si lo necesitan».
También invita el párroco a que los tenebroneses miren en sus sobraos, cuadras y corrales para ver si encuentran aperos de labranza o utensilios de otras épocas y así ir poco a poco ampliando la colección del recién estrenado museo etnológico.
Asimismo, este aula se pretende que sea un lugar de encuentro donde se pueden dar charlas, cursos y conferencias, para ello han dispuesto una fila de bancos que servirá de asiento a los futuros asistentes.
Pupitres pequeños, mesas de maestros y un encerado recuerdan que ese lugar fue el templo de la educación de los niños que aprendieron que la ‘m’ con la ‘a’ dice ‘ma’.
Del recorrido de los cinco edificios que conformaban en su día el complejo de educación de Tenebrón, quedan dos edificaciones que servían para alojar a los maestros. Una de las casas es la que habita don Isidoro en la actualidad, la otra es el tanatorio municipal.
El campo de juego, como lo llaman en Tenebrón, es el que menos transformación ha tenido, porque continúa sirviendo de lugar para jugar, un frontón, una cancha de baloncesto y carruseles para los más pequeños. Todavía quedan bancos de los que se colocaron el día que se inauguró este complejo educativo.
¡Cómo ha cambiado la hoy llamada España vaciada en cincuenta años!
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