Los salmantinos han hecho, de forma mayoritaria, lo mismo que hacían antes de que el uso de las mascarillas dejara de ser obligatorio en interiores.
Ya pasó cuando dejó de serlo en exteriores, y ahora se acta el mismo modo en interiores.
Este miércoles, primer día en el que se podía ya dejar la mascarilla en casa (salvo si se va a utilizar el transporte público, o acudir a algún centro sanitario o a la farmacia) el panorama era prácticamente idéntico a la víspera en Salamanca.
Hay quien ha recibido esta medida como una liberación, pero son todavía muchos los que la llevan pro la calle y al entrar en recintos cerrados.
Era curioso ver últimamente como nos poníamos la mascarilla al entrar en el bar y al legar ala barra ya nos la habíamos quitado. La novedad ahora es que ya se puede entrar sin ella sin temor a que alguien te reprenda con la mirada o de palabra.
Quienes optan por seguir llevándola lo hacen por precaución, porque seguimos en pandemia, y eso sigue generando desconfianza hasta que vayan pasando las semanas y se observe la evolución de las infecciones.
Fotos. Sergio Villarino