[dropcap]L[/dropcap]a puesta en marcha de cualquier hospital es un proceso complejo, delicado y que lleva mucho tiempo. El Hospital Universitario de Salamanca no iba a ser una excepción. Su puesta en marcha ha exigido un esfuerzo importante de sus trabajadores a pesar de dos factores que han complicado notablemente el proceso: la fatiga arrastrada tras dos años de pandemia y la escasez de la plantilla que no se ha incrementado a pesar de que las necesidades son evidentes.
Sin embargo, hoy quiero escribir de dos problemas que afectan a trabajadores y, fundamentalmente, a pacientes y familiares. El Hospital ha quedado, de alguna manera, aislado de la ciudad y lo estará aún más cuando comience la demolición del viejo Clínico, y en estas circunstancias se echan de menos dos infraestructuras necesarias: cafetería y aparcamiento.
Se dispone de los espacios reservados a tal fin, pero parece ser que ambas infraestructuras están pendientes de su adjudicación mediante concurso público a empresas que quieran explotarlas. Probablemente disponer de cafetería y aparcamiento lleve su tiempo puesto que, una vez adjudicadas, las empresas adjudicatarias tendrán que hacer las obras pertinentes para su puesta en marcha. Entre el proceso administrativo y la finalización de las obras pueden transcurrir aún muchos meses.
La apertura precipitada del hospital, si se puede definir así después de un proceso de más de veinte años, ha tenido mucho de improvisación y de resolución de problemas sobre la marcha, pero es evidente que el tema de la cafetería y el parking se deberían haber previsto con mucha antelación para que hubieran estado disponibles ambos servicios cuando comenzó el traslado. Los inconvenientes que genera su falta no son pequeños y sería preciso un esfuerzo adicional de SACyL para agilizar los procedimientos y conseguir su puesta en marcha en el plazo más breve posible. Puede parecer un problema menor, pero para muchas personas es un problema importante.