Por ir directamente al asunto:
¿Ofrece confianza una jefatura del Estado o una Institución de la que se sabe fehacientemente que es deshonesta, corrupta, y ladrona?
Que esa Institución, con inexplicable anomalía, muy poco democrática y que le hace un flaco favor al Estado de Derecho, sea impune e irresponsable de sus actos, no significa que esos actos se desconozcan. A partir de ese conocimiento solo cabe la adhesión a la cochambre y la indignidad civil, o por contra el pitorreo.
Así repartidos los papeles ¿Esta «cosa», que no merece ni llamarse Institución sino solo cueva de ladrones, es lo que va a dar estabilidad a nuestro país?
¿Puede una ciudadanía estar tranquila y confiada sobre quién maneja el timón del Estado con esta mochila (vertedero) en la chepa, soltando su tufo delante de nuestras narices, todos los días?
No solo parece improbable, sino que es inverosímil.
Coincide esta indignidad que ningún otro país de nuestro entorno soporta ni soportaría en ninguna circunstancia con la escucha de las grabaciones que el Comisario Villarejo tuvo a bien ejecutar para retratar para la posteridad a este régimen que con toda justicia y merecimiento podemos calificar de monarquía bananera.
Todo tipo de personajes, desde jueces y abogados del Estado, hasta pillos de la más baja estofa, circulan por este registro sonoro de lo más selecto de nuestra golfería nacional.
Como recientemente hemos tenido el ejemplo de la estafa de las mascarillas a manos de nuestra aristocracia folclórica, no podemos decir que ese retrato corresponda al pasado, sino que los ejemplos de este tipo (sobre todo si vienen de arriba) se contagian, y con toda la lógica que cabe deducir de la fórmula «monarquía corrupta = país corrupto y echado a perder», la adhesión entusiasta a la cochambre y la bajada de pantalones ante el derecho de pernada de nuestros reyes, suele tener consecuencias.
En cuanto al alcance de esas consecuencias, algunos (los más de ellos cortesanos y cortesanas) le restan importancia, y ven con indiferencia este vodevil que podríamos describir como «Del regato a la regata». Que Dios les cuide la ceguera, porque la vista la tienen perdida.
Son tan obtusos que creen que un absceso de este calibre, en la cúspide del Estado, de donde irradia tan poderosa influencia (tóxica para el conjunto cuando se trata de ponzoña), se puede ocultar con colonia barata.
O incluso están convencidos (mejor no menearlo) que nos tragamos que el heredero desconocía aquellas acciones paternas de cuyos beneficios estaba llamado a participar.
Y el PSOE mirando para otro lado. De republicano a cortesano complaciente. De obrero a paje de su majestad.
Para aquellos que intentamos mantener la mente despejada y activa, este derecho de pernada apesta a medievo y a país a medio hacer.
Como muy bien dice Íñigo Errejón, el emérito le ha perdido el respeto a los españoles. Lógico que muchos españoles se lo hayamos perdido a él.