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“He visitado casi todos los clubes cannábicos de Salamanca”

La ciudad llegó a tener seis, que son “un punto de encuentro entre gente con los mismos gustos”

En medio del debate sobre la posible legalización del cannabis, un consumidor habitual de Salamanca explica cómo funcionan los clubes cannábicos, donde se fuma con naturalidad y sin tener que recurrir al submundo del trapicheo. Aunque el producto es mejor, aunque salen muy caros y se acaba recurriendo al método tradicional. Así funcionan esas asociaciones donde puedes encontrarte como socios a policías, abogados, periodistas o diseñadores.

Texto: Patricia Martín

El consumo ilegal de esta droga lleva a miles de consumidores a recurrir al mercado negro, donde el producto que obtienen no tiene ninguna garantía de calidad y puede venir adulterado con otras sustancias para abaratar costes (incluso estiércol o pelo de animales).

En los años 90 aparecieron las primeras asociaciones y clubes cannábicos, los cuales se centraron en el autoconsumo y cultivo de cannabis de manera legal. En España, los pioneros son Cataluña y Euskadi, con la creación en 1993 de la Asociación Ramón Santos sobre el Estudio del Cannabis (ARSEC) en Barcelona; en 1997 se originó Kalamudia en Bilbao; y, en 2001, surge el Club de Catadores de Cannabis de Barcelona.

Para mejor entendimiento, contamos con el testimonio de un exsocio de dichos clubes cannábicos que, de manera anónima, nos ha querido relatar de forma más detallada el funcionamiento de estos locales y su propia experiencia con el cannabis.

En primer lugar, el exsocio explica que “comencé a fumar desde los 16 años, estando en el instituto. Ahora tengo 50. Veía que otras personas lo hacían y empecé para estar en la misma onda que otros grupos de amigos y luego le acabé por coger bastante afición. Actualmente no fumo, pero tampoco estoy muy seguro de mí mismo de si dentro de algún tiempo lo volveré a retomar. No ha sido una cuestión de decir “dejo de fumar porque me sienta mal” o “me pueden decir algo en el trabajo”, sino que ha sido por el tema económico. Si eres fumador habitual supone un gasto, ya que es un vicio y una adicción”.

En referencia a la opción de un posible cultivo propio, señala que “he tenido cultivo propio, pero es complicado. Debes tener un terreno donde plantar, con el peligro de que puede venir alguien y que te lo robe, más que el que venga la Guardia Civil y te quite las plantas. Por otra parte, cuando he plantado en casa en algún balcón, también se debe tener cuidado para que no moleste a los vecinos por el olor, ya que pueden denunciarte y la policía puede conseguir una orden judicial para entrar en tu casa”.

Comenta que “los primeros clubes que conocí fueron en Madrid. Los clubes son muy cómodos, porque pagas una cuota entre 5€ y 10€ al mes. Allí te ponen un límite y puedes comprar una cantidad determinada. El límite, que será entre 30 y 50 gramos al mes, te lo ponen para que no se tenga opción a traficar. Algo positivo de los clubes es que ofrecen mucha variedad de hachís y marihuana a diferente precio y con la comodidad de encontrar allí lo que quieres. En el mercado negro es fácil tener contactos, pero el inconveniente es quedar con el camello. En el club puedes comprar lo que quieras, pero tienes que consumirlo dentro. Una vez que formas parte de la asociación, firmas una serie de documentos como compromiso a que vas a obedecer las reglas. Además, los clubes por ley deben de tener cajas o taquillas donde, con el número de socio, se puede guardar la droga que no se consuma. Si el socio saca fuera del local la droga y le pilla la policía es su problema, ya que no podía sacarlo al exterior. La gente, por supuesto, que lo hace, pero están cometiendo una ilegalidad y se arriesgan a ser expulsados. Los clubes deben de ser totalmente anónimos al exterior, no pueden tener publicidad o distintivo que les diferencie, es a través del boca a boca”.

Las reglas están muy claras y también las consecuencias de saltárselas. “En mi experiencia, la gente que ha ido allí borracha, después fueron vetados. Los clubes tienen prohibido vender alcohol, aunque tienen cerveza limitada. Por otra parte, la gente fumadora no suele mezclarlo con alcohol, porque la mezcla es explosiva”.

Acerca de la existencia de los clubes cannábicos en Salamanca, explica que “he visitado casi todos. Antes era un poco más difícil el acceso, porque para acceder tenías que conocer a alguien que te apadrinara para poder entrar. Últimamente existe la opción de que te inviten un día a verlo acompañado por un socio. No puedes comprar nada, pero sí consumir y así puedes ver las instalaciones antes de hacerte socio. Por ejemplo, al primer club que fui en Madrid, eran muebles que habían recogido de la calle y era un garaje algo cutre. En cambio, al primero que fui en Salamanca, era todo lujo. El local tenía un billar, dardos, PlayStation, sofás cómodos, reservados para ir con los amigos y la música era de gusto de todos. Además, el público era entre 30 y 40 años y podías encontrarte como socios a policías, abogados, periodistas o diseñadores. También he ido a otros clubes que eran más para adolescentes, pero eran otro rollo”.

“Con la pandemia han llegado a cerrar muchos, pero hace años había hasta seis clubes en la ciudad. Se trata de un modelo de negocio que está muy bien y la gente se anima a abrir este tipo de locales. No es que sea un punto de venta de droga, sino que es un punto de encuentro entre gente que tiene los mismos gustos y donde te puedes tomar un café y charlar con cualquiera. Es un sitio para estar, incluso había gente que trabajaba desde allí gracias al portátil, leyendo o estudiando, agrega.

Además, sobre el posible conocimiento de dichas asociaciones por parte del público, explica que “la gente lo desconoce y luego también hay un problema que son los precios. Dentro de la gente fumadora es un pequeño porcentaje de gente que acude al club, ya que si lo compras en la calle es mucho más barato. Consumidores de diario prefieren seguir con el método tradicional del mercado negro que no ir a un club a pagarlo el doble. La idea original de un club no es para lucrarse, sino tener un sitio de encuentro donde hacer actividades, dar información, conocer a gente que también fuma. Luego, no es así como tal, porque podrían hacer más actividades o programas de prevención a la adicción. Yo echaba en falta ese tipo de acciones. En algún club que he estado hacían obras de teatro, conciertos y parte de los beneficios que sacan los reviertan en hacer actividades para los socios”.

“En el tema delicatessen, existen nuevos productos que han salido al mercado y que antes eran muy difíciles de conseguir. Ahora los clubes los tienen como, por ejemplo, las extracciones o diferentes modos de sacar el hachís de la marihuana. Antes ibas al camello y te apañabas con lo que tuviera, aunque estuviera muy adulterado, pero aquí gracias a la variedad puedes ver las diferentes formas de hachís y marihuana. Los productos son mucho más caros, pero las extracciones ofrecen todo de manera más pura. En mi opinión, los socios al ser gente de 30 años o más, implica que sean personas que se preocupan más por lo que fuman, ya que a un chaval de 15 años le puede dar igual”, resalta.

A continuación, os mostramos algunos de los productos gourmet mencionados por nuestro confidente, de los cuales podemos distinguir el Iceolator, THC A 100% y una extracción, denominada wash.

En torno a la desinformación por parte de la sociedad sobre estos clubes, el exsocio señala que “el que habla con un poco de criterio y sabe acerca del tema no tiene por qué ser crítico. Debe ser algo positivo, sobre todo, para acabar con el narcotráfico y el mercado negro, porque si se pudiera legalizar sería algo positivo”.

Acerca de una posible legalización para el consumo propio o para fines medicinales, considera que es partidario “de ambas, pero para fines medicinales es más complicado, porque al poder farmacéutico no le interesa que tengas una planta en casa que pueda aliviar síntomas de algunas enfermedades. Su objetivo es mantener a la gente enferma para seguir vendiendo medicamentos. Legalizar un consumo, por supuesto”.

En definitiva, si en un futuro se consigue aprobar la legalización del cannabis en España, se podrían resolver, solo así, las dudas sobre un posible fin del mercado negro y una mejora para la salud de los fumadores. De manera que, por el momento, los clubes cannábicos son la mejor respuesta para gran parte de los consumidores que quieren optar por la vía legal, ya que luchan contra el mercado negro; además, de intentar conseguir una mayor aceptación por parte de la sociedad. Asimismo, no buscan lucrarse de ello, sino que su objetivo es ofrecer un punto de encuentro a personas con las mismas inclinaciones.

4 comentarios en «“He visitado casi todos los clubes cannábicos de Salamanca”»

  1. Me hace gracia todos estos periodistas anti drogas, que tiene doble moral.
    Mira p. En mi vida fumé un porro tuve un accidente grave de tráfico. Drogas recetadas por la seguridad social opioides etc farmacia 1,5€ para aliviar dolores y demás si quieres te enseño mi hoja de medicación. Lo único que me alivia y no me viene bien imagínate que es… para no hablar de los efectos secundarios de los medicamentos y la mariguana me quedo con la mariguana.

    Será mejor consumir antidepresivos, relajantes musculares, antiinflamatorios, los derivados de opioides para calmar los dolores.

    Las drogas más baratas que consumo es por la Seguridad Social esa doble moral y doble vara de medir.

    El día que tengas cáncer o una patología seria me gustaría leer tu artículo de nuevo.

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