La Junta de Castilla y León sostiene en sus conclusiones preliminares que el resultado del incendio de la Sierra de la Culebra (Zamora) hubiera sido “similar” o “muy parecido” con más medios desplegados en la zona, dadas las características del fuego, que fue “convectivo”, y las condiciones climáticas, que hicieron que estuviera el 50 por ciento del tiempo fuera de capacidad de extinción, lo que obligó a priorizar la defensa de las poblaciones.
Ical.- En su primera informe, el Gobierno autonómico estima que falló la previsión sobre los vientos, que alcanzaron velocidades de 70 kilómetros por hora y con direcciones cambiantes, a lo que se añadieron tormentas secas, a pesar de que se anunciaban precipitaciones en esta parte de la provincia de Zamora. Precisamente, fue el aparto eléctrico el que originó el incendio, que comenzó sobre las 19.48 horas del miércoles, 15 de junio, y no se dio por estabilizado, hasta el domingo, 19 de junio.
El director general de Patrimonio Natural y Política Forestal, José Ángel Arranz, acompañado por técnicos del operativo, informó este jueves sobre la evolución y el comportamiento del fuego en el incendio, el más grave en la historia de Castilla y León. En su intervención, los responsables de luchar contra este incendio, subrayaron que se ha conseguido que este incendio quede en 30.000 hectáreas, puesto que afectó a una masa continua más de 70.000 hectáreas que unidas a la de Portugal, supera las 100.000, si bien se quedó lejos del país vecino.
“Con más medios nuestra impresión es que el resultado hubiera sido similar o muy parecido”, afirmó José Ángel Arranz, que insistió en que fue un incendio en el que no se podía actuar en muchos momentos. “No hubiera habido un resultado diferente si hubiéramos estado con todo el operativo desplegado”, apostilló el director general en una larga comparecencia en la que denunció que se esté “intoxicando” con la declaración de peligro alto, pero recalcó que esto “no tiene una relación directa con la activación de medios”.
Al respecto, Arranz señaló que las declaraciones de riesgo medio, el actual, o alto, que se activará, previsiblemente, en julio, conlleva una serie de restricciones de actividades, agrarias o de ocio, como las barbacoas. En unos casos, indicó, se han suspendido, pero en otros se permiten porque “mantiene la actividad económica” en el medio rural y no es necesario limitarlas”.
Además, apuntó que en otoño se prevé el rebrote del pasto en la Sierra, por lo que hasta entonces la Junta tendrá que aportar alimento y agua a la fauna salvaje, así como a los 32 ganaderos, a los que garantizó una atención casi “personalizada”. Por ello, confió en que tras el verano, regresen los “ungulados” y con ellos, el lobo, a una de las zonas que era una de las mayores reservas de esta especie.
El director general insistió en que la Junta va incorporando medios a medida que evalúa la situación y entiende que es necesario su activación. De hecho, indicó que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) tampoco tenía el 15 de junio medios aéreos en Castilla y León, sino que unos llegaron el 16 y el resto lo harán el 1 de julio. “No tenemos helicópteros todo el año”, dijo, como ninguna administración, sino que se utilizan periodos de “llamamiento”.
Insistió en que la primera noche, la del 15 de junio, se efectuó un ataque “contundente” con un operativo de 100 personas, “fundamentalmente” de la Junta, tanto de Zamora, como de León, Salamanca y Valladolid, a las que se unieron una BRIF del Ministerio del Puerto del Pico (Ávila) y a las cuatro de la mañana, los efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME), algo que consideró “positivo” ya que destacó su activación fue de las “más rápidas” ante la previsión de que no iban a ser capaces de sofocarlo.
También, José Ángel Arranz negó que en algún momento hubiera desplegados más medios de Castilla-La Mancha que de Castilla y León, como se asegura desde el PSOE, y defendió la colaboración entre comunidades, que en algunos casos intervienen en otros territorios con un “despacho automático”.
De esta forma, el viernes 18 de junio señaló que el operativo sumó 415 operarios, de los que 202 eran de Castilla y León y, de ellos, 75 de Zamora. En esa jornada, apuntó el despliegue de Castilla-La Mancha fue de 38 personas; de ocho de Extremadura, y de 26 de Galicia, a los que se unen los de Cantabria y un helicóptero de Madrid. Además, añadió 26 efectivos de la UME y los medios del Ministerio.
Conclusiones preliminares
La explicación técnica corrió a cargo de Enrique Rey, responsable del Centro de Defensa contra el Fuego, y de Ángel Sánchez, jefe de servicio de Defensa del Medio Natural., técnicos cuya afinidad a la dirección política de la Consejería nadie duda. El primero señaló que la tormenta generó en la tarde del miércoles hasta 14 focos, que tuvieron una “rápida” consolidación”, dada las rachas de 70 kilómetros por hora, la baja humedad y las temperaturas extremas del día, incluso elevadas por la noche.
Además, señaló que «la propia tormenta provocó problemas en los sistemas de comunicaciones, aun así», dijo, «se dio una respuesta a todos los focos con los medios disponibles”, con “muy buena diligencia”. También, indicó que se la cercanía a los pueblos, generó “alarma social”, lo que conllevó una saturación de llamadas de particulares, que derivó en un “colapso” y en una información “distorsionada”. Sin embargo, sentenció que se “respondió perfectamente”.
El incendio, remarcó, estuvo fuera de capacidad de extinción entre el 15 y el 19 de junio el 50 por ciento de las horas, en concreto, la noche del miércoles; la tarde y la noche del 16, y la tarde del 16 y el 17. Por ello, sostuvo que por una “acumulación” de medios no se habría extinguido, ya que señaló que no se podía atajar, más allá de proteger los pueblos y algunas infraestructuras, dada la situación y las características del fuego, para lo que comparó el incendio con el volcán de La Palma.
Así, precisó que a las 19.48 se avistó un incendio desde el puesto de vigilancia de Carmona, lo que derivó en un despacho «contundente» de un helicóptero, cuadrilla helitransportada de Villardeciervos, una autobomba, una cuadrilla de tierra y un agente medioambiental. A las 20.04 horas, se posicionó el primer medio, si bien a las 20.08 horas el 1-1-2 informó de nuevos focos a un kilómetro, lo que movilizó dos autobombas y dos agentes medioambientales. En total, fueron 14 focos con cuatro agentes medioambientales, siete cuadrillas y tres convoyes de otras provincias, diez autobombas, cuatro bulldózer, seis Elif-Brif, seis medios aéreos y un batallón de la UME.
El 16 de junio actuaron seis técnicos, 18 agentes medioambientales, diez autobombas, diez cuadrillas, cuatro ELIF, ocho bulldózer, diez helicópteros, la UME, dos FOCA y dos BRIF; el 17, 18 técnicos, 22 agentes medioambientales, 25 autobombas, 20 cuadrillas, siete cuadrillas ELIF, seis bulldózer, 17 helicópteros, la UME, cuatro FOCA y tres BRIF, y el 18, 19 técnicos, 27 agentes medioambientales, 30 autobombas, 24 cuadrillas, siete brigadas ELIF, seis bulldózer, 19 helicópteros, la UME, tres FOCA y cuatro BRIF.
En concreto, explicó que el incendio, que tuvo un perímetro de 120 kilómetros, avanzó de forma errática en varias direcciones, lo que complicó establecer una línea de ataque, con avances, en ocasiones, de 200, 300 y hasta 500 metros, como cuando cruzó un embalse del Tera. De hecho, subrayó que llegó a tener ritmos de avance de hasta 1.269 hectáreas a la hora, algo no visto antes, y que supone que cada hora se generan dos grandes fuegos (más de 500 hectáreas).
Por ello, indicó que la estrategia que se empleó fueron los contrafuegos, ya que los medios aéreos no podía intervenir en ocasiones por la humareda generada, y las barreras naturales, si bien en ocasiones las llamas las rebasaron. También señaló se hizo una defensa de la Autovía de las Rías Bajas (A-52) para impedir que la cruzara y afectara a La Carballeda.
Finalmente, el director general de Patrimonio Natural aclaró que el incendio no se estabilizó y apagó por la llegada de lluvias. Indicó que la llegada de la dana -depresión atmosférica- el sábado hizo que algunas horas fueran “un suplicio”, por los fuertes vientos, pero señaló que el aumento de la humedad relativa al 80 por ciento frenó el avance de un fuego que actuaba como un “secador”, desecando la vegetación, y permitió que los medios actuaran, de forma que lograron en la madrugada del sábado al domingo apagar las llamas y darlo por estabilizado.