La llegada a la cuidad charra estaba prevista a las doce y media de la mañana de este jueves, en la sede de Cruz Roja. Tras una larga espera y muchos nervios por parte de las familias de acogida, el autocar con los 13 niños saharauis ha tenido su aparición a las dos menos cuarto. Llegaban tras aterrizar en el aeropuerto de Villanubla (Valladolid) con 20 días de retraso tras diversos problemas burocráticos a la hora de la concesión de las autorizaciones de viaje por parte de Argelia.
Texto y Fotos: Lucía Almaraz
Los pequeños iban acompañados por los responsables de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Salamanca (Ampusasa) y Jais Abdelkaler, una niña saharaui perteneciente a otro de los programas de la asociación, “Madrassa”.
Estos pequeños han podido venir tras quince días de retraso, lo que sembró la incertidumbre entre algunas familias de acogida. “No sabíamos si al final se lograría”, decía una salmantina participante en el programa ‘Vacaciones en paz’.
El ambiente se cargó de emotividad cuando empezaron a bajar los niños y niñas del autocar, aunque ellos llegaban con un gran cansancio a sus espaldas y, alguno, asustado. “Yo he venido a recoger a la niña, aunque es mi hijo el que la ha acogido, es la primera vez, pero, claro, esperemos que vaya bien, que se sienta bien, sea buena la experiencia y esté a gusto, tenemos muchas ganas”, apunta Carmen Domínguez.
El programa “Vacaciones en Paz” está pensado para que tanto niños y niñas del Sáhara puedan evitar vivir unos meses con un calor extremo, y la dureza que supone el desierto en el que viven, por una estancia más sosegada en Salamanca.
Además, mejorarán sus condiciones vitales por unos meses, con alimentaciones saludables y equilibradas, revisiones médicas, otro tipo de asistencias sanitarias… y es una experiencia que, a la larga, es gratificante, tanto para ellos, como para las familias que los acogen.
“Ha sido complicada la espera, además yo tengo dos niñas pequeñas que estaban deseando que viniera a toda costa, y se estaba complicando mucho. Y, bueno yo conocí el programa por una compañera de trabajo y creo que, primero, es una manera de construir un mundo más justo, pero luego también, egoístamente, creo que es una enseñanza para nuestras hijas”, cuenta una de las madres de acogida, Cristina Filardo, que se embarca por primera vez en el programa.
Además, la toma de contacto con la cultura española, otro de los objetivos del proyecto, promueve la sensibilización de toda la población con realidades sociales como la del pueblo saharaui. De este modo, se crean vínculos afectivos y es una manera bonita y solidaria de ayudar a estos niños.
Un aspecto más delicado ahora que el Gobierno de España ha cambiado de postura respecto al Sáhara occidental para alinearse con los postulados de Marruecos. Los saharauis luchan por su independencia y Marruecos quiere anexionarse esa parte que le queda del Sáhara.
El grupo de siete niños y seis niñas tienen una edad de ocho años, proceden de unos campamentos ubicados en Tinduf, que es una zona cedida por Argelia, donde viven en unas jaimas en el desierto, concretamente de Aaiún, Bojador, Smara y Auserd (suroeste de Argelia). Para todos ellos va a ser una primera experiencia en el proyecto.
Entre las familias de acogida hay diez que se estrenan en este proyecto de acogida y ayuda al pueblo saharaui.
Belén Fraile, otra madre de acogida primeriza explica que “conocí el programa por Internet, vi que había necesidades de encontrar a familias y es algo que te planteas por la realidad que se vive allí, pero también para que nuestros hijos conozcan esa realidad. Esperamos que se sienta bien, lo vamos a cuidar mucho, tenemos muchas ganas”.
La directora de Ampusasa, Ángeles Giménez, una vez que bajaban los niños del autocar, y se dirigían al salón de actos de la Sede de Cruz roja, reunían a cada pequeño con su familiar de acogida, repartiendo la documentación pertinente y los pasos a seguir para el cuidado de ellos. Se debe tener en consideración que estos infantes llegan al país sin saber nada de español, por lo que hay que ser pacientes.
Su directora apuntaba que “en unos quince días os van a entender, por experiencia os lo digo, y si lloran poneos en su lugar, tratadlos como vuestros hijos. Es muy importante que llaméis por teléfono a sus familiares de allí, para que estén tranquilos y los niños no pierdan contacto tampoco”, porque eso también les será de ayuda para su estancia en España. Además, para sus padres resulta muy duro alejarse de sus hijos.
Jais Abdelkaler lleva cuatro años viniendo a España gracias al programa “Vacaciones en Paz”, y este último con el programa “Madrassa”, con el que tienen la oportunidad de volver a España, si así lo desean, con sus familias de acogida cuando los niños cumplen una edad de entre 12-13 años, pero viniendo los meses de invierno, lo que fomenta su educación y formación. “Ahora mismo en Salamanca solo estamos dos con el Programa Madrassa”, dice Jais Abdelkaler, que debía haber vuelto en el avión en el que han llegado los niños de “Vacaciones en Paz”.
Como no ha sido así ahora ayudará como traductora y punto de conexión entre familias y los infantes, relajando también los crecientes nervios de los pequeños.
Finalmente, los organizadores de la asociación comentaban ciertas actividades que realizan en los veranos, de forma conjunta, todas las familias. Entre sonrisas y caras de sueño por parte de los pequeños finalizaba el primer encuentro.