“Lo ataron a un coche, lo trajeron arrastrando hasta aquí y lo remataron a tiros”. Junto a la carretera autonómica CL-512, que une los municipios de Aldeatejada y Vecinos, en la provincia de Salamanca, entre los kilómetros siete y ocho, a unos ocho metros de distancia del asfalto, en la linde entre dos tierras de labranza, se cree que descansan los restos de Maximiliano Vicioso Lorenz, quien fuera alcalde de Tejares durante la Segunda República, tras ser asesinado a manos de un grupo falangistas.
Javier A. Muñiz / ICAL
Así lo lo asegura, al menos, la Asociación Salamanca Memoria y Justicia que, tras un arduo trabajo de documentación de archivo en base a un acta de defunción fechada el 2 de agosto de 1936, ha iniciado la excavación de la zona para exhumar el cadáver a petición de sus familiares.
Maximiliano Vicioso era “un hombre de izquierdas”, esencialmente. Según describe a Ical la presidenta de Salamanca Memoria y Justicia, Luisa Vicente, bien pertrechada bajo un austero sombrero de paja que le ayuda a combatir los rigores del implacable sol que ajusticia el epílogo del mes de julio, en plena ola de calor, la trayectoria política del antiguo alcalde de Tejares era la de alguien, seguramente, incómodo para ciertos poderes. Hoy, por cierto, el municipio no existe como tal, sí como barrio anexionado a la capital, formando parte del Ayuntamiento de Salamanca, ‘hogar’ del concejal socialista Chema Collados, quien, como arqueólogo voluntario, coordina los trabajos de excavación y también ha optado por el sombrero.
“Hizo bastantes cosas importantes, sobre todo para la gente humilde de su pueblo”, mantiene Collados, quien recuerda que su familia regentaba una tienda de ultramarinos, en el hoy vecindario trastormesino, junto a un estanco que ha sobrevivido prácticamente hasta estos días. Vicente, por su parte, apunta que, nada más incorporarse al Ayuntamiento, Vicioso Lorenz realizó “algunos ajustes”. En realidad, lo que hizo fue “poner orden” entre una gente con poder que se dedicaba a expropiar locales y terrenos para hacerse con ellos en detrimento de los vecinos. De hecho, existen actas en el Archivo Municipal de Salamanca que sitúan a esas mismas personas en sesiones plenarias del Ayuntamiento de Tejares previas a la llegada de Maximiliano.
“Él los obligó, de alguna forma, a que esas propiedades volvieran al pueblo. Pensamos que de ahí pueden venir las represalias para que, al poco tiempo de empezar ‘el Movimiento’, esa persona fuera asesinada. Había gente que no estaban interesada en que eso funcionara así y el 2 de agosto fueron a buscarle”, resume la presidenta de la organización. A punto de cumplirse 86 años desde aquel día, el relato de los acontecimientos sigue estremeciendo. Testimonios aseguran que Maximiliano Vicioso Lorenz fue atado a un coche tras ser arrancado de su casa, a no menos de 15 kilómetros de donde fue fusilado, fue arrastrado hasta ese lugar apartado y, allí, a un puñado de metros de la carretera, fuera del alcance de miradas, fue ajusticiado a sangre y fuego.
A los pocos días fue encontrado por unos vecinos de Aldeatejada y, visto el estado de descomposición en que se encontraba el cuerpo, decidieron enterrarlo allí mismo. Aún, a día de hoy, se refieren al lugar como ‘el sitio del muerto’. Ahora, casi nueve décadas más tarde, su hijo, que cuenta actualmente con 92 años y vive en Argentina, impulsado por su biznieta, también residente en la ciudad de Concepción, en la provincia argentina de Tucumán, ha decidido contactar con la asociación para que, antes de su fallecimiento, pueda saber que su familiar descansa “en un lugar digno”. La pandemia detuvo el inicio de los trabajos que ahora han podido arrancar con la esperanza de dar cumplida respuesta a la petición remitida desde la República Argentina, a donde la familia emigró en algún momento.
La pista principal es un acta de defunción con el registro del hallazgo del cadáver por los vecinos de Aldeatejada, que permanecía guardada en los archivos municipales, y que la asociación encontró después de recorrer sin éxito todos los registros civiles y los Juzgados de Salamanca. Con ese documento y, gracias a una subvención del Gobierno de España articulada a través de la Junta de Castilla y León dentro de la Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007, recientemente actualizada en el seno del Congreso de los Diputados bajo la nomenclatura de Ley de Memoria Democrática, la asociación avanza sin descanso en la excavación. En las últimas décadas, se han recuperado los restos de unas 9.700 personas, según fuentes oficiales, pero se calcula que, como Maximiliano, podría haber unas 114.000 que siguen en paradero desconocido.
En la excavación trabajan, además, varios becarios gracias a los distintos convenios de colaboración que la asociación tiene suscritos con la Universidad de Salamanca y otros voluntarios. Están coordinados por el profesor titular de Antropología Social de la Usal, Arsenio Dacosta, quien también se afana a pie de excavadora, saltando alambradas ‘armado’ con botas de montaña, moviendo picos y palas, ubicando balizas y, en definitiva, sudando la gota gorda. “Esta es la parte final. El trabajo previo es el más importante, el de documentación de archivo, que es fundamental, y sobre todo, el de los testimonios. El problema que tenemos, evidentemente, es que han pasado casi 90 años y no queda nadie que viviera esos hechos”, reflexiona.
Según subraya el profesor, del fallecido, en este caso, quedan hijos, “muy mayores”, nietos y biznietos. “Entonces, esa memoria, a veces, es un poco inconcreta a la hora de poder localizar con precisión los lugares”, explica. Después, la parte de prospección, resulta más sencilla. “Primero hemos estado dos días y medio con excavación manual, que es como se suele hacer cuando uno tiene una certeza bastante precisa de dónde puede estar un cuerpo. Como no hemos obtenido resultados, ya hemos empezado a usar la máquina para tratar de avanzar bastante más. De momento, también con resultados negativos, desgraciadamente”, lamenta. El operario de la pala, eso sí, trata de arañar apenas diez centímetros de tierra tratando de no dañar ningún resto.
‘El sitio del muerto’ se encuentra ubicado justo entre dos tierras de labranza frente a una fábrica de miel. A ambos lados de la alambrada, así como en la cuneta, ya han realizado los pertinentes sondeos de aproximación, algunos de 70 centímetros de profundidad y otros de hasta un metro. Por eso, Luis Vicente agradece a los propietarios y arrendatarios de las fincas que hayan ofrecido “todas las facilidades” para que pudieran realizar la búsqueda. “Estaremos aquí hasta que los especialistas den por descartado que pueda aparecer. De momento, continuamos porque, gracias al acta, tenemos una zona más acotada de lo que normalmente suele ser”, comenta la presidenta.
Dacosta, por su parte, explica que el hecho de estar buscando a un solo hombre simplifica los trabajos, puesto que no habrán de activar el protocolo de identificación con la toma de datos genéticos, pero, en caso de aparecer, sí deberá presentarse la Guardia Civil y personal del juzgado para proceder al levantamiento del cadáver. Finalmente, el antropólogo insiste en la minuciosidad de los trabajos, a pesar de la grotesca pala excavadora, y reitera su esperanza de acabar en ‘eureka’. “El operario va con un cuidado extremo. Además Chema y al menos otra persona van fijándose en cada palada. Si sale cualquier resto, esto se para y se empieza a perfilar manualmente. Pero de momento no nos sale nada. Y es una pena”, concluye.